CIUDAD CARACAS, 28 de agosto de 2016
La marcha: lo que está en juego es el trillón de dólares
Gerónimo Pérez Rescaniere
El otro día leí, creo que en Aporrea o más bien en El Universal, que es más pana porque pone puros datos económicos duros, o bien pone puros datos económicos duros porque es pana, que el Arco Minero vale tres trillones de dólares. Luego, hablando con Luis Britto García estuvimos calculando qué significa ese trillón de dólares en términos concretos, de bienes, y es algo que simplemente la imaginación no puede tangir. Además hay el problema de que trillón es múltiplo de billón y la palabra billón no tiene un significado único, en los Estados Unidos significa una cosa, en Europa y América Latina otra.
Tampoco puedo arreglarlo hablando de “un dineral”, “un realero”, como estuve tentado de hacerlo hablándole el punto a un vecino que me encontré en el ascensor y que al saludarlo y comentarle lo delgado que está, me dijo que eso lo logró aplicando la Dieta de Maduro. “La dieta de Lorenzo”, dije, pero qué va, lo rechazó, después le hablé de que estamos en guerra económica, y nada, y cuando pasé a hablarle del trillón, más se cerró, insistió en que lo que él se gana arreglando los equipos de sonido –ahora les mete alambritos porque no consigue las piezas- no le alcanza para comer como la gente. Así dijo y de ahí no lo sacaba nadie.
La mitad de Venezuela piensa así. Ojalá que sea la mitad. Éste es un cabeza de torta, me dije. Y ese cabeza de torta va a ir para la marcha, seguro.
HAY DOS VENEZUELAS
Hay dos Venezuelas, una que tiene un porvenir esplendoroso, que vimos el viernes a mediodía con la cara del presidente Maduro firmando inversiones extranjeras en el Arco Minero por valor de 5.500 millones de dólares, y firmó hace días otras por 4.500. Es la Venezuela que salvó ese trillón, cosa que se dice muy fácil pero significa uno de los logros más importantes y más heroicos de la historia universal; pero hay la otra Venezuela, que todos sabemos y que no es menos real y menos votante. Y está enflaqueciendo.
En el artículo de la semana pasada escribí este párrafo: “Hoy se vive una guerra mundial entre dos bloques, por un lado el conformado por Estados Unidos, Europa y Japón, por el otro el que forman China y Rusia. (Hay una serie de etcéteras –árabes, Corea, India–que no cabe detallar). Estados Unidos se ha especializado en la usura. Ya no es un país industrial, a excepción de ciertas áreas, su negocio es recibir petróleo, comida, todo, y pagarlo con dólares piratas, dólares sin casi oro en su base, dólares que son cada vez más tinta sobre papel y el retrato de Washington y el triángulo con el ojo que todo lo ve. Pagan con eso y al que no acepte sus chapas de Pepsi Cola lo declaran violador de los derechos humanos y le lanzan bombas, como hicieron con Saddam Hussein y con Khadaffi.
A China y a Rusia no le pueden zumbar bombas, por aquella lógica que expresábamos en la escuela primaria al decir: “Métete con uno de tu tamaño”, y China y a Rusia están rechazando el dólar.
Rechazándolo y pagando sus compras con moneda bien respaldada con oro. Y captaron a Turquía para lo mismo. Van a destruir el dólar, a agostarlo, nadie va a querer aceptarlo y, mire qué casualidad, el oro está en Venezuela.
Ése es nuestro tesoro y nuestra cruz porque justifica contablemente hacer un doomping de petróleo que lo baje de 108 dólares a 25 (gasto terrible), a ver si destruyen a sus presidentes”.
Eso dije y también que hoy en día los Estados Unidos tienen que endeudar a Venezuela, pronto. Ya no es posible derrocar a Maduro y poner a un presidentico escuálido que privatice PDVSA, entregue la Faja Petrolífera y llame una tropa extranjera que maneje los estados Bolívar y Amazonas. Pero quizá se pueda endeudar. Y tiene que ser rápido porque después de que suba el petróleo y entre dinero del oro, será imposible. Rápido, hay que acelerar el desabastecimiento, la inflación, la delincuencia, argüir la crisis humanitaria. Rápido, Estados Unidos está chingo por suministrar “la ayuda internacional”. Y para eso sirve la famosa marcha que vendrá a pie. Para poner a esas cabezas a buscar una cosa que si la consiguieran lo lamentarían para toda su vida.
Añado hoy 28 de agosto de 2016: los que quieren arruinar a Venezuela tienen para eso sus muchachos. Y como quiera que el televisor sigue colocado en la cocina, me los tengo que seguir calando en el programa Vladimir a la una. El otro día fueron José Guerra y Tulio Álvarez. Álvarez es autor de un libro que cuando le leí la nota de contraportada es como si lo hubiera leído todo y como si supiera lo que iba a pasar en los tres años siguientes, o sea hasta hoy. Palabra, lo supe. Primero hablaba de que era partidario de una economía socialista crítica y novedosa, y en el segundo párrafo explicaba que el momento más hermoso de su vida fue cuando pasó una semana con Fidel. Eso no me sonó, los que pasan una semana con Fidel no son de la economía socialista y novedosa. Después ha venido dando una vuelta previsible y natural, que terminó, tras varias microetapas, cuando apareció retratado al lado de José Guerra en el susodicho programa. Puro neoliberalismo fue lo que habló. Ya lo dice el dicho, lo que es del cura va para la iglesia.
AQUÍ REPARTEN EMPLEOS
El otro era José Guerra. También soltó neoliberalismo, la clase de fórmula con que Macri está haciendo la felicidad de Argentina. Pero precisamente Macri fue su piedra de toque. Le preguntaron si iba a hacer despidos como los de Macri, porque eso sí, hablaba como futuro ministro de economía. Respondió que no, para nada, que más bien haría falta gente para tantos empleos. Y Álvarez explicó, todo colaborativo,
que habría rotación en todo caso, que los que fueran desplazados de la Siderúrgica, por ejemplo, ingresarían a las muchas empresas privadas a crear. Aquí fue donde Guerra le dirigió una amplia sonrisa a Tulio y le dijo que él sería viceministro de Economía y yo pensé, caramba, este programa hay que oírlo, porque aquí reparten empleos. Pero entonces me acordé de que Guerra ha declarado que él fue comunista hasta que paseando por las calles de Cuba descubrió la miserable verdad y se me cayeron las esperanzas porque un tipo que es economista y sabe su vaina, porque sin duda la sabe y aspira a ser ministro, no descubre la verdad buena o mala del comunismo comiendo helados Copelia. Por eso le digo a Tulio y a otros que andan por ahí, no creas tontería, busca cosa sólida.
Fuente: http://ciudadccs.info/geronimo-perez-rescanierela-marcha-lo-esta-juego-trillon-dolares/
ILustración: Etten Carvallo.
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