EL UNIVERSAL, Caracas, 28 de febrero de 2017
Cruxent, el espíritu de la materia
Miguel Azpúrua
Así se titula un libro sobre la vida científica del profesor Josep María Cruxent, escrito y publicado por el IVIC, siendo el autor su paisano Ferrán Caballero, en 2008. Hoy en día donde campea la ignorancia, la despreocupación y la indiferencia, sobre las actividades y descubrimientos científicos de abnegados investigadores, que dedicaron toda su vida para dar a conocer a Venezuela y el mundo, en aspectos arqueológicos, antropológicos y morfológicos, que evidencian que nuestro territorio y el del continente americano -contrariando atrevidas teorías sin fundamento-, estuvo habitado desde tiempos que se remontan entre 14 y 16 mil años AC. Por ello, vamos a esbozar aspectos biográficos y existenciales del profesor Cruxent. Nacido en Sarría-San Gervasio, distrito de Barcelona, Cataluña, España, el 16 de enero de 1911; hijo de Josep María Cruxent y de doña Mercedes Roura, cursa entre 1930 y 1936 en la Universidad de Barcelona, Arqueología y Artes Plásticas, y también en la Escuela de Artes y Oficios de la “Llotja”; estudios que fueron interrumpidos por la cruenta Guerra Civil Española (1936-1939), en la cual Cruxent participó a favor de la República, destacándose en el sitio de Teruel, Aragón; a la finalización del conflicto, Cruxent luego de una estadía en Francia, emigró a Venezuela, adonde llegó a fínales de 1939. Nacionalizándose al poco tiempo.
Sus inicios en nuestro país fueron duros, se dedicó a trabajar proyectando películas; y en 1942 comienza en la docencia nacional, impartiendo clases de Arte y Dibujo Técnico, en La Victoria, en el colegio “Santa María”; también en el liceo de Los Teques “San José de Tarbes”, y colegio “La Salle” en Caracas. Meteóricamente pasa a formar parte de sociedades culturales del país, incorporándose de lleno a diversas actividades arqueológicas. Y a partir de 1953 es el pionero y fundador de la cátedra de Arqueología de la Universidad Central de Venezuela y de la Escuela de Sociología. El doctor Marcel Roché lo recomienda para unirse al departamento de Arqueología del Instituto de Investigaciones Científicas (IVIC); y en colaboración con Irving Rouse (Arqueólogo y botánico norteamericano, 1913-2006) escriben y publican “Arqueología cronológica de Venezuela”, en 1958. A partir de allí su labor es intensa, se adentra en Guayana, en una expedición franco-venezolana, buscando nacientes del río Orinoco y el deslinde de la frontera con Brasil; en Cubagua desentierra las ruinas de Ciudad Cádiz; en el estado Falcón -Taima-Taima y Muaco- encuentra restos paleolíticos del mastodonte americano; desentierra cementerios indígenas en la poblaciones larenses de El Tocuyo y Quíbor, descubriendo su antiquísimo origen, partiendo del sistema de datación del carbono 14 (6 protones y 8 neutrones), concebido y desarrollado por Willard Frank Libby -químico norteamericano, ganador del Premio Nobel de Química en 1960-, a partir de 1949.
De la misma manera investigó, excavó y analizó, desde 1987 -conjuntamente con arqueólogos hispanos y en especial con la doctora Kathleen Deegan, de la Universidad de La Florida-, con motivo de celebrar el V centenario del “descubrimiento” de América en 1992: en La Isabela, primera villa fundada por el Almirante Cristóbal Colón en Santo Domingo, en el transcurso de su segundo viaje al “Nuevo Mundo”, el 6 de enero de 1494, donde dejó un contingente de soldados, artesanos y religiosos; sobre los restos del original asentamiento del “Fuerte Navidad”, cuyos pobladores, murieron de enfermedades, mengua, y el resto asesinados por el cacique Canoabo, del grupo caribe “Taíno”, dos años antes.
Paralelamente Cruxent, tuvo una destacadísima actividad pictórica, realizando muestras y exposiciones de su arte “paracinético” en varias ciudades del mundo, Bogotá, Washington, París, Santiago de Chile, Bruselas, San Juan de Puerto Rico, Santo Domingo, Museo de Bellas Artes y Galería de Arte Nacional, de Caracas; combinando el “informalismo”, con adición de elementos vegetales a sus lienzos y efectos luminiscentes en sus trabajos. Fue integrante del grupo de artes plásticas, “El Techo de la Ballena”, creado en 1961, y participa en la presentación pictórica “Sujetos plásticos de la Ballena”, en el Salón capitalino “Galería-Librería Ulises”, en 1963. Asentado en Santa Ana de Coro, es nombrado director del Centro de Investigaciones Antropológicas, Arqueológicas y Paleontológicas, “CIAAP”, del estado Falcón. La universidad “Francisco Miranda” de Coro, le confiere el doctorado Honoris Causa, en 2002, como reconocimiento a su labor como arqueólogo, y difusor en medios de comunicación con centenares de publicaciones acerca de sus investigaciones sobre el origen de nuestras etnias primigenias. Recibió en vida numerosos reconocimientos y condecoraciones, todos muy merecidos, por cierto; un ser humano excepcional, y un orgullo del gentilicio patrio. Imagen arqueológica patrimonial de la primera capital de Venezuela; y allí lo sorprendió la muerte, el 23 de febrero de 2005, a los 94 años de edad. Por iniciativa de sus familiares, fue creada en 2009 la “Fundación Cruxent” con fines divulgativos de la obra y acción de este notable científico.
Fuente:
http://www.eluniversal.com/noticias/opinion/cruxent-espiritu-materia_641264
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