"Señor, enséñanos a orar" (Lc.11, 1-13)
Pbro. Lic. Joel de Jesús Núñez Flautes
La lectura del evangelio de hoy nos presenta a Jesús orando y a un discípulo suyo pidiéndole que le enseñe a orar a él y a todos los demás. El ejemplo de Jesús conmueve y mueve al discípulo a pedirle que le enseñe a dialogar con Dios; porque eso es la oración, un hablar con Dios que siempre está dispuesto y esperando para atender a sus hijos. La respuesta de Jesús al discípulo no se hace esperar y va cargada de revelaciones. Jesús le enseña a sus discípulos la oración del Padrenuestro y les dice, cuando oren digan: "Padrenuestro…". Desde aquel momento el Padrenuestro se ha convertido en una plegaria, en un rezo que todo cristiano aprende y memoriza, pero que si no se medita en la profundidad de cada palabra, corre el riesgo de ser una plegaria más y no como lo es en realidad, la revelación de lo que Dios es para la humanidad y lo que ha querido en Cristo establecer en su relación con cada persona.
Jesús le enseña a sus discípulos que cuando se dispongan a orar, a dialogar con Dios, recuerden, estén seguros que quien los va a escuchar y atender no es cualquiera, sino el Padre eterno, que lo pueden y deben llamar Papá, porque tampoco es cualquier papá, es el Padre por excelencia, que ama con amor eterno y que demuestra su amor enviando a su Hijo al mundo para rescatar a sus hermanos los hombres del pecado y de la muerte eterna. Es un Padre, por tanto, que ama, perdona y se muestra misericordioso y atento a las necesidades de sus hijos. A Dios hay que alabarlo, reconocer su grandeza, pedir que su Reino de amor y paz se instaure en el mundo; que su voluntad de redimir y salvar a los hombres se haga presente. Como hijo, el cristiano necesita esperar y confiar en su Padre Dios, sabiendo que su voluntad nunca irá en detrimento de sus hijos, al contario, siempre en beneficio de aquellos que ama con inmenso amor. A Dios hay que pedirle lo que necesitamos, material y espiritual (el pan de cada día) y Jesús remarca con tres verbos esto en la relación del cristiano que se sabe hijo de Dios: Pidan, busquen y llamen. "El que pide recibe, el que busca encuentra y el que toca a la puerta se le abre". Así necesita y debe ser la relación del cristiano que sabiéndose amado por Dios y amando a Dios sobre todas las cosas, le pide el pan material, el pan espiritual que es el Cuerpo y la Sangre de Cristo que lo nutre y sus palabras que le dan vida eterna y busca su amor, paz, fortaleza, perdón, justicia y toca a la puerta de su corazón para obtener en cada instante lo que conviene y le es más necesario. Pedir sin pensar que se es impertinente con Dios que ama.
El cristiano sabiéndose pecador, reconociendo su miseria y limitaciones, pide perdón de sus propios pecados, de sus ofensas para con Dios, para con sus hermanos y consigo mismo; sabe perdonar, para esperar y merecer el perdón de Dios que implora por sus ofensas u omisiones y sabiendo que es débil, que por la herida del pecado está propenso a caer, suplica con fe que cuando llegue el momento de ser tentado, de pasar por las pruebas del camino, de la vida cotidiana que seduce con sus placeres, con el poder o el tener, salir victorioso, no sucumbir y que jamás ni nunca el mal tenga la última palabra en su vida, sino siempre y para siempre la última palabra la tenga Dios en su historia personal.
Jesús para terminar de enseñar a sus discípulos les hace un parangón o comparación entre la paternidad de Dios y la paternidad de los hombres, que siendo pecadores, limitados y hasta malos en no pocas ocasiones, saben dar cosas buenas y complacer a sus hijos en todo lo que piden; dice Jesús: "Cuánto más el Padre que está en el cielo dará el Espíritu Santo a quienes se lo pidan". Con esto Jesús enseña que Dios quiere dar todo a sus hijos y la cumbre o cúspide de ese todo es su mismo Espíritu Santo, es decir, Dios mismo morando y viviendo dentro del corazón de cada uno de sus hijos para guiarlo y conducirlo por el camino que lleva a la vida eterna, a la felicidad plena. Después del Espíritu Santo el cristiano no puede esperar ni aspirar nada más, porque Dios es la plenitud de todas las cosas y no hay nada en el mundo que pueda equiparse a Él ni llenar su espacio.
IDA Y RETORNO: Oremos por los seminaristas de Valencia que están realizando las misiones en la comunidad parroquial de San Juan Apóstol del sector Negro Primero en Guacara. Que su labor de llevar el evangelio de Jesucristo a las comunidades que conforman esa parroquia sea fructífera y que sean muchos los niños, jóvenes y adultos que se muevan y den el paso de convertir sus vidas a Cristo, el único Dios y Salvador; el que merece toda nuestra honra y alabanza, el verdaderamente Supremo y Señor de la historia.
Que el Señor premie los esfuerzos y afanes de los padres formadores Luis Manuel Díaz y Álvaro García que con tanto celo pastoral y entrega han demostrado al atender a esa querida y joven parroquia donde están ahorita los seminaristas realizando sus misiones.
Emeterio Gómez:
http://www.eluniversal.com/opinion/130728/cuarta-razon-para-creer-en-dios
Ilustración y brevísima nota LB: : Hemos incurrido en el atrevimiento de invertir la obra de Omar Rayo, tomada de: http://losmejorespintoresdecolombia.blogspot.com/2011/10/galeria-pinturas-omar-rayo.html
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