EL MUNDO, Barcelona, 25 de agosto de 2016
La verdad digital
Luis María Anson
KATHARINE Viner, desde su experiencia al frente del diario británico The Guardian, ha escrito un ácido artículo sobre algunos aspectos del periodismo digital. La revista Ahora, que dirige con pulso firme Miguel Ángel Aguilar, lo ha publicado con rigurosa traducción de Luisa Bonilla. Hacía mucho tiempo que no leía yo un artículo tan certero, tan profundo, tan comprometido.
«Ahora -escribe la gran periodista- estamos atrapados en una serie de confusas batallas entre fuerzas opuestas: entre la verdad y la falsedad; entre el hecho y el rumor; la amabilidad y la crueldad; entre los pocos y los muchos: entre los conectados y los alineados; entre la plataforma abierta de la web como sus arquitectos la concibieron y los jardines cerrados de Facebook y otras redes sociales; entre el público informado y la muchedumbre equivocada».
Katharine Viner coincide, seguramente sin saberlo, con la Caritas in veritate de Benedicto XVI al denunciar la amenaza del relativismo. Para ella lo que se acepta como un hecho es solamente un punto de vista que circula con una velocidad y una intensidad inimaginables en la era Gutenberg. La verdad se deteriora y relativiza. Cuando se desencadena la «cascada de la información», la gente, como ha escrito Danielle Citron, reenvía lo que los otros piensan aunque la afirmación sea falsa, incorrecta o incompleta. En la era digital es más fácil que nunca publicar una información falsa que se comparte y es tomada como verdad rápidamente. Resulta necesario reaccionar y que los responsables de las redes sociales se aseguren de que «sus algoritmos prioricen visiones compensatorias y noticias que sean importantes».
Emily Bell ha afirmado que «los medios sociales no solo se han tragado el periodismo, se lo han tragado todo. Se han tragado las campañas políticas, los sistemas bancarios, las historias personales, la industria del ocio, el pequeño comercio, incluso el gobierno y la seguridad». La diversidad que la world wide web había previsto inicialmente ha sido sustituida por «la centralización de la información en el interior de unas pocas redes sociales selectas». La manifestación más extrema de este fenómeno ha sido la creación, según Viner, de laboratorios de noticias falsas, sin otra medida de valor que la viralidad en lugar de la verdad o la calidad. «Lo único que importa es si la gente clica. En lugar de fortalecer la idea de que la información es una necesidad democrática, crecen los grupitos que difunden falsedades instantáneas». En el flujo de noticias en el teléfono móvil, afirma sagazmente Viner, todas las noticias parecen lo mismo, procedan de una fuente fiable o no. Por eso hay que centrarse en «cómo rescatar la financiación del periodismo que es lo que está amenazado». La digitalización globalizada es imparable. Tras la Edad Antigua, la Media, la Moderna y la Contemporánea, vivimos ya en la Edad Digital. Katharine Viner denuncia, sin ofrecer solución, los males acarreados por la digitalización que son grandes, pero muchos menos que los beneficios producidos por las nuevas tecnologías. Hay fórmulas para enfrentarse a los problemas. Es la hora del derecho internacional. Se trata de aunar los esfuerzos de los diversos Estados para establecer una legislación global que impida los abusos y los desmanes del mundo digital, robusteciendo sus altos, sus inconmensurables beneficios.
(*) Luis María Anson, de la Real Academia Española.
Fuente:
http://www.elmundo.es/opinion/2016/08/25/57bdd72446163fe7428b45f2.html
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