De la etapa final
Luis Barragán
Toda dictadura que se precie, procura maquillarse. En el caso venezolano,
desde sus orígenes, desde sus orígenes artificiosamente amables, se exhibió
como la consumación de todo respeto hacia los Derechos Humanos.
Ahora, una de las varias capas de colores se ha diluido, manchando el
propio texto constitucional. La actuación del Defensor del Pueblo, otrora
activista bullicioso en la materia,
sintetiza muy bien la naturaleza, carácter y alcance del régimen.
Frente a la legítima, pacífica y muy lógica protesta ciudadana, la que
había tardado en copar el escenario por distintas razones, actúan con una
radical franqueza, sin tiempo ni talento para echar la otra capa que tiña un
rostro ya impresentable. Al momento de suscribir estas líneas, numerosas
comunidades residenciales soportan la brutal respuesta de los grupos
paramilitares que las tirotean saquean y procuran reducirlas, apresando a
justos y pecadores; los tales colectivos armados, asesinan a un oficial
supervisor jefe de la Policía de Mérida,
tratando de escarmentar al resto de sus
compañeros; o, en Caracas, le disparan a Cross, la mascota del vecino de un
edificio tomado por asalto ante la indiferencia de la GNB, ergo, FANB, por no
citar a más de setenta personas caídas
en medio de las jornadas cívicas que rabiosamente reprimen con algo más que gas
del bueno.
Ajada la cara de la dictadura por las varias capas que la sinceran,
llegando a la íntima piel de sus desafueros, asistimos a una etapa final que es
de barbarie. La más celebrada novelística latinoamericana alusiva, da cuenta de
la satisfacción morbosa que les concede la etapa final, quizá como la única
compensación a una enfermiza crueldad, de revisar Oficio de difuntos de Uslar
Pietri, Yo el supremo de Roa Bastos, El señor presidente de Asturias, El otoño
del patriarca de García Márquez, El
recurso del método de Carpentier, La fiesta del chivo de Vargas Llosa.
Ya no da tiempo para inventarle un delito tributario al dirigente político
o social de oposición, hacer de un burdo incidente de tránsito una posterior
calamidad personal, poner a prueba la lealtad de los jueces titulares o
provisorios en la jurisdicción ordinaria,
enfriadas las ollas – según la
nomenclatura en boga - que enredan a los
más inocentes para fulminarlos, o tratar de hacerlo, moralmente. El descarado
empleo de la fuerza bruta reemplaza cualquier sutileza y habilidad, honrando el
profundo desprecio a la dignidad humana que tiene por mejor símbolo el tropel
de motorizados armados de dudosa nacionalidad, pues, convengamos, los
venezolanos no hemos llegado a tanta vileza.
19/06/2017:
http://www.opinionynoticias.com/opinionpolitica/30164-de-la-etapa-final
19/06/2017:
http://www.opinionynoticias.com/opinionpolitica/30164-de-la-etapa-final
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