FAN: mentir, mintiendo (se)
Luis Barragán
Una de las más recientes actividades cívicas de protesta, las madres
venezolanas se apersonaron a las puertas de la Comandancia General de la GNB. A
pesar del peligro que significaba, siéndoles imposible ocupar la cercana Plaza
Madariaga que ya un pálido grupo de civiles chavistas – seguramente armado –
dominaba, partieron desde las puertas del colegio San José de Tarbes de El
Paraíso.
El grupo representativo de las enlutadas mujeres se plantaron frente a la
sempiterna barrera antimotines para transmitir su mensaje, encabezado por María
Corina Machado. Lo dieron, poblado el lugar por distintos medios de
comunicación y muy a pesar del alto parlante en el que la Comandancia hizo gala
de la violación del artículo 328 de la Constitución.
El llamado de las protestatarias fue de hondo calado, haciendo suyo el
momento histórico que vivimos, mientras que el del componente militar se
distinguió por una sucesión de consignas partidistas que, fingiendo la paz,
alzó la bandera del madurato cobarde. Simplemente, mintió mintiendo sobre una
constituyente que todos sabemos que no es tal al leer atentamente el texto
constitucional y al apelar a la razón más elemental.
Precisamente, tratamos de la pérdida de la razón a estas alturas del siglo
y muy bien podrían afirmar que la tierra es plana y que un baño de agua a cien
centígrados o más, no quema. Por absurda que fuese, se trata de cumplir con una
orden militar que nada tiene que abonar al oficio desempeñado, a la profesión
elegida y a la vocación que se supone a la vez que, por citar un ejemplo, el
llamado Arco Minero o la reclamación del Esequibo, se traducen en una afectación dramática de
nuestra integridad territorial.
Por cierto, ocurrió un hecho significativo al concluir la misa dominical
del San José de Tarbes, pues, el sacerdote, adscrito a la capellanía de la GNB,
decidió no darla más en adelante al interpretar que las peticiones de los
feligreses a favor de la libertad de Venezuela, por el alma de los jóvenes
fallecidos, en atención a la injusta represión que padecen frecuentemente los
habitantes del sector, significa llevar la política a la Iglesia. Dirimiendo un
conflicto personal, el joven sacerdote a quien estimamos y le reconocemos el
esfuerzo que ha realizado por más de siete meses al oficiar la misa, decidió no
acudir más: respetamos su decisión, aunque no la compartamos.
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