Pacífica auto-organización
Luis Barragán
Más de un mes de sólida y generalizada protesta, con un saldo lamentable de
muertos y malheridos, llevan a la auto-organización ciudadana. Esencialmente
defensivas, las iniciativas apuntan al inmediato auxilio de las víctimas,
mientras se intenta una muralla de contención en las faenas de calle.
Iniciativas que están muy lejos de las deseadas por el gobierno para
entablar su soñada guerra civil de salvación, pues, nadie responde con arma
alguna a las agresiones salvajes en las autopistas y otros lugares convertidos
en un represódromo para el deleite de
los más altos funcionarios. Por lo
momentos, de un modo u otro, le ha sido difícil infiltrar las multitudinarias
concentraciones y marchas, pero debe estar prevista una mejor destreza.
La muchachada de la Cruz Verde y de los Cascos Azules, junto a sus profesores
de medicina, recorren toda actividad pendientes del otro y de los otros que
puedan caer víctimas de la represión, como quisiéramos que estuviese la Cruz
Roja Internacional. Convertidos en un objetivo favorito de los grupos
paramilitares que los asedian cuando pueden, irrespetando una norma universal
que impide agredir a médicos y paramédicos en las faenas bélicas, pretenden
burlarse de la solidaridad inmensa de una juventud que nos llena el pecho de un
legítimo orgullo.
Congelado por un instante el drama, una extraordinaria fotografía de Miguel Gutiérrez para la agencia EFE, nos reporta a la GNB que espera atacar a la ciudadanía apenas escudada por trozos de madera y de latón pintados, cuyos portadores son muy jóvenes, de cabezas trapeadas, cercanos aquellos utensilios que contienen agua para depositar las bombas lacrimógenas recibidas, cuando no logran devolverlas con la mano enguantada y una pedrada de la más impotente rabia que lleva impresa la Constitución violentada, esgrimiendo alguna simbología de templarios u ordenados de Malta que revela la incipiente inquietud política, ideológicamente necesitados de una dimensión actualizada dado estos años de enorme retroceso en términos de cultura política. Expuestos en primera fila, despliegan un envidiable movimiento que esquiva los proyectiles, encaran a los operadores de tanquetas y ballenas, aunque – desarmados – padecen del encontronazo artero de la policía, los grupos paramilitares y militares, pues, la GNB no es otra cosa que un componente militar.
Congelado por un instante el drama, una extraordinaria fotografía de Miguel Gutiérrez para la agencia EFE, nos reporta a la GNB que espera atacar a la ciudadanía apenas escudada por trozos de madera y de latón pintados, cuyos portadores son muy jóvenes, de cabezas trapeadas, cercanos aquellos utensilios que contienen agua para depositar las bombas lacrimógenas recibidas, cuando no logran devolverlas con la mano enguantada y una pedrada de la más impotente rabia que lleva impresa la Constitución violentada, esgrimiendo alguna simbología de templarios u ordenados de Malta que revela la incipiente inquietud política, ideológicamente necesitados de una dimensión actualizada dado estos años de enorme retroceso en términos de cultura política. Expuestos en primera fila, despliegan un envidiable movimiento que esquiva los proyectiles, encaran a los operadores de tanquetas y ballenas, aunque – desarmados – padecen del encontronazo artero de la policía, los grupos paramilitares y militares, pues, la GNB no es otra cosa que un componente militar.
En días pasados, llegando exhaustos de una manifestación, no logramos acceder a nuestro lugar de residencia rodeado por las fuerzas represivas. Enfrentaban a los jóvenes de las clases medias y populares que concurrieron a protestar y a defender a los vecinos de los ataques, con una agilidad asombrosa, devolviendo parte de los cartuchos disparados, protegidos por cualquier lámina que encontrasen, durante prolongadas horas: una larga resistencia que avisa de una generación más firme, dispuesta y decidida que tendrá que redoblar sus esfuerzos para reconstruir el país después que pase la tormenta. Y, por más que lidiamos con el oficial a cargo que no sabía muy bien qué hacer con el diputado reclamante, hacerlo preso o ceder a su petición, optó por sacarlo a la fuerza del lugar antes de “mearle la credencial”, como dijo.
Fotografía: Miguel Gutiérrez (EFE).
08/05/2017:
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