De la militarización de la memoria
Luis Barragán
Las constantes referencias a la ya distante etapa guerrillera venezolana, especialmente facturadas en el seno de la actual legislatura nacional, seguramente reproducidas en los parlamentos regionales, contribuyen a la interesada recuperación de un pasado extraño a buena parte de las generaciones actuales. La asombrosa identificación del presente con un pasado tan discutible, confirma aquello de “construir el pasado es construir su sentido”, como dijera Félix Vásquez Sixto (“Construyendo el pasado: la memoria como práctica social”, en: “Estudios Centroamericanos”. Universidad “José Simeón Cañas”, El Salvador, nrs. 649-650 de noviembre-diciembre de 2002): a falta de argumentos, bien vale darle plasticidad a la nostalgia.
Parece insuficiente, inconsistente o riesgoso, aludir a la alianza cívico-militar para buscar y reforzar la equivalencia entre revolución e identidad nacional, aunque – consabido – el respeto y el prestigio de la Fuerza Armada Nacional ontológica (o metafísicamente) se confunden con la gesta independentista misma. Existe una prolija literatura al respecto, pero hagamos tres útiles precisiones en torno al discurso militar del chavezato que insiste en una continuidad con el madurato..
Por una parte, está el trasfondo histórico de un arsenal simbólico que vincula las proezas militares a las capacidades políticas, convertido el soldado en garante de la perennidad de la nación frente a los perversos enemigos, ávidos de poder (no otros que los políticos y, ahora, toda oposición social). Y, aunque no está comprobada una relación, directa y cualitativa entre las gestas militares y el ejercicio republicano del poder como deducimos de Tomás Pérez Tenreiro en “Los presidentes de Venezuela y su actuación militar (esbozo)” (Biblioteca de la Academia Nacional de la Historia. Caracas, 1981), no cabe duda alguna del importante ingrediente castrense para nuestra identidad nacional: no por azar, el Día de la Independencia es simultánea y oficialmente, el de la Fuerza Armada Nacional.
El Presidente Chávez empleó hábilmente la memoria militarizada del pueblo venezolano, parafraseando a en un aporte para “Mitos políticos en las sociedades andinas. Orígenes, invenciones y ficciones” (Editorial Equinoccio/Universidad Simón Bolívar – Universidad de Marne-la-Vallé-Instituto Francés de Estudios Andinos, Caracas, 2006), pues - significativamente, por fracasada que haya sido la asonada de 1992 – se hizo de la condición de profesional de las armas para tocar uno de los resortes psicológicos del sedimento autoritario de los venezolanos. Así, por otra parte, en buena medida, fue elegido por 1998 en virtud de su condición militar, por ende, libre de toda sospecha y vinculación con los intereses partididistas, aunque – tardamos en descubrir – que tal pureza se convirtió en un rudo afán ultrapartidista, agravándose la corrupción y militarizando toda la vida social en la medida que intenta milicianizar a la institución castrense.
Finalmente, puede hacerse peligrosa la relación cívico-militar que dependa de la ficción profundamente arraigada de una continuidad de la Fuerza Armada Nacional, institucionalizada definitivamente a principios del siglo XX, ya que posee un relato propio o autónomo, sobre todo en lo concerniente al rol desempeñado durante la década de los sesenta. Estimamos que escasamente sirve a los fines de la imposición de un proyecto político fundado en la resistencia heroica del alerta pueblo miliciano frente al imperialismo, que en el profesionalismo castrense. Por añadidura, la institución armada experimenta una sustancial modificación doctrinal, estructural y organizacional, acercándola cada vez más al modelo cubano, mediante una normativa que, en alguna medida, sirvió de preámbulo al intento de reforma constitucional de 2007.
Unión Interparlamentaria
En la última sesión ordinaria, el oficialismo dio cuenta de la actuación de los delegados a la Unión Interparlamentaria Mundial que no sabemos cómo y cuándo se nombró. No hubo derecho a réplica, sobre todo por la arbitraria versión que dio de casos como el de María Corina Machado. Si mal no recordamos, quedó pendiente una gestión hecha por el diputado Alfonzo Marquina, quien integró una anterior delegación.
Fuente:
http://www.opinionynoticias.com/opinionpolitica/20898-de-la-militarizacion-de-la-memoria
Fotografía: http://www.lapatilla.com/site/wp-content/uploads/2013/03/soldaditapeq.jpg
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