domingo, 16 de noviembre de 2014

SESIÓN DE CARGA

La tal Misión Marte
Luis Barragán

La semana pasada, la Asamblea Nacional celebró en Isnotú su sesión ordinaria. Créditos adicionales por delante,  homenajeó a José Gregorio Hernández, siendo acertada la intervención del único orador de la oposición: el médico trujillano Enrique Catalán. Empero, deseamos destacar algunas facetas del evento que hablan de todo un régimen.

Parece hasta natural que los promotores del traslado asambleario a la localidad andina exhiban algún sesgo con el pretendido tributo que le rindieron a José Gregorio, pero la exageración llegó al colmo.   Confundieron al galeno que va camino al santoral católico, con el mismísimo régimen y su más visible fundador redondeando una faena más del imaginario social que se intenta, que un genuino acto de fe.

Nos consternó que un grupo de niños y jóvenes pidiesen la elevación vaticana, exponiendo sendas franelas estampadas con la imagen y nombre del extinto presidente, aunque dos de ellos no llegasen a cinco o siete años de edad.  Por supuesto, violentando la normativa vigente que los ampara, transmitieron un mensaje de devoción revolucionaria que tuvo por pretexto a José Gregorio: curiosamente, se nos antoja, esbozaron más al personaje encarnado años atrás por Américo Montero, seguro legado de abuelos y bisabuelos que tuvieron por única distracción la televisión,  para visualizar ahora a Chávez Frías, suficiente motivo para la curiosidad de los sociólogos y psicólogos sociales que deseen indagar nuestro particular siglo XX.

Valga acotar, los créditos adicionales aprobados estuvieron orientados a satisfacer deudas pendientes en materia laboral y las consabidas pensiones. Fueron retratados como una gran conquista a favor de la justicia social y festejados por la no tan nutrida concurrencia partidista, a pesar de tratarse de compromisos absolutamente predecibles y, por consiguiente, presupuestables, que esperan hasta última hora para ventilarlos y empuñarlos para la más burda demagogia.

Lo más llamativo fue el discurso central, el del sacerdote que administra el lugar dedicado a José Gregorio Hernández, quien hizo gala de una arrogante, desinhibida y también dolorosa identificación política y personal con el gobierno, en reclamo de la amistad con Nicolás y Diosdado, más allá de la debida prudencia que su ministerio impone. Precursoramente, palabras más, palabras menos, ideó y propuso una Misión Marte (“no para el martes, sino Marte”, aclaró), para enviar a toda la oposición: inaceptable en un pastor que ha de predicar los valores cristianos – aún a contracorriente – y esforzarse por la comprensión, el perdón y la reconciliación si tiene por fundamental mensaje el amor.

Quizá por ello, al transportarnos en un avión militar, la ida y vuelta de Trujillo lució tortuosa para los diputados, como un adelanto de esa tal misión. El problema no fue ni es que el traslado en dichos aparatos  resultare incómodo y hasta contraindicado para las personas hipertensas o de la tercera edad, por decir lo menos, sino que incluyera al grueso de los parlamentarios oficialistas:  viajaron silentes, resignados y hasta agradecidos, acaso temerosos de una posible marcianidad, aunque todavía no despunte antena alguna como el par que exhibía discretamente aquél protagonista de la famosa serie televisiva de los años sesenta.

Protagonista ocurrente, bien humorado y, a la vez, sobrio.  Y que sepamos, sin ninguna responsabilidad de Estado, como debe explicarse  la representación de la soberanía popular.

Coletilla

La rica metáfora parlamentaria estuvo muy bien domiciliada en las  secciones especializadas de la vieja prensa que, sin necesidad de las actuales redes sociales, transmitían la espontánea vivencia de los hemiciclos, añadidos los comentarios jocosos.  Muy quizá pueda hablarse de la pobreza de hoy, pero – escaseando esas secciones – hay gestos, palabras y situaciones que no trascienden a la opinión pública como antes: pareciera que el síndrome de la censuradora ANTV se extendiera, ganando la indiferencia de los medios independientes ante el esfuerzo de los diputados de la oposición que, aún en el peor de los casos, soportan las agresiones, presiones,  tensiones y preocupaciones con una entereza que, deshonrosas excepciones aparte, cumplen con los electores de 2010.

El diputado monaguense Wilfredo Febres en Instagram, luego de la sesión trujillana, sentenció: “Diputados de la AN son transportados en aviones hercules, mientras  las cachifas de los ministros viajan en los aviones ejecutivos de pdvsa” (SIC), y, en la cámara, el mirandino Ángel Medina apuntó al “tetero de balas” cuando planteó el debate sobre el caso de Jaua en la cámara, obviamente negado por el oficialismo. Y es que, con razón, podrá decirse de los mejores oradores del pasado, pero también de algunas facetas que podemos destacar en el presente.

Por cierto, en días pasados, a propósito de una reunión de trabajo, hubo el comentario de alguien que no nos ha autorizado a revelar su nombre, que llamó poderosamente la atención. Al referirnos a las lides del ya remoto Congreso, a propósito de nuestro comentario sobre la presencia de interlocutores como Moisés Moleiro, lanzó una hipótesis que nos hizo pensar: si hubiese pertenecido a la mayoría de los senadores y diputados, probablemente se hubiese comportado como la bancada del PSUV en la actual Asamblea Nacional.

Fuente:
http://www.noticierodigital.com/2014/11/la-tal-mision-marte/
http://www.noticierodigital.com/forum/viewtopic.php?t=1061024

Post-data LB: El viaje siguiente, precisamente al día siguiente (18/11/14), los parlamentarios viajaron en dos aparatos de Conviasa.

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