domingo, 28 de agosto de 2016

DE LA NECESIDAD RADIOGRÁFICA

Fuerza Armada y origen social
Luis Barragán


Una de las características más celebradas de la corporación castrense en Venezuela, reside en la proveniencia social de sus miembros. Cierto, desde que se institucionalizó como tal, coincidiendo con la consolidación del Estado Nacional, al principios del siglo XX, la oficialidad no ha sido – ni de lejos – monopolio de los más elevados estratos de la sociedad, con o sin pretensiones de nobleza, como ocurre en otros países del continente.

Los especialistas coinciden, incluso, en que la entidad  fue también – en sus inicios – una suerte de gran correccional para los jóvenes más díscolos, sin mayores y rigurosas exigencias académicas, y – después – un magnífico canal para el ascenso social. No sabemos todavía de una completa radiografía sociológica que, antes o ahora, nos diga de sus movilidades de clase que, además, evidentemente,  cuentan y sintonizan con el ritmo, las intensidades y oportunidades – directas e indirectas - de una economía rentística.

Frecuentemente, nos desconciertan algunos datos, facetas o situaciones, pues, convengamos, no toda familia humilde puede subvencionar al muchacho que ingresa a un instituto de formación militar; el mejoramiento de los niveles de vida ha dependido también del generoso soporte que le ha brindado el Estado, aún en detrimento de otros sectores como el magisterial o el judicial, por ejemplo; el ascenso social halló una estupenda garantía a partir del Convenio Andrés Bello, permitiéndole a sus integrantes una especialización académica en áreas – además – distintas al propio desempeño militar; o, a partir del Plan Bolívar 2000, como de la masiva incursión en toda la administración pública, la corrupción ha distinguido a quienes poseen – jamás antes visto – poderosas fortunas en el exterior.  Valga acotar, aún en medio de un régimen que invoca el marxismo, no sabemos de estudios alusivos a la real composición de clases y de sus fracciones, que justifiquen la propuesta ideológica y política del PSUV y sus partidos subsidiarios.

Al concebir la naturaleza del militar y, por supuesto, el de la corporación de adscripción, por ejemplo, Paúl Aponte Rueda, en su “Fuerza Armada Bolivariana: Una visión bicentenaria” (Vadell Hermanos, Valencia-Caracas, 2011: 96), asegura que el mayor número de soldados viene de los “estamentos más humildes de la sociedad”: si de soldados propiamente se trata, a nadie le cabe la menor duda, añadiéndole la baja escolaridad, pero si de la oficialidad hablamos, creemos distinto el punto. Una de nuestras hipótesis es que la Fuerza Armada Nacional absorbe el mayor porcentaje de las clases medias bajas, ahora, como un camino  para la propia supervivencia social, evitando el   deterioro de los niveles de vida que los ascendientes alcanzaron y legaron. Y lo que menos preocupa a este socialismo, es la promoción de  las familias proletarias porque ya dejaron de existir como factor decisivo, pues, las  políticas gubernamentales han desembocado en el rudo y asombroso  incremento de la marginalidad.

La otra hipótesis, es la del sistemático aprovechamiento de una leyenda mítica en torno a los pobres que hacen y explican a la entidad armada, pues, progresivamente, por los salarios, créditos y otras asignaciones, el oficial promedio  despega  pronto  frente a sus contemporáneos y coetáneos. Quizá sea apropiado hablar de la otra mesocracia petrolera que, distinta a la que acunó en la PDVSA de antes, logra mantenerse por la fuerza de las armas.
29/08/2016:
http://www.radiowebinformativa.com/opinion/fuerza-armada-y-origen-social-luisbarraganj/

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