De la sofocante extemporaneidad
Luis Barragán
Pocas veces ocurre, el primer y aún más distraído vistazo genera inquietud,
autorizando los otros que llevan a una más pausada reflexión. Suponemos que
toda novedad artística lo es, cuando suscita una poderosa o cierta desazón e,
inadvertidamente, contribuye a una interpretación de las realidades que suelen
confundirnos.
Navegándolas al azar en una noche de lidia con el insomnio, inmediatamente
volvimos al motivo gráfico que tecleó nuestra curiosidad en las redes.
Recortada la silueta de una tanqueta cotidiana con su inequívoco cañón, sobre
el breve paisaje de una empinada barriada popular, supimos de la más reciente
versión de una extemporaneidad que nos sofoca.
No tardamos en saber de Pepe López, gracias a una breve orientación de
Nicomedes Febres, las limitadas imágenes reportadas por Google y una directa
comunicación con el artista al servirnos de una tecnología que parecía
imposible más de dos décadas atrás. Advertimos una
faceta de su obra que, al actualizarla, nos actualiza con el país que
presumimos por siempre de un fácil e inmediato
reconocimiento.
Muy pocos escapan del indecible deterioro de nuestra calidad de vida,
encarcelados por el hampa – además – organizada, relegados por un salario real
de subsistencia, resignados a una vivienda cada vez más frágil, aquejados por
eso que llaman los expertos la incongruencia de estatus. Cerca de nuestro propio
domicilio personal, pendientes de alguna refriega de proyectiles de algo más
que lacrimógenos que pueda afectar a una urbanización venida a menos,
apreciamos desde el balcón la cada vez más lenta e incierta remodelación de un esquinero
pent-house que aspira a una planta
adicional para la prole que ha crecido, teniendo por trasfondo el desarrollo
acelerado de una barriada que pareciera el resultado de una feria gratuita de
cabillas y cemento enquistada en lo que fue la respetada zona de un parque
nacional, menos de cinco o seis años atrás.
La terrible silueta recortada adquiere el encaje de una granada de mano,
una pistola, una Kaláshnikov ya de escolar familiaridad, o se abanica francamente con
una inerte figura humana en la punta del copado cerro, incurriendo en el audaz y aparentemente absurdo injerto
de una escultura clásica contra el paisaje de los “ranchos” mil veces
abigarrados que se empinan aferrados a la colina también utópicamente
antisísmica. Entendemos, el código por excelencia es el de las viviendas de
paredes no frisadas, despobladas o con el inexistente indicio de la vivacidad
de una motocicleta o de un jeep que las surque, silentes y
resignadas al viento: encaramamiento de encaramamientos, el dato estético
adquiere otra significación que lo aparta o quizá le da una sorprendente
continuidad a la obra de Meyer Vaisman, cronista infalible de los años del
esplendor petrolero.
El idioma es el de la violencia, cruce de un
centenar de dialectos para la angustia rutinaria, a la que Jenny Guerrero Tejadas
avistó con una fuerza identitaria que hoy las circunstancias dicen legitimar (http://www.saber.ula.ve/bitstream/123456789/28992/1/articulo8.pdf). Y esto,
por el sostenido discurso del poder establecido, cuyas concreciones
naturalmente indignan a López, denunciándolo con las armas de las que dispone.
Un discurso que, por cierto, no soporta el análisis
marxista de clase, habida cuenta del tal socialismo de esta otra centuria, ni
la recurrentes disertaciones que apuntaban a las televisoras en manos privadas,
hoy en la práctica todas estatizadas. Celebrada la muy arriesgada captura y
devolución del violín destrozado a Willy Arteaga, por el contingente militar, en medio de una faena represiva de la protesta
ciudadana, el discurso es propio del
empleo de la fuerza bruta y de su lenguaje, inscrito en una cultura de la
muerte, de la agresión y del cinismo militante.
Proveniente del mundo de la sastrería, el término “beskope” o sus
variantes “made to measure” y “su misura”, avisa de una técnica de elaboración
artística que, al aspirar un fiel reflejo de la presente etapa histórica, puede
finalmente emblematizarla. Suerte de
anticuerpo, acaso un remedio homeopático, al representarla, la violencia
tropieza con un lenguaje alternativo que ojalá prospere: únicamente el arte
puede lograrlo.
29/05/2017:
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