Explicar a Sofía
Nicomedes Febres
* Ayer en la madrugada escribí mi columna y la publiqué antes de leer la página web de El Nacional, por la que me enteré de su muerte de Sofía luego de haber publicado el artículo. Sabía desde hacía días que estaba muy enferma y Anapina mi esposa y mi hermana Zoraida, con quienes compartía un gran afecto mutuo, la habían visitado hacía horas. Pese a la tristeza que me embarga por su partida, pensé ayer mucho en su persona y en todo lo que la gente no sabe de una mujer tan emblemática como ella lo fue. Ese endeble cuerpo de mosquito con un corazón de leona lo portaba un ser muy polifacético. Primero, una mujer que se puso al mundo por montera y disfrutó de todo lo que se decía de ella, de lo buena y de lo malo. Como mujer era polémica porque era una gran luchadora, irreverente porque la cabeza la usaba para pensar, leal con sus afectos hasta la locura, disciplinada y ambiciosa en la vida como la que más, con pasiones que bebía a grandes sorbos porque Sofía era insaciable en sus sentimientos. Tenaz y estoica como nadie se imagina. Era además una mujer extraordinariamente seductora que intimaba con quien ella quisiese porque no se atenía a los convencionalismos. Además como persona psicoanalizada poseía una seguridad que dejaba perplejo a todos. Sabía convertir a un comentario impertinente en el más entrañable de los consejos y con una prudencia inimaginable. Otras veces sus críticas eran tan ácidas que daban risa y siempre tocaba los temas íntimos con un desparpajo comprensible solo para aquellos que habíamos pasado por el largo y doloroso proceso del psicoanálisis, de lo cual también hablábamos cuando estábamos ella y yo en privado.
Puedo recordar muchas frases irreverentes que me decía y con las cuales ambos nos reíamos mucho, por ejemplo, un día se acerca y me dice: Nicomedes, estás muy gordo y si fueras homosexual te morirías virgen. A lo que le respondí: no mi amor, sabes que de esa pata no cojeo, y seguimos conversando como si nada. Otro día le dije sabiendo que conocía de mi afición a las fotos antiguas: Sofía tengo una foto tuya en traje de baño que no te es favorecedora, a lo que respondió: si la publicas te mato, y ambos nos reímos. Puedo recordar muchas anécdotas como esas y de tono más subido, no solo conmigo, sino también con Zapata, con Simón Alberto Consalvi y un par de amigos más, que siempre terminaban en torneos de sarcasmos y chascarrillos donde todos celebrábamos cada ocurrencia. No me siento en el ánimo de escribir un panegírico protocolar de Sofía porque ella merece mucho más que eso y detestaba los convencionalismos. Prefiero en otra oportunidad hablar de cómo era ella en privado para que sus muchas seguidoras e imitadoras entiendan los límites a los que llegó el coraje de ese personaje, desde el cómo se manejó en este mundo machista para volcarlo a su favor, o de cómo podían convivir dentro de ella, la mujer, la persona, el personaje, la periodista o la promotora cultural y de acuerdo a las circunstancias realizaba el performance a su conveniencia. Era muy confiada en sus afectos y amaba a la inteligencia como virtud en los demás. Sentía al museo como su museo particular, era el museo de Sofía, nunca se vio a sí misma como una burócrata, detestaba el espíritu burocrático y asumía muy rápido sus decisiones. Por eso fue la gran gerente cultural que todos conocimos. Esa pasión la volcaba en cada acto a favor de la institución; los galeristas extranjeros le tenían terror porque a la hora de negociar era una negociadora implacable y gustaba de regatear precios y siempre salía victoriosa. A los artistas otro tanto, verla negociando con Botero, Soto y muchos otros era un espectáculo inimaginable. Así conseguía muchas donaciones y aportes para el MACCSI, para su MACCSI. Sin esa pasión, sin esa entrega, a veces tormentosa, es imposible construir la gran obra que ella nos legó. Te amo Sofía y eres inolvidable.
* Las fotos son de la presentación de mi libro Arte y Embutidos del año 2000 y una más reciente en la exposición de mi querida Rayma en la galería D´Museo hará unos 4 años. Fotos cortesía de mi cuñado Leopoldo Díaz.
Fuentes:
https://www.facebook.com/nicfebres/posts/10211405942845026
http://opinionynoticias.com/opinioncultura/29130-sofia-imber-
Nicomedes Febres
* Ayer en la madrugada escribí mi columna y la publiqué antes de leer la página web de El Nacional, por la que me enteré de su muerte de Sofía luego de haber publicado el artículo. Sabía desde hacía días que estaba muy enferma y Anapina mi esposa y mi hermana Zoraida, con quienes compartía un gran afecto mutuo, la habían visitado hacía horas. Pese a la tristeza que me embarga por su partida, pensé ayer mucho en su persona y en todo lo que la gente no sabe de una mujer tan emblemática como ella lo fue. Ese endeble cuerpo de mosquito con un corazón de leona lo portaba un ser muy polifacético. Primero, una mujer que se puso al mundo por montera y disfrutó de todo lo que se decía de ella, de lo buena y de lo malo. Como mujer era polémica porque era una gran luchadora, irreverente porque la cabeza la usaba para pensar, leal con sus afectos hasta la locura, disciplinada y ambiciosa en la vida como la que más, con pasiones que bebía a grandes sorbos porque Sofía era insaciable en sus sentimientos. Tenaz y estoica como nadie se imagina. Era además una mujer extraordinariamente seductora que intimaba con quien ella quisiese porque no se atenía a los convencionalismos. Además como persona psicoanalizada poseía una seguridad que dejaba perplejo a todos. Sabía convertir a un comentario impertinente en el más entrañable de los consejos y con una prudencia inimaginable. Otras veces sus críticas eran tan ácidas que daban risa y siempre tocaba los temas íntimos con un desparpajo comprensible solo para aquellos que habíamos pasado por el largo y doloroso proceso del psicoanálisis, de lo cual también hablábamos cuando estábamos ella y yo en privado.
Puedo recordar muchas frases irreverentes que me decía y con las cuales ambos nos reíamos mucho, por ejemplo, un día se acerca y me dice: Nicomedes, estás muy gordo y si fueras homosexual te morirías virgen. A lo que le respondí: no mi amor, sabes que de esa pata no cojeo, y seguimos conversando como si nada. Otro día le dije sabiendo que conocía de mi afición a las fotos antiguas: Sofía tengo una foto tuya en traje de baño que no te es favorecedora, a lo que respondió: si la publicas te mato, y ambos nos reímos. Puedo recordar muchas anécdotas como esas y de tono más subido, no solo conmigo, sino también con Zapata, con Simón Alberto Consalvi y un par de amigos más, que siempre terminaban en torneos de sarcasmos y chascarrillos donde todos celebrábamos cada ocurrencia. No me siento en el ánimo de escribir un panegírico protocolar de Sofía porque ella merece mucho más que eso y detestaba los convencionalismos. Prefiero en otra oportunidad hablar de cómo era ella en privado para que sus muchas seguidoras e imitadoras entiendan los límites a los que llegó el coraje de ese personaje, desde el cómo se manejó en este mundo machista para volcarlo a su favor, o de cómo podían convivir dentro de ella, la mujer, la persona, el personaje, la periodista o la promotora cultural y de acuerdo a las circunstancias realizaba el performance a su conveniencia. Era muy confiada en sus afectos y amaba a la inteligencia como virtud en los demás. Sentía al museo como su museo particular, era el museo de Sofía, nunca se vio a sí misma como una burócrata, detestaba el espíritu burocrático y asumía muy rápido sus decisiones. Por eso fue la gran gerente cultural que todos conocimos. Esa pasión la volcaba en cada acto a favor de la institución; los galeristas extranjeros le tenían terror porque a la hora de negociar era una negociadora implacable y gustaba de regatear precios y siempre salía victoriosa. A los artistas otro tanto, verla negociando con Botero, Soto y muchos otros era un espectáculo inimaginable. Así conseguía muchas donaciones y aportes para el MACCSI, para su MACCSI. Sin esa pasión, sin esa entrega, a veces tormentosa, es imposible construir la gran obra que ella nos legó. Te amo Sofía y eres inolvidable.
* Las fotos son de la presentación de mi libro Arte y Embutidos del año 2000 y una más reciente en la exposición de mi querida Rayma en la galería D´Museo hará unos 4 años. Fotos cortesía de mi cuñado Leopoldo Díaz.
Fuentes:
https://www.facebook.com/nicfebres/posts/10211405942845026
http://opinionynoticias.com/opinioncultura/29130-sofia-imber-
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