Nicomedes Febres
* Hoy estamos conmemorando 25 años de una de las mayores infamias, si
no la mayor infamia de la Historia de Venezuela. El día en que comenzó
la destrucción de nuestro país porque un grupo de forajidos militares
organizados en una logia de seres indignos y violando su juramento, el
honor militar y la Constitución, asaltaron el poder para matar al
presidente Carlos Andrés Pérez, por quien no voté ni apoyé, pero esa
madrugada me solidaricé con él sin vacilaciones. Esa felonía militar
fracasó afortunadamente, pero el presidente Pérez, por ignorante de
nuestra historia y por sobrevalorarse políticamente no reprimió como
debía a los insurrectos. La Historia de Venezuela es una historia de
transacciones políticas para no enfrentar la verdad, en especial desde
el siglo XX cuando la Revolución Libertadora de Manuel Antonio Matos se
alzó contra Cipriano Castro y luego de miles de muertos, algunos de
generales terminaron siendo ministros y embajadores de Castro y de
Gómez. A todos se les olvidaron esos infelices soldaditos muertos, esos
pobres Juan Bimba de solemnidad que cayeron por la ambición de poder de
unos militares que solo querían tomar el Estado para lucrarse, como en
efecto se lucraron y sus herederos presumen ahora de abolengo. Sucedió
también en Octubre de 1945 cuando una nueva logia militar tomó el poder
aduciendo falta de cambios constitucionales, sin tomar en cuenta que se
había pactado ya esas elecciones y una transición hacia el voto popular.
Hubo una gran mortandad en ese golpe que se quiso hacer creer que era
una Revolución, como si la palabreja revolución santificara las
infamias. Entonces la mortandad de los nuevos Juan Bimbas no fue mayor,
y fue mucha, por la bonhomía del presidente Medina que prefirió
renunciar antes que bombardear la Escuela Militar donde se formaban los
traidores de la república. Lo intentaron de nuevo contra el presidente
Betancourt quien los destrozó militarmente en el Porteñazo y el
Carupanazo, movimientos que el presidente ordenó reprimir con fiereza,
una decisión que tomó en la soledad de su chinchorro y eso permitió que
la democracia navegara después en aguas tranquilas con el desarrollo de
nuestro país e iniciando el período de más prosperidad de nuestra
historia y con el petróleo a un dólar el barril. En esos movimientos
insurreccionales de los años 1960 murieron amigos míos siendo unos niños
y yo lo lamento a título personal, pero la violencia es parte
detestable de la vida política y eso no lo podemos cambiar. Vivimos
ahora las consecuencias de esa negligencia de CAP para reprimir con
fiereza la felonía de febrero de 1992, una represión que en este caso
hubiese sido sinónimo de justicia, porque el que a hierro mata no puede
morir a sombrerazos. Hoy vivimos la hora más oscura de nuestra historia,
cuando esa logia tomó el poder y luego de 17 años mandando, hoy hay
más corrupción que nunca, mezclada además con narcotráfico; la justicia
es más abyecta que nunca, la inseguridad campea por los campos y
ciudades de Venezuela, la educación está en el suelo, los hospitales y
clínicas son solo carcasas vacías de médicos que huyeron del país y
medicinas que ni hay y ya no se fabrican aquí, además con un despotismo
como nunca se ha visto en nuestra historia porque es despotismo con
sarcasmo, burla e irrespeto hacia los ciudadanos, como si burlarse de
los presos fuera algo viril, con un “poder moral” que es el peor rostro
de este gobierno solo comparables con los jueces más venales de nuestra
historia republicana. Pero llueve y escampa y esto se acabará más pronto
de lo que la gente se imagina y lo que es igual, nunca es trampa.
Fuente:
https://www.facebook.com/photo.php?fbid=10211249871343336&set=a.2324650196458.132741.1255727869&type=3&theater
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