domingo, 28 de agosto de 2016

QUINCE NI ÚLTIMO

El salario y la propina
Ox Armand


Sólo el burdel político que Henry Ramos Allup llama kilometraje, lo destaca en el concierto de los parlamentarios que, más allá de los funcionarios de partido, conforman lo que se ha dado en llamar nuestra clase política. Tiene entre manos una papa caliente y es que no puede pagar los sueldos de los diputados porque Tesorería no baja los recursos. Así como se lee. Y es algo que nunca había pasado y, a pesar de los tropiezos que carreó y todo lo imaginable de maniobras, cuando el gobernó de Rómulo Betancourt perdió el control de la Cámara de Diputados antes de 1963, siguió bajando los recursos para cubrir el salario de sus opositores más acérrimos. Que sepa, jamás jugó con el pan de a casa, como no lo hicieron sus sucesores. De modo que esta vaina que estamos viendo con Nicolás Maduro es algo completamente inédito.

Me dice un amigo diputado que, en la última sesión, como sabemos, ahora de escasa publicidad en vivo, el presidente de la Asamblea Nacional la comenzó tratando impecablemente el tema. Una precisa y consistente fundamentación jurídica, añadida las diligencias del caso, avaló el planteamiento sobre tan insólito caso. Desde la bancad de la oposición, comenzaron a gritarle cosas y Henry Ramos Allup, con solo unas frases, los desubicó. Palabras más, palabras menos: “Yo hablo del salario y no de la propina”. Claro, no entendí inmediatamente la cosa, pero mi amigo rápido me contextualizó: obviamente, a los diputados del gobierno no les pega el asunto, porque los auxilia no otro que el mismo gobierno y ¿quién auxilia a los de la oposición? Ellos, reciben la propina por defenderlo en la cámara y los otros, sufren las consecuencias de un socialismo que desconoce eso de igual salario, igual trabajo. Así de fácil, chamo.

Ahora bien, el caso es ¿hasta dónde aguantar? Porque, además que cuarenta y tanto miles de bolívares mensuales no alcanzan, cada diputado atiende problemas económicos que van más allá de su casa. Pongamos un ejemplo: el que viene de la frontera tachirense, de la zuliana Santa Bárbara, de la Cumaná sucrense o Upata bolivarense, le cuesta llegar a Caracas a sesionar. Por eso hay problemas de quórum: pagar pasajes, alojamiento en la ciudad capital, comida, transporte y, demasiado pocos los casos, alguien que los cuide (calculo que no pasan de cinco a ocho los que se ven obligados a guardaespaldarse, sin que yo sepa cómo financian el caso=, es un realero inmenso. A eso se suma visitar el circuito, realizar actividades proselitistas. Ya no brindan agua o café, porque lo poco que dan es para medicinas. Ésta es la primera urgencia de sus electores más cercanos, próximos y colaboradores. Solamente, para hacer política en Venezuela, se necesita estar enchufado de una manera u otra con el gobierno. Tarde o temprano se sabrá cómo justos y pecadores logran sobrevivir. Mientras tanto, diputados como mi amigo, hacen malabarismos. Y no es difícil imaginar a cuánto llega la deuda de las tarjetas de crédito.

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