lunes, 22 de agosto de 2016

EDICIÓN CONTINUA

De ‘trumpadas’ y escozores
Luis Barragán


Suele ocurrir, la tentación es la de hacer política-ficción y apelar al meritorio ejercicio que hizo, por ejemplo,  Philip Roth sobre la presidencia de Charles Lindbergh,  en “La conjura contra América”. Empero, esta vez,  los supuestos conjurados no vienen de otro continente, sino que surgen de las propias entrañas.

Donald Trump encarna al estadounidense promedio que, al gozar de un buen nivel de vida, tiene por único horizonte la inmediatez y la asombrosa simplicidad de sus convicciones. Por encima de otros más reputados y experimentados nombres, logró colarse en la  lucha por la nominación republicana y, ahora, es una realidad que cuaja numerosas pesadillas que tarde o temprano darán alcance al elector medio.

El propietario que es  - o fue - del Miss Universo, una transnacional que está en los altares de no pocos venezolanos,  ha propinado fuertes trompadas a la realidad de un país que tiene por mandatario a Barack Obama, sin que ello signifique que haya solventado definitivamente el problema de las minorías negras. Un sector profundamente reaccionario, está hoy canalizado por una candidatura que, en el supuesto de triunfar, tampoco impondrá con facilidad al Ku Klux Klan, ni amurallará a una superpotencia que, por más que se resista, la sola condición que ostenta la hace partícipe de una irreprimible universalidad.

Acaso, si resultare victorioso, la mayor garantía de su neutralización  se encuentra en una sociedad extremadamente compleja  que, en el relato de Roth, finalmente saldó cuentas con Lindbergh, como adivinamos ocurrirá después del exitoso golpe de Estado  que auspició Richard Nixon,  de acuerdo a otra historia contrafactual: la de Louis Rossetto, Jr. Si mal no recordamos, Samuel Huntington, en una de sus obras clásicas, observaba que el pretorianismo prendía más fácilmente  en las sociedades menos complejas.

El tremendismo o, mejor, la antipolítica abierta y descarada de Trump ,  provoca no pocos escozores,  pero – si de sacar cuentas se trata – no alcanza el nivel  de producción verbal que nuestro Homero Simpson, no otro que Nicolás Maduro, tiene en su  haber.. Claro está, con dos diferencias: ocurre en una provincia del planeta y lo que hoy es morisqueta, ayer fue una ocurrencia algo graciosa de su antecesor.
22/08/2016:
http://www.opinionynoticias.com/internacionales/27308-de-trumpadas-y-escozores
Collage: LB.

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