lunes, 20 de marzo de 2017

DARDO

EL MUNDO, Barcelona,  17 de marzo de 2017
 LA BALSA
La misa
Manuel Hidalgo

El lío por la retransmisión televisiva de la misa dominical es de no creer. Parece mentira que después de cuarenta años de televisión pública en democracia sigamos en las mismas. Antes de las televisiones privadas y en un país de tradición católica, me parecía plausible que la televisión pública ofreciera la misa dominical como un servicio para ancianos, enfermos, impedidos, aislados y otros posibles demandantes.

Hace décadas que existen televisiones privadas. La Iglesia Católica dispone de la cadena radiofónica Cope -como antes- y de 13 TV, que retransmiten la misa. Intereconomía también lo hace, creo. El acceso a la misa por radio -añádase Radio María y más- y televisión está garantizado. Y más lo estaría si algunos católicos con mucha pasta, en vez de invertir en la construcción y en la hostelería -es un decir-, promovieran medios audiovisuales para retransmitir la misa, el rosario y lo que tuvieran por conveniente. En resumen, la televisión pública no tiene por qué retransmitir la misa.

La televisión pública, sin embargo, debe disponer de una competente y ponderada información sobre asuntos que atañen a la Iglesia y a la religión católicas. También es lógico que retransmita algunas liturgias solemnes desde el Vaticano en las que la dimensión religiosa es colindante con la sensibilidad espiritual y con la dimensión estética y cultural.

La televisión pública podría y debería hacer mucho más de lo que hace. La religión católica ha producido y es producto de una enorme ficción simbólica, de una enorme construcción moral y de pensamiento y de una enorme creación artística, todas ellas determinantes no ya sólo de nuestra genética cultural, sino de nuestra misma cultura actual.

Aquí se juntan el hambre con las ganas de comer. La Iglesia sólo quiere, o eso parece, divulgar ritos, catequesis y doctrina moral. La clase política y periodística -y con ella buena parte de la sociedad- está en situación de ignorancia supina. Parece que nadie está interesado en contemplar en televisión debates sobre cuestiones limítrofes -que las hay a mansalva- entre teología-religión-moral y filosofía-ética-estética-ciencia-historia (etc.) o en ver documentales sobre las mil excelsas manifestaciones del arte sagrado o de inspiración religiosa.

La televisión pública haría bien en retransmitir a buena hora dentro de unos días La pasión según san Mateo (o un Requiem, o un Dies Irae), o algunos de los muchos conciertos de música sacra que se celebran por España en Semana Santa, o en poner un documental sobre los cristos o escenas de la Pasión del Museo del Prado, o en volver a emitir Los hechos de los apóstoles de Rossellini, o... La excelencia artística e intelectual no está reñida con nada y está a favor de todo lo que nos importa.

Y esto me lleva al último punto. Podemos lanza su dardo contra la emisión televisiva de la misa dominical, lo redondea con la torpe exageración de que en esas misas se incita al odio y lo clava con la sandez de que tal espacio debería ser sustituido por uno de educación sexual. Podemos le viene de perlas al PP porque excita a su parroquia y no dice nada de lo que más importa: la reforma radical y pormenorizada de la televisión pública que tenemos para cumplir con su auténtico papel. Y nada dice el PSOE, y nada dice Ciudadanos, y nada dicen los españoles, ya que, por lo visto, los fines culturales que debe cumplir una televisión pública le importan a todo el mundo un carajo. Ite missa est.

Fuente:
http://www.elmundo.es/opinion/2017/03/17/58cade85e5fdeabc0a8b4597.html
Cfr.
"Podemos quiere acabar con las Misas en televisión española": http://infocatolica.com/?t=noticia&cod=28809
Fotografía: http://catholicvs.blogspot.com/2015_07_01_archive.html 

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