jueves, 28 de noviembre de 2019

CUADERNO DE BITÁCORA

Jacqueline Goldberg ha colocado en el Facebook la noticia. Refiere: "¿Qué se hace con los mensajes de los amigos muertos, su voz, su regaño afectuoso, su feliz cumpleaños cantado, su voz? Tengo montones de audios de Serenella Rosas atrapados en mi teléfono. La escucho, sin poder creer que no está, que ya no está, que ya nunca estará (...) Murió esta mañana cuando encendía la bomba hidroneumática del edificio donde vivía en Bello Monte. Hacía lo que hacen a diario tantos venezolanos encargados del condominio para estirar el agua que aquí no es derecho sino perversidad. Es otra víctima del régimen. Otra víctima de la tortura continua que significa sobrevivir en Venezuela (...) No estoy triste. No aún. Estoy indignada, furiosa, impotente, harta de tanto injusto adiós".

Jamás conocí personalmente a SR. La escuchaba con cierta regularidad en un programa ligero de radio, olvidando con quien lo compartía. De voz atractiva, nos distraía la dinámica del programa y también su espontánea candidez. En una ocasión, tuvieron como invitado a un poeta colombiano. Comentaron y citaron algunos versos. Ella - si la memoria no me traiciona - lo halagó, preguntando qué quería decir, cómo entenderlo. El poeta junto a la otra conductora, coincidieron en que la poesía no es para entenderla, explcarla, sino sentirla. No sé por qué retengo todavía aquéllo, pero siempre me pareció que SR tenía razón al preguntar.  Así son las cosas. Un programa radial que lograba inquietar. Después, siendo hija del poeta Rosas Marcano, me pareció que su nombre era una combinación de cerezas y canela. En un reportaje, en el que hablaba de sus actividades culinarias, precisó algo distinto.

Por supuesto que da rabia. No había necesidad, pero este régimen la creó. Y junto a ella, todo riesgo y todo peligro.

(LB)

Fotografía: Tomada de la cuenta de JG, en FB.

No hay comentarios:

Publicar un comentario