La primera constatación que hacemos, es la del diseño de portada que la concede identidad a la casa editorial. Por lo menos, la colección poética de Ediciones Actual, cuenta con esta inicial, sobria y sencilla ventaja, como acostumbran otras empresas de larga trayectoria y reconocimiento en el mercado. La segunda, está en el autor fecundo, profesor titular de la Escuela de Letras de la Universidad de Los Andes (ULA), quien tiene en su haber numerosos títulos, poemarios y ensayos, que hablan un poco de enseñar a andar en bicicicleta porque - sencillamente - se la emplea.
La obra constituye una estupenda válvula de escape para nuestras lecturas del oficio, como hemos llamado las que, por obligación profesional, realizamos (aunque nos preguntamos cuáles serán para los poetas y novelistas de oficio y supervivencia, por ejemplo). Y, aunque no somos expertos en la materia, tenemos la sensación de hallar a Gabriel Mantilla en el mismo sendero de Octavio Paz, aunque éste - necesitado de reflexionar sobre la poesía - nos colocaba en otros terrenos, como el político, sorteado con giros extraordinariamente lapidarios.
Alejandro Sebastiani Verlezza, prologa este valioso libro de 99 páginas, y - luego, con un epígrafe de Walt Whitman - Mantilla nos interna en un viaje que no se entiende sin el cuaderno de bitácora. Acaso, como no pueden lograrlo ciertos autores de la literatura llamada de auto-ayuda, nos dice "hay que salvar la infancia" y aconseja que debemos amar de la vida los errores, humillaciones, pensamientos, el recuerdo del cómo nació la emoción del Amor y de la Palabra, intentando razonarla.
Distintos autores contribuyen a la travesía. Hay voces atrapadas y reivindica el acto de escribir ("oteando la realidad desde el talud de los símbolos"). Antes, ha distinguido entre experiencia creadora y experiencia religiosa o mística: "No escribamos sólo un poema para sentirnos poetas. Vivamos, busquemos, escribamos la poesía ... siempre, aunque nunca se nos diga que somos poetas".
Además, "el arte se cultiva con la vida, con la sensibilidad, con el conocimiento, el extravío, la visión e intuición del ser secreto que las cosas tienen y cada obrero sabe hallar las herramientas más justas a su trabajo", porque "el granero de la poesía pone a salvo toda memoria". En "El templo de las pasiones", coloca el acento sobre el erotismo.
Un cuaderno de notas, pues, se nos antoja, en la medida que cita a Paz, Rilke, Vallejo, Kafka, Pico de la Mirandola, Eliot, entre otros. Luego, apuntando las lecturas de muchos años, sintetizando su propia experiencia poética, inspirado en una ya irrenunciable vocación pedagógico, dice cómo andar en la bicicleta, .... andando.
Claro está, no siempre se está de ánimo para estas lecturas. O, mejor, medio de las vicisitudes diarias, un día cualquiera, deambula ese ánimo para la aparente fuga, la evasión, el escape, e - irremediable - hay que capturarlo.
"Viaje al poema" (2010), es vehículo y sendero a la vez. Desde nuestra modesta opinión, lo creemos.
LB
Apreciado Luis, aagradecido de tus juicios respecto a mi pequeño hijo, a este tickette de viaje en el sendero de la realidad a través del subterráneo y las emulaciones de Ícaro, en el insondable mar y cielo de la poesía. Un abrazo.
ResponderEliminarMuchas gracias por ocuparse de ésta, una modesta nota. Un fraterno abrazo.
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