domingo, 17 de noviembre de 2019

FRENTE AL REALISMO PUSILÁNIME

Trilladura
Luis Barragán

Conocidos los sucesos de Bolivia, lucen inevitables las comparaciones con el caso venezolano.  Por supuesto, cada quien he hecho uso de los argumentos que les son favorables en torno a una experiencia – subrayémoslo -  inconclusa, mientras haya  dictaduras de vocación e inspiración continental de un nítido sesgo anti-occidental.

Los más animados electoralistas de la hora, parten de una premisa inalterable: primero sufragamos y, después, evidenciamos el fraude para generar un proceso irreversible de lucha.  Premisa devenida militante consigna, ha sido varias veces traicionada por los que suelen vociferarla en nombre de un realismo que, por cierto, en preciso texto de opinión,  supo cuestionar recientemente José Rafael Herrera: harto comprobada la estafa comicial, revierten paradójicamente el proceso para empinarse en un diálogo, pocas veces, público y, las más, confidencial, urgido y confuso, con los  estafadores.

La consabida actividad del día sábado próximo pasado, alcanzó una mayor definición al calor del ejemplo boliviano, aunque insuficiente, exigiendo – antes -  la Fracción Parlamentaria del 16 de Julio  una deseable exactitud de los objetivos a compartir. Salvo nuevo aviso, la movilización – planteada como una marcha después trastocada en concentración  – queda reducida al allanamiento de la sede de VP, el día anterior: la  acostumbrada faena lumpen-represiva que, además,  sorprendería al mismo Pedro Estrada, si estuviera hoy al frente de la intimidación y persecución dictatorial.  

Injustamente reducida, agreguemos, pues, la masiva indignación ciudadana merece una clara y decidida conducción  de la llamada clase política, como ocurrió en Bolivia de acuerdo a la acertada observación que hiciera el diputado Biagio Pilieri, en nombre de la F-16J.  Acá, hemos trillado una y mil veces el mismo camino y, peor, mientras  se diligencian unas elecciones sin el cese de la usurpación, al alimón con los otrora parlamentarios de la dictadura, falseando irresponsablemente las expectativas, poco o ningún esfuerzo se hace por impulsar los legítimos comicios universitarios en defensa de la autonomía para un eficaz y decisivo desafío al régimen que aspira definitivamente a pulverizarla.

Luego, hay una marcada distancia estratégica con las realidades sociales en curso, urgida de subsanar, corregir o rectificar de asumir a la Asamblea Nacional como el óptimo dispositivo para el consenso y la transición de una oposición inevitablemente diversa, pero no menos urgida de una sólida, leal y comprometida convicción de ruptura.  La actividad del  16 de los corrientes,  se convirtió en un inevitable reconocimiento al esfuerzo de los bolivianos que saben de la terquedad del Foro de Sao Paulo; y, a la vez, fue ocasión para preguntarse sobre la orientación de una dirección política que creerle bastarle la que ejerce en el parlamento faltando al mismo Estatuto de la Transición que se dio. 

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