Este país también se llama
Mercedes Pulido de Briceño
Luis Barragán
La opinión pública venezolana
supo de ella no como una ministro más, sino como la decidida propulsora de la
reforma del Código Civil. No le hizo falta la actitud estridente, el amago
sensacionalista, la vanidad hecha temeridad, sino bastó su más profunda convicción – además - cristiana para motorizar ideas e iniciativas
que son las que construyen día a día la República que, por definición, es de
todos.
Tuvo como herramienta esencial la
comprensión cabal de los problemas y un sentido de tolerancia que le dio un
magnífico empuje pedagógico a sus propuestas.
No le fue indispensable la figuración política para impulsarlas, pues,
con magnífica y bendita voluntad,
prosiguió una labor que las nuevas generaciones deben continuar y
cultivar con la misma sencillez y modestia, decisión y eficacia que la
caracterizó.
Realmente progresista, desapegada
de los rótulos de ocasión, la presencia de la mujer en el escenario que fue y
va más allá de lo político, cobró realidad en el país que también lleva su
nombre, por el tesonero esfuerzo, la voluntad insobornable y el aporte creador
que hizo peso propio renunciando a los fáciles estereotipos del momento. La
venezolana de hoy lo es, por sus contribuciones aún desde sus vicisitudes más
humildes, las que no necesitan de las supuestas poderosas consignas que, en
nombre de la redención, apuestan por las más viles dictaduras de aventajados
burócratas.
Constructora de la República, la
de cada día, Civil y Democrática, en el hogar, en la academia, en su desempeño
profesional, pero – lo más importante – en la familia y (sus entornos) que,
hoy, está tan urgida de reivindicar. Auténtica, en el sentido que le confirió
Ignacio Lepp al término, ha trascendido porque su obra llevó siempre el signo y
la vocación de la trascendencia. Y estas palabras no son de oportunidad, porque, es necesario subrayarlo, no tuvimos
trato personal con ella: ¿hizo falta para reconocer ahora su trabajo, su
testimonio, su legado?
Venezuela puede exhibir con
orgullo la herencia que deja: amor por su país, hecho de preocupación y amor
hacia el prójimo más desamparado. No
hubo bullicio, desplante, humillación y arrogancia: hubo y habrá Mercedes
Pulido de Briceño, ejemplo de la edificadora de una República Civil y Democrática.
24/08/2016:
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