domingo, 7 de julio de 2013

¿Y SI EXTRAEMOS UN SOLO EJEMPLAR ...?

¿Políticos pensantes?
Ox Armand  


Un amigo me comentó el Tweed de Iván Méndez (@ivanxcaracas)  sobre los libros y  los políticos o, más exactamente, con sus actos. A simple vista, no parece una relación virtuosa, pero son diferentes las perspectivas para tratarla. Digamos que ¿lo primero es el libro y después el testimonio político, o a la inversa?  En un caso, estaríamos hablando del intelectual que se mete en política, realizando su programa. Sería como un tecnócrata que tiene éxito previamente, como ciertos ministros de Carlos Andrés Pérez II, y luego debe probarlo con la ventaja del “ya lo dijo antes”. O si se tratara del libro en sí mismo, dedicado a otras cosas, como la novela, estaría moralmente autorizado como lo estuvo Rómulo Gallegos o Arturo Uslar Pietri.

El otro caso, se refiere al político práctico, tan práctico que nunca ofrece con antelación sus ideas sistematizadas. Vale la eficacia, no el dogma. Deben otros interpretarlo y escribir, porque – a lo sumo – lo que puede publicar luego son sus memorias, la compilación de los discursos o las entrevistas concedidas. Pérez fue prolijo en discursos y hay antologías oficiales extraordinarias, no sin comentar que Agustín Blanco Múñoz o Alfredo Peña recogieron eficazmente su pensamiento en sendas obras de entrevistas, como no pudieron hacerlo Roberto Giusti y Ramón Hernández.

El prototipo clásico del dirigente político venezolano, fue el que pensaba y el que actuaba. Vale decir, el que simultáneamente reflexionaba según previera o evaluara sus actos. Y de todas las tendencias: Rómulo Betancourt, Rafael Caldera y Gustavo Machado, por ejemplo. Otro ejemplo, Rodolfo José Cárdenas, Domingo Alberto Rangel y Carlos Canache Mata. Digan lo que digan, se dedicaban.  José Rodríguez Iturbe, Teodoro Petkoff y Constantino Quero Morales. Además, político que se preciara, escribía semanalmente en la prensa. Pero todo decayó. La política banal de veinte o diez años para acá, les exige un estudio de televisión y el ventajoso reportaje de la prensa, antes que tinta constante y sonante. Todo (a mi modo de ver) degeneró, comenzando por los que les hacían los artículos ubicados en los espacios graciosamente concedidos por periódicos y portales. Hay quienes jamás necesitaron demostrar sus ideas, afinar sus planteamientos, darle consistencia a sus propuestas, apelando al lugar común que otros interpretaban, como Chávez Frías. Por añadidura, goza de todo el fondo editorial de El Perro y La Rana o Monte Ávila para sus intérpretes y linsonjeros de oficio.

Además, ¿quién duda de la influencia de algunos políticos, autores de obras que sentaron precedentes? ¿”Venezuela, política y petróleo” de Rómulo Betancourt no influyó determinantemente en nuestra compartida visión de país? Incluso, un amigo ya adelanta un seminario en la UCV sobre libros de marcada trascendencia, como el de Betancourt, “Especificidad de la democracia cristiana” de Caldera, “Checoeslovaquia, el socialismo como problema” de Petkoff, “Del buen salvaje al buen revolucionario” de Carlos Rangel, entre otros. Pero ¿hoy se pide un libro porque hay un sector serísimo de la opinión pública?

Todo político que se tenga por tal, es pensante. Otra cosa es la piratería: se hace pasar por meditabundo. Una anécdota: un connotado político quiso por escenario una universidad al sur del país. Y, al solicitarlo a otro amigo, por cierto,  me dijo que le negó la posibilidad ya que iba a hablar de la política diaria, no del derecho del trabajo como Caldera, por decir algo.

http://www.opinionynoticias.com/opinionpolitica/15807-ipoliticos-pensantes

No hay comentarios:

Publicar un comentario