Penitente octubrismo (y la biblioteca de Abraham Quintero)
Luis Barragán
Frecuentemente, se entiende por “octubrismo” aquellos principios o postulados, enunciados o realizados, añadidas las resistencias generadas, que inspiraron el ciclo iniciado el 18 de octubre de 1945, permitiendo establecer algunas coincidencias o diferencias respecto a otra etapa histórica, como la inaugurada el 2 de febrero de 1999. Ambas manifestaciones – la originaria y la derivada - hablan de un mismo modelo rentista de desarrollo, naturalmente afincado en un conjunto de creencias, símbolos y discursos (imaginario), capaz de responder a las coyunturas o confrontar retos similares.
El ciclo abierto en los cuarenta del siglo XX, por cierto, reivindicado a su modo por Marcos Pérez Jiménez hasta los capítulos finales de su gobierno, se extendió hasta mediados de la primera década del XXI, procurando o forzando el consenso a través de un poderoso mito: la revolución. Evidentemente media una distancia abismal, por la habilidad, circunstancia y densidad del anuncio que hizo el conocido Rómulo Betancourt en el mitín del Nuevo Circo, el 17 de octubre de 1945, y la estremecedora espontaneidad, sentido de oportunidad y, valga acotar, inadvertida sobriedad de sus captores de la que también se valió el desconocido Hugo Chávez, el 4 de febrero de 1992. Sin embargo, al revisar pacientemente los discursos de ambos protagonistas, ayudando a configurar el fenómeno octubrista, coinciden en sus principales banderas.
Sintonizan con un determinado imaginario de la revolución, los obliga una inaplazable emergencia social, abortan la inminente guerra civil, la institución castrense recobra un protagonismo político que supusimos superado, luchan contra la corrupción, la movilización populista atenta contra el pluralismo invocado, aunque hay discrepancias propias de mentalidades, épocas y elencos llamados a ejercer el gobierno. Por ejemplo, el uno, echa las bases de una distinta política petrolera que el otro agotó e, irremediablemente, distorsionó; en un caso, se habló de la despersonalización del poder, mientras que, en el otro, de la despartidización extrema; un proyecto fue redefinido y concursado por otros actores, a partir de 1958, en contraste con el otro que comenzó a sincerarse unilateralmente, luego de 2006; hubo responsabilidad, trayectoria e innovación en los equipos gubernamentales, setenta años atrás, pero soportamos la irresponsabilidad, improvisación y rutina de casi dieciséis años que rematan en una crisis crónica, aguda y censurada.
Evidentemente, versamos sobre períodos históricos diferentes, sumados los respectivos partidos de gobierno, pues, en perspectiva, quiérase o no, hay un dramático contraste entre la vieja Acción Democrática de una también intensa y agitada vida interna, sobreviviente en la oposición, y el Movimiento V República / PSUV, bajo parámetros militaristas y que no se entendería fuera de la dirección del Estado. Luce interesante la hipótesis en relación al trienio y al sexenio octubristas de Betancourt y Chávez: original y copia, pues.
La biblioteca de Abraham Quintero
Lo conocimos gracias a las redes sociales, incursionando en sendos grupos de su predilección. En el de libros, por ejemplo, promovía la lectura, leyendo. Sus comentarios fueron densos, oportunos, didácticos. Un buen día, luego de tantas horas de intercambio virtual, la otra perspectiva del tiempo real, María Efe y yo, junto al matrimonio Balladares, lo visitamos: la espléndida comida de un gourmet que, vale subrayarlo, cocinaba, fue el mejor pretexto para hablar estrictamente de todo, incluyendo las piezas artísticas del modesto apartamento, pero lo mejor fue, con pipa empuñada para la degustación de una variada picadura, adentrarse en la biblioteca que cabalmente ejercitaba, aunque el estricto y cuidadoso orden de sus selectos títulos aparentemente lo desmentían. Además, coincidíamos con él en que una buena colección de libros ha de depurarse constantemente, por lo que había títulos en permanente tránsito que muy bien envidiarían a los autores que permanecieron en los estantes de una habitación que parecía intimidar a la misma computadora que los ventilaba. En la extinta St. Honoré, comiendo unas arepas por las Tres Gracias luego de un concierto del Orfeón Universitario, a través del correo electrónico o por el teléfono convencional, María Efe y yo admirábamos al lector, leyente, y al conversador, oyente. Y, reflexionándola en su magnífico blog, la muerte de un cristiano (http://lecturas-yantares-placeres.blogspot.com/2014/08/la-muerte-del-cristiano.html) rubricó la indeseada despedida: falleció Abraham Quintero, el diplomático de carrera jubilado,inquieto y sereno a la vez, de pupilas anegadas por la imprenta convencional y digital, porque Dios lo quiere en su biblioteca y, sin dudas, será un magnifico y obsequioso librero cuando los lectores de sus numerosos comentarios, con paladar en ristre, nos toque algún día partir.
Fuente:
http://www.noticierodigital.com/2014/10/penitente-octubrismo-y-la-biblioteca-de-abraham-quintero/
http://www.noticierodigital.com/forum/viewtopic.php?t=1057253
Fotografía: Orbitada por Abraham Quintero para un album del grupo Libros / Facebook, tiempo atrás, muestra una sección. Tenía los volúmenes indispensables y solía desprenderse de aquellos títulos que no valían un cupo en su estantería, inmediatamente.
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