Consejos maquiavélicos
Laureano Márquez P.
La historia le juega a veces malas pasadas a sus protagonistas y ha hecho, como leí en algún lado, mucho más alcahueta a la Celestina, mucho más mujeriego a Don Juan y mucho más maquiavélico a Maquiavelo. A él se atribuye la famosa idea de que “el fin justifica los medios”, frase que nunca escribió quien es considerado el primer politólogo de la historia, oficio que tampoco goza de buena fama. De estudiantes universitarios, contábamos aquella anécdota de que, muerto un colega politólogo sin medios de fortuna, como es natural, se emprendió una colecta pública para su entierro y ante el requerimiento de que colaborara con 1.000 bolívares para el entierro de un politólogo, un bromista accedió a hacerlo con el doble de la cantidad solicitada diciendo: Toma 2.000 bolívares y entierra a dos”. Un maquiavélico sin duda.
Del tan malvado personaje dijo Spinoza lo siguiente: “... Quizá Maquiavelo haya querido demostrar que un pueblo libre sabe guardarse de confiar su salvación a un solo hombre. Pues éste, a menos que sea excesivamente vanidoso, y que se imagine que le es posible complacer a todos los súbditos, temerá constantemente las conjuras, se verá obligado a estar al acecho en defensa propia y ser él quien engañe al pueblo, en lugar de velar como debiera por los intereses generales”.
Maquiavelo decía que no hay nada mejor para conocer a un gobernante que verlo desde abajo, es decir, desde el lugar de los gobernados. Examinando de esta manera el poder de su tiempo, hizo una especie de manual de recomendaciones políticas que se conoce con el nombre de El príncipe, considerado como el primer texto de ciencia política.
He aquí algunos consejos de Maquiavelo:
“Una de las mayores prudencias en el hombre es abstenerse de amenazar o insultar, porque ambas cosas hacen más cauto al enemigo, en vez de debilitarlo, aumentan su odio contra ti y le incitan a vengarse”.
“Los hombres recorren casi siempre los caminos trillados por otros y en sus acciones apenas si hacen más que imitar a sus predecesores”.
“Los tiranos que hacen amistad con el vulgo y se enemistan con los grandes están más seguros, pues sostiene su violencia una fuerza mayor que la de aquellos que tienen al pueblo por enemigo y por amiga a la nobleza”.
“Conviene obrar de modo que, cuando el vulgo ya no crea, se le pueda obligar a creer por la fuerza”.
“El pueblo se engaña en lo general pero no en lo particular”.
“No hay cosa más perniciosa que tener en suspenso y medrosos a los súbditos con continuas penas e injurias, porque los hombres que sospechan su mal se fortalecen en el peligro y se vuelven más audaces y más despreocupados en intentar innovaciones”.
“Los hombres olvidan antes la muerte de su padre que la pérdida de su hacienda”.
“Uno de los medios más eficaces contra las conspiraciones es no ser aborrecido por la mayoría de los gobernados”.
“No existe nada que dé tanta estabilidad y firmeza a una república, como disponerla de suerte que los humores alterados tengan una vía de descargo establecida por las leyes”.
Cualquier similitud con la realidad es culpa de la realidad, que se niega a cambiar desde el 22 de junio de 1527, fecha en que murió Nicolás Bernardo Maquiavelo.
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