San Lucas, 9: 51 - 62
En
su homilía de ayer, el Padre Alí Villegas (Redentorista), enfatizó la
segunda lectura, la de San Pablo a los Gálatas. Frente al cumplimiento
de la ley y sus innumerables preceptos y ritos, está la libertad....
NOTITARDE, Valencia, 30 de junio de 2013
Jesús decide ir a Jerusalén (Lc.9, 51-62)
Pbro. Lic. Joel de Jesús Núñez Flautes
El texto del evangelio de hoy nos presenta a Jesús que ha terminado su labor de predicar la Buena Noticia del Reino de Dios en Galilea y ahora decide ir a Jerusalén a llevar el anuncio del evangelio y convertir los corazones a Dios. Esa ciudad representa para Jesús el destino final de su misión; allí le tocará experimentar la pasión, muerte y al tercer día resucitar. Él va con plena libertad, con la amplia conciencia que la misión de salvar a la humanidad de la muerte y el pecado pasa por su inmolación en la cruz. Por eso, ante la negativa de los samaritanos de darle posada por el hecho de ser judío y la actitud de venganza y violencia por parte de sus discípulos, les recuerda que precisamente Él ha venido al mundo para lograr la unidad de los hombres entre sí y con Dios; para que reine la paz, la reconciliación, como antídoto a la desunión y desintegración que ha dejado el pecado. Jesús va por amor a Jerusalén, sabe que es necesario cumplir con la misión que el Padre le ha encomendado de rescatar al hombre y devolverle su dignidad. El Nazareno, como lo reconoce la gente, va al encuentro de los hombres, es portador del amor, de la paz, lleva consigo palabras de vida eterna, en su andar va sanando, despertando la fe, mostrando el rostro de Dios, va enseñando, educando y formando a sus discípulos; hace comprender que el camino de Dios es llevar bendiciones y vida para sus hijos; a su paso muchos que lo ven y escuchan deciden seguirlo, otros son llamados por Él, como los personajes que hoy van apareciendo por el camino a la ciudad santa y a unos y a otros Jesús les muestra su condición humilde, su desprendimiento; pero al mismo tiempo les pide radicalidad ante su llamado o ante el deseo de seguirle. Porque seguir a Dios y comprometerse con Dios no es cuestión de juegos, de indecisiones; para seguir a Dios hay que hacerlo con firmeza y constancia, con amor y libertad; con plena conciencia, al estilo del mismo Jesús que responde a la voluntad del Padre que lo ha enviado a redimir a la humanidad extraviada.
Ni los personajes que se encuentran con Jesús por el camino, ni los discípulos que habla el evangelio de hoy tienen nombre; porque la actitud de ellos puede ser la actitud de cualquier hombre o mujer, de cualquier clase, condición, raza o cultura que conociendo de Cristo, de su mensaje, de sus palabras y acciones, de su milagros y lo esencial de su anuncio que se resume en el amor; decida seguirlo o no; o deseando hacerlo tenga su corazón al mismo tiempo en otros intereses; o siguiéndolo manipule o confunda sus enseñanzas. Para encontrar la paz, el amor y la salvación hay que escuchar a Jesús, decidir, ir detrás de sus pasos, aprender de sus acciones, mirar su coherencia de vida y actuar en consecuencia.
Dios, en Cristo, se acerca a todo hombre, en todo tiempo y lugar; ha decidido ir allí donde el hombre vive sus pasiones, sus afanes, sus luchas, sus esperanzas, sus anhelos y todo esto para mostrar a la humanidad el camino que conduce a la vida, para que encuentren la respuestas a sus interrogantes más profundas; porque el llamado que Dios hace a la humanidad es a la libertad, al amor, a la realización plena e integral de la persona. Dios ha decidido salir al encuentro de sus hijos; mostrarnos a través de su Hijo Jesús, El Nazareno, cuánto nos ama y nos propone seguirlo; sabiendo que sólo en Él podemos ser realmente felices, encontrar la integridad y la dignidad que por el pecado habíamos perdido. Dios nos quiere salvos y libres, capaces de amar y dejarnos amar; quiere que rompamos las barreras del odio que nos separan de nuestros semejantes y nos propone su camino, su andar y nos llama a compartir su vida y su destino y lo que Dios propone siempre es y será lo bueno, lo noble, lo santo, lo sublime; pero primero hay que pasar por Jerusalén; es decir, asumir la cruz, morir al hombre viejo, al mal; para renacer a la amistad profunda con Dios, a la luz, a la vida y la verdad. Dios no obliga al hombre, lo ama tanto que lo ha creado libre; a su imagen y semejanza y una vez, extraviado, le ofrece de nuevo la libertad y salvación; pero la decisión es tuya y mía; es una opción; es una oferta y propuesta grande de parte de Dios en Cristo, pero nos toca decidir.
IDA Y RETORNO: Quiero agradecer públicamente la distinción que ha querido hacerme la Universidad Arturo Michelena, a través de su Escuela de Periodismo, al elegirme como articulista del año de este diario Notitarde; lo cual agradezco y veo como una distinción al clero valenciano, a la Asociación de Columnistas de Carabobo a la cual me honro de pertenecer y sobre todo es un homenaje a Cristo que siempre es el centro y la razón de ser de esta columna dominical. Aprovecho para agradecer a tantos amigos que me han expresado felicitaciones y a los lectores que son los destinatarios de este artículo que busca transmitir la Buena Noticia de Cristo.
Darías Alí, "Sufriendo por mi pueblo 2" (2012), Fundación Museo de Barinas "Alberto Arvelo Torrealba", Barinas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario