3) Libros, prensa, parlamento y... política
Luis Barragán
Para el acuerdo y el desacuerdo, se hizo costumbre adquirir los más recientes títulos de
Domingo Alberto Rangel. Gracias a Vadell Hermanos, versaba sobre el acontecer nacional
con ese sabroso estilo de punzante polemista al que pareció faltarle la curul a objeto de
intercambiar las razones y emociones que el vivo debate prodiga, considerándolo mejor
aún por sus viejas entregas de la editorial Pensamiento Vivo: añejado, favorecidos por la
perspectiva histórica, lo disfrutamos con sus opiniones sobre las relaciones con Estados
Unidos, la industrialización, el bolívar y hasta la transcripción de las clases de historia
económica que impartió, semillero de temas y afiladas metáforas.
El largo entrevistador de Juan Pablo Pérez Alfonzo, se dejó descubrir como novelista y, a
partir de “Las grietas del tiempo”, clave para entender toda transición, pesando las maniobras
literarias que más de las veces no conseguían barnizar al ensayista, confirmó lo dicho por la
crítica especializada. Una vez, Fernando Spiritto observó algunos errores en su serie “Capital
y desarrollo”; otras, descubrimos lo propio en algunos de sus ensayos; y, hasta con razón,
Javier Escala, cursante de historia, recordó que Germán Carrera Damas lo desestimaba: está
pendiente una justa sentencia lo más definitivamente posible sobre el riguroso polemista que
siempre fue. No obstante, hay dos facetas que necesitamos ponderar.
En efecto, la del periodista incansable que retrató y se dejó retratar: articulista de
fuste, también fue objeto de las tempestades que, en nuestras frecuentes incursiones
hemerográficas, se revela como protagonista de escena. Y la del fiero parlamentario que,
ahora, paulatinamente, leemos y, aunque es meritorio el ensayo que le dedicara Simón Sáez
Mérida en la materia, hacemos nuestra la hipótesis de una brillantez incuestionable que
también se explicó por la de muchos de sus interlocutores al abordarm los antiguos Diarios de
Debates.
Queda a los historiadores y politólogos valorarlo en el medio político, pues pudo llegar muy
lejos camino al poder. Sin embargo, por lo pronto, a los fines de las presentes notas alusivas,
nos permitimos establecer un paralelo con Arturo Uslar Pietri, pues, ambos abogados, se
convirtieron en economistas o, mejor, en consumados catedráticos de la economía política
que los llevó a la docencia universitaria; y, ambos, después de incentivar y fundar sendos
partidos políticos, repentinamente los abandonaron.
Fotografías y nota: LB, reproducimos la estupenda portada de Mateo Manaure. Fue la segunda o tercera vez que leímos una obra de Rangel. Hecha a "pepa de ojo", desde la cárcel, sin las referencias a la mano, evidentemente que hay discrepancias sobre la interpretación política de aquellos años. Empero, cuán grato se nos hizo - y hace - leerlo y releerlo, por ese verbo de parlamento insomne que tanto nos gusta.
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