Hazaña, épica, heroísmo
Luis Barragán
Solemos desconfiar de algunos términos vapuleados por el poder establecido en
los últimos años, cuyos ocupantes se tienen por hazañosos, épicos y
heroicos. El día que recobremos plenamente
la libertad, recuperaremos también el sentido, autenticidad y vigencia de voces
que muy bien le conceden un justo significado al esfuerzo voluntario, desprendido
y persistente de personas y movimientos que, teniendo por delante una
gratificante humildad, nos reconcilian con lo mejor de la oposición
democrática.
Dando un testimonio espontáneo de ciudadanía, al calor de las más duras y
difíciles circunstancias, surgen sendos grupos de auxilio médico y paramédico,
como el de la Cruz Verde o los Cascos Azules, metidos en el riesgoso corazón de
las manifestaciones cívicas, convertidos sus integrantes en el objetivo
favorito de la respuesta represiva. O abogados que, organizados o no por el
meritorísimo Foro Penal, diligencian gratuitamente la libertad de los
injustamente detenidos gracias al relámpago escabroso de una sistemática,
selectiva o masiva persecución que burla los más caros y elementales principios
constitucionales.
Igualmente, citemos a los vecinos de casas o apartamentos lacrimogenados o
abaleados que prontamente refugian a quienes huyen del candelazo irresponsable
y a ciegas de las fuerzas de opresión, aumentando el peligro de un allanamiento
al azar de las fuentes del temido cacerolazo que las aturde. Debemos incluir a
los más osados jóvenes que se colocan con sus artesanales escudos, enguantando
la mano para devolver los cartuchos de gas, en una primera fila defensiva ante
las tanquetas y ballenas para las cuales no tienen más entrenamiento y destreza
que la de su apasionado fervor venezolanista, deseándolos el gobierno como el
grupo paramilitarmente adiestrado de sus sueños por una guerra civil de
salvación continuista.
Nada aficionados a los selfies
recreativos, por casualidad, al marchar en una ocasión con el profesorado de la
USB, tuvimos ocasión de descubrir a Mónica Kräuter, quien
nos hizo el honor de compartir una fotografía tomada por Luis Buttó. Ella, químico de profesión, es la autora de
un utilísimo catálogo de recomendaciones para neutralizar los efectos de los
gases tóxicos arrojados a una población desarmada, proteste o no, investigando
la docente otras sugerencias afines. Y, además de agradecerle la gráfica, lo
hicimos porque – sencillamente – sus consejos fueron aplicados en casa,
limpiándola del tremebundo gas que la invadió, aunque el impacto de una bala
quebró el vidrio del vecino, cuyo ventanal exhibe una gruesa pieza de cartón ya
que no consigue la adecuada lámina transparente.
Si no estuviesen
tan desprestigiados los premios de la paz, fueren o no de Oslo, estas personas
y movimientos deberían reconocérseles por una tarea que, repetimos, tiene la
humildad como su mejor verdad. Habrá oportunidades futuras de historiar los
días que cursan para reivindicar la hazaña, la épica, el heroísmo que acentúa
una lucha tan desigual frente a la dictadura, aunque sabemos que hacer la
historia más de las veces es distinta a escribirla: no siempre sus hacedores
realmente la hacen y no siempre sus escribidores la protagonizan, falseándola.
La semana que
concluye, tuvimos ocasión de conocer personalmente a Álvaro de Lamadrid,
parlamentario argentino que se apersonó en el hemiciclo de sesiones de la
Asamblea Nacional, imponiéndose de la situación real del país. Lamentablemente,
no sabíamos de su visita y nos hubiese gustado intercambiar impresiones con el
destacado dirigente de Unión Cívica Radical (UCR), autor de una interesante
bibliografía apenas explorada por las redes: agradecemos inmensamente su
solidaridad.
Idéntico
agradecimiento merece el diputado uruguayo Daniel Radío, quien denunció a viva voz la realidad
venezolana en la Asamblea General de Montevideo, con un exacto conocimiento y
un estupendo afecto por la causa de la democracia, libertad y justicia. De una
extraordinaria claridad, supo ahondar en las características de un régimen que,
como el de este siglo, nos ha hundido como Radío tampoco pudo adivinar cuando
lo conocimos en nuestro país, luego de El Caracazo.
Fotografías: MK y LB en la cámara de Luis Alberto Buttó. Álvaro de Lamadrid comparte en la cámara, entre otros, con LB, Cheo Hernández, Mariela Magallanes, Juan Pablo García, LB, Carlos Bastardo.
14/05/2017:
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