EL NACIONAL, Caracas, 6 de mayo de 2017
Paz, terrorismo y Villeguitas
Ramón Hernández
Pocos venezolanos le han hecho tanto daño a la república como Antonio Leocadio Guzmán. Que el siglo XIX venezolano fuese ese sortilegio de injusticia, atraso, precariedad y derramamiento de sangre tiene su origen en su verbo, acicate de la demagogia y el populismo. Nunca llegó a ocupar la jefatura del Estado, pero ayudó a mantener sueltos los demonios que se soltaron en la matazón que fue la guerra de Independencia.
Antonio Leocadio –pluma y corazón de El Venezolano, el periódico de los liberales– escogió como lema una frase que se mantiene en las mitocondrias de nuestra díscola, retrechera e igualitaria sociedad: “Más quiero una libertad peligrosa que una esclavitud tranquila”. No fue por azar que el primer diario que se funda en la naciente democracia, El Mundo, adoptara esa contraseña de vida. Sus fundadores, el editor Miguel Ángel Capriles y el historiador Ramón J. Velásquez, perseguidos de la dictadura recién derrocada, conocían de los peligros que implica la libertad.
No es el caso del ministro Ernesto Villegas, que si algo lo distingue es su capacidad de fingir que sabe cuando en verdad sabe poco y que como consecuente cuadro de la Juventud Comunista la libertad nunca fue su desvelo, prefería la disciplina y la obediencia ciega. Obviamente no fue idea suya, sino de sus tutores cubanos expertos en guerra psicológica los que determinaron que había que llamar terroristas a los opositores. Mucho antes de que empezaran las protestas pacíficas tanto en el gobierno como en el PSUV, cada vocero, cada declarante, cada locutor o perifoneador incorporó a su vocabulario esa palabra que degrada y convierte en lacra exterminable al que se la achacan. Preparaban el terreno. Villegas tiene sonrisa de bruja y la exhibe sin pudor.
Así como los presuntos hampones son “eliminados” o “caen abatidos” cuando literalmente se les aplica una pena de muerte que no existe sin otro indicio que la presunción de culpabilidad, a los opositores que antes llamaban escuálidos, disociados, apátridas y traidores, ahora le adosaron el apelativo “terroristas”, con lo que justifican la saña, el salvajismo y crueldad con la que sus sicarios uniformados embisten las protestas pacíficas. Suponen que la ciudadanía aceptará que en la lucha contra el terrorismo todo es válido. Se equivocan los cubanos y se engaña Villeguitas. El 94% de la población no acepta la paz de la servidumbre ni la mansedumbre de la esclavitud. Desde antes de Antonio Leocadio han preferido el peligro de la libertad. Presto historia de Venezuela, sin páginas censuradas.
Fuente:
http://www.el-nacional.com/noticias/columnista/paz-terrorismo-villeguitas_180735
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