Murallas
Luis Barragán
En el supuesto combate contra la corrupción, al oficialismo no le importa los medios empleados. Dijo conquistar el diputado 99 de sus tormentos, reconociéndose implícitamente como un comprador dispuesto a todo, contentándose con un suplente derivado del complot institucional.
Juró una sesión extraordinaria para – así – autohabilitarse, pero no pudo. Consiguió las sólidas murallas, en un país en el que nadie afortunadamente es perfecto, aunque los más fanfarrones y radicales de la oposición extraparlamentaria lo creen a ciegas.
Iniciado el trámite por el Ministerio Público, se apresta Nicolás Maduro a visitar la Asamblea Nacional para solicitar la ley habilitante a la vez que perorará sobre el Plan de la Nación. Mirará el rostro de aquellos diputados que no le temen, intentará de nuevo intimidarlos e inventará alguna proeza anti-imperialista, largándose por donde entró, a sabiendas que la oposición está hecha de otra madera.
Todo y nada puede ocurrir, en medio de una zozobra poblada de acentos y matices. El coraje y la cobardía fluyen natural e intensamente, explicando la coyuntura, pero nadie logra capitalizarlas. Sin embargo, aunque sea por un instante, luce importante reconocer que los diputados no se doblegaron.
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