TeleSur, el vulgar megáfono
Luis Barragán
Iniciándose TeleSur, fue escasa la importancia que le concedimos a una
iniciativa que todavía tiene por principal soporte, nuestras divisas. El
extinto presidente, insigne vociferador, se exhibía como una víctimas
predilectas de las transnacionales de la información que, por entonces, eran
muy benevolentes con él.
Recordamos, incluso, que cierto lunes debíamos atender a una rueda de
prensa y exhibimos, como uno de los temas, el ejemplar original de una Gaceta
Oficial que nos proveyó Carlos Asuaje, experto aduanero que, a última hora del
viernes anterior, la adquirió por razones de oficio, sorprendido por una
decisión gubernamental adicional. Ésta, anunciaba la constitución de la emisora
no menos transnacional, una particularidad del renglón, porque el Estado
venezolano la emprendía desembolsillando más de un millón de dólares para los
trámites inaugurales.
Mayor sorpresa la nuestra, la prensa del patio fue indiferente ante la
denuncia, impuesta una línea editorial a los partidos mismos, capaz de soslayar
uno de esos “matices menores”, según nos explicó luego una periodista amiga.
Por lo demás, hoy pasa inadvertida una empresa inauditable, con sede en
Caracas, capaz de mentir sistemáticamente sobre nuestras realidades y las del
mundo, con la asidua versión – naturalmente interesada – de los periodistas cubanos que las desean una
constante épica propagandística de la revolución obscenamente simplificadora de
todo lo que ocurre en el orbe.
Poco podemos agregar a la estafa informativa del canal, pues, tomando
imágenes actuales de las jornadas de protesta de la oposición, como la
conmovedoramente nocturna que repletó de luces esperanzadoras a Venezuela, o de
las más viejas movilizaciones chavistas, las hizo pasar como si fuesen
expresiones de un oficialismo que pacíficamente lidia con una monstruosa
conspiración de la derecha de sus tormentos. Al lado de bloqueo de las emisoras
informativas que han dado testimonio de la más cercana e íntima cotidianidad de
los noticiosos días que transcurren, como TNT24 o CNN en español, por sólo
citar un par de casos, destaca el estruendo audiovisual del totalitarismo
televisivo que convierten la gracia en una inaceptable morisqueta reñida con la
más elemental ética.
Semanas atrás, apreciamos la intervención de un diputado uruguayo, Daniel
Radío, quien dio un importante testimonio de solidaridad con la causa
democrática del pueblo venezolano, emplazando a su gobierno a la revisión de
una patética adscripción a TeleSur. Éste, un laboratorio de la desinformación,
ha atropellado mil veces la verdad y, nada rentable, tiene por único soporte la
confiscación del bolsillo de los pueblos que pagan su cuota adscribiéndose al
vulgar megáfono de la dictadura de Maduro Moros.
28/05/2017:
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