lunes, 5 de junio de 2017

OCURRENCIA QUE PASA POR JUGADA MAESTRA



Constituyente militar

Luis Barragán

Violentando el texto constitucional,  Maduro Moros intenta un artificio que lo y los vise por más tiempo en el poder. Excedido,  el comandante en jefe ha ordenado una constituyente militar a su medida.

La ocurrencia, porque lo es así la digan una inspirada y genial jugada maestra, desmiente la propia naturaleza de la institución armada prometiéndole el precipicio que le faltaba. La sola idea de la deliberación, forzosamente sectaria y empecinadamente partidista, no sólo la ata y condena a los obscuros intereses del poder establecido, sino que disloca su misma identidad y la deslegitima como uno de los factores esenciales del Estado.

Incluso, en los países que admiten el voto para los militares, limitan muy bien la polémica al interior de un sector que tiene  la nada sutil ventaja de ejercer el monopolio lícito de la violencia. La más elemental y rigurosa lógica nos remite, aunque la estética busque aligerarlo, a la imposición de la pólvora por encima del resto de la sociedad que, nunca podemos olvidar el dato, deposita, forma y confía las armas a quienes deben retribuir – simplemente – esa confianza con lealtad, consecuencia y honor.

Nadie, en su sano juicio, puede concebir la mudez absoluta de una entidad irremediablemente humana, referente de inquietudes y también de sobresaltos, adecuadamente administrables al atender una especialidad y desarrollar una vocación: la del sector defensa, cuya mayor eficacia depende del nivel cierto de subordinación al sector civil. Abrir las compuertas a una constituyente que no es tal, convocada a espaldas de la Constitución, y, para colmo, a una constituyente militar, significa el desbordamiento de todas las aguas enrarecidas, la pérdida de todo parámetro republicano y la evaporación de todo un historial, bajo la completa responsabilidad del régimen que representa Maduro Moros.

Una muestra de la vieja prensa, en los tiempos violentos de los sesenta del XX, reporta comentarios como los del entonces titular del ministerio de la Defensa, general Ramón Florencio Gómez: a mediados del decenio, por ejemplo, admitía un nivel de intercambio de opiniones en los mandos militares, a propósito de la respuesta a las acciones del guerrillerismo en auge, aunque cuidaba que no tuviese una imprudente trascendencia, reafirmando el carácter institucional de la corporación castrense. Por estas semanas, en un caso, asistimos a un foro organizado por el Instituto de Estudios Parlamentarios “Fermín Toro”, donde el general retirado Cliver Alcalá Cordones reconoció un intercambio semejante en los cuarteles en tiempos del extinto, al compartir la discusión con Ricardo Sucre y Luis Manuel Esculpi; y, en otro, el general retirado Fernando Ochoa Antich, en un foro realizado por la Universidad Monte Ávila, dio testimonio de la formación del soldado habituado a cumplir e impartir las órdenes, experimentando un choque cultural cuando recupera plenamente su condición ciudadana, al compartir la discusión con Luis Alberto Buttó y Fernando Sanquírico.

Luce comprensible que en el estricto ámbito militar, exista la consulta, mas no la deliberación que conduzca al sufragio y, mucho menos, pretenda proyectarse más allá del cuartel.  Varias veces ejemplificado por el cine, tomar una colina nunca dependerá del concurso de los soldados involucrados que fuerzan a una votación, defendidos los distintos pareceres, llevándonos a una escena inolvidable de “Tierra y libertad” de Ken Loach (1995) en la que obviamente fracasó el grupo anarquista; varias veces ejemplificado por la historia real, a los pueblos les corresponde deliberar sobre el destino compartido, fracasando si esa deliberación la sufragan las bayonetas exclusivamente profesionalizadas en los actos de fuerza.


En el supuesto negado que la constituyente tenga por domicilio los cuarteles, apuñalada la Constitución,  tendrá que reconocerse la vocación y voluntad profesional de buena parte de sus miembros tan injustamente implicados en un bastardo proceso de partidización y la pugna quedará reducida al control que se tenga del parque disponible por tendencias que definitivamente cristalizarán, generalizando la violencia. Las tareas represivas que la dictadura ha encomendado a la GNB ya tienen un costo elevado e innecesario, por lo que quizá los servicios cubanos de inteligencia recomiendan el abandono de la tal constituyente, según se ha filtrado en las redes sociales.

05/06/2017:

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