A propósito de una gráfica
Luis Barragán
Arturo Uslar Pietri, a quien no debemos desconocer sus méritos, constituye un emblema de la política venezolana del pasado. Gozó de un protagonismo que incluyó el exilio amargo, aunque - competente - pudo desenvolverse como docente universitario en Estados Unidos y sobrevivir como a duras apenas otros paisanos lo lograron.
Su obra sigue interesando a los investigadores, como Edgardo Mondolfi y el balance que ha hecho de sus opiniones sobre variados asuntos. Todavía recordamos, por ejemplo, la convicción que expone sobre el personaje, en un sano ejercicio crítico de clartificación, Juan Carlos Rey al ventilar el sistema de partidos; o el tremendismo que exhibió Uslar, ya jubilado de las actividades públicas, haciéndose un notable por los '90.
Contamos con modestos archivos de la vieja prensa, mas no con el tiempo necesario para procesarlos y sustentar algunas impresiones sobre el importante actor político que fue. Periódicos y revistas, actas parlamentarias y videos, esperan por un examen riguroso, lamentando que - presuntamente - no hubiese dejado unas memorias.
Interesa saber del fulgurante ascenso político de un miembro de la llamada Generación de 1928, de la que no se sintió partícipe para tristeza de las consabidas tesis de Ortega y Gasset. En un extenso escrito, Aquiles Certad versaba, a pocos días de los hechos de octubre de 1945, en torno a "una de las carreras más brillantes y rápidas que se han producido en Venezuela" (Billiken, Caracas, nr. 932 de la primera quincena de octubre de 1945).
Refirió - además - que conoció a Uslar al regresar de Europa, atendiendo sus obligaciones como profesor universitario (Economía Política y Finanzas), y concurriendo a sendas tertulias literarias, como las que se daban en la sede de El Universal, mientras trabajaba en la cancillería con Esteban Gil Borges, quien lo designó director de Política Económica. Certad comenta las posteriores responsabilidades, tales como la dirección del Instituto Técnico de Inmigración y el ministerio de Educación, con Eleazar López Contreras; o el ministerio de Hacienda y la Secretaría de la Presidencia, con Isaías Medina Angarita.
El autor de marras lo considera una persona de recto proceder, sencilla, cordial y discreta, cuyo automóvil podía verse estacionado por las tardes, en la sede del Partido Democrático Venezolano (PDV). Tiempos de una feneril actividad que sintetizaba los encuentros habituales con la prensa, los mítines y la cotidianidad política, el profesorado universitario, el despachar miraflorino y las giras al interior para acompañar al Presidente Medina.
Esta rápida nota está motivada por una estupenda fotografía aportada al Facebook por el joven historiador Javier Escala, la que destinamos a una página que denominamos La Afición Histórica. Perteneciente a la colección de la llamada Casa Uslar Pietri, la traemos a colación en el blog.
Fotografía: Arturo
Uslar Pietri (agregado de la Legación), Laureano Vallenilla Lanz
(Ministro Plenipotenciario en Francia) y Caracciolo Parra Pérez. Aunque, nos preguntamos, ¿fue éste canciller de Gómez?
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