EL UNIVERSAL, Caracas, 17 de agosto de 2016
El ahogo ideológico
Teódulo López Meléndez
El país gira sobre un planteamiento ideológico trasnochado. Se actúa desde una ideología que, como tal, debería contener en su seno todas las respuestas o, al menos, sustentar una vía donde lo inédito se iría resolviendo en base a la imaginación improvisada.
La ideología es un bloque cerrado del cual es imposible apartarse porque, aun en las dudas, su magia interna dará las respuestas. Contrariamente a la realidad del pensamiento, a las exigencias del siglo XXI, a la apertura mental que exige el tiempo presente, se nos pone, en las narices de un país en crisis, una ideología supuestamente omnímoda, una que recurre a una ortodoxia pasmosa.
Los corsés ideológicos cayeron y sus restos no son más que detritus, viejos textos clásicos de los cuales nutrir la historia del pensamiento o viejos principios conceptuales útiles apenas para derivar un pensamiento absolutamente distinto sobre los viejos temas de lo humano y de lo social.
Nadie habla de dejar de pensar. Una cosa es pensar y otra mantenerse aferrado a una ideologización que impide atacar los problemas puntuales, entre los cuales cabe anotar la indispensable armonización de los factores sociales en procura del bien común. Ideologizar en la segunda década del siglo XXI equivale a un proceso de corrosión del verdadero sentido del pensamiento, a uno tan grave como encerrarse en la praxis de una acción política que sólo mira a la obtención del poder.
El pensamiento no procura el establecimiento de fronteras rígidas, una especie de altas murallas dentro de las cuales se encierra una verdad incontrastable. El pensamiento es apertura, motivación al desafío, procura de hacer ciudadanos en el sentido de vigilancia sobre el poder y de facultad crecida de decisión sobre los caminos comunes a tomar.
Pragmatismo es hacer en su momento lo que conviene a los intereses colectivos, no el propósito determinado de recurrir a las habituales triquiñuelas para obtener el poder o para conservarlo. Y ese pragmatismo se ejerce dentro de un corpus abierto de ideas absolutamente claras del país que se desea. El requerimiento de los tiempos es, pues, la de un pragmatismo con ideas, no la del encierro en las manos de restauradores de viejos cuadros deteriorados. Nos ahogan.
Fuente: http://www.eluniversal.com/noticias/opinion/ahogo-ideologico_431831
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