martes, 29 de octubre de 2013

TESTIFICACIÓN

NOTITARDE, Valencia, 26 de octubre de 2013
"Caminando con Cristo"
El fariseo y el publicano (Lc.18,9-14)
Pbro. Lic. Joel de Jesús Núñez Flautes

El evangelio de este domingo nos presenta la parábola de un fariseo y un publicano que van a rezar al Templo y, según afirma Jesús, el fariseo no salió justificado y el publicano sí. Debemos decir quién era un fariseo y quién era un publicano. Fariseo era una persona perteneciente a uno de los grupos religioso-políticos muy influyentes en Israel. Los fariseos eran bien vistos por el pueblo porque se presentaban como escrupulosos conocedores de la ley de Dios y por eso eran conocidos también como los "separados", por creerse los más puros, los que no se contaminaban con las cosas paganas. Creían en la resurrección de los muertos y la vida futura. Fueron muy criticados por Jesús por su hipocresía, su avaricia, por su excesivo ritualismo, por no vivir el amor al hermano que es la demostración auténtica de que se han entendido las Escrituras, por considerarse salvados por el simple hecho de conocer la ley de Dios. De aquí que hoy en día se le asigne peyorativamente a una persona el calificativo de fariseo, para decirle hipócrita, falso, mentiroso, engreído. Por su parte, un publicano era la persona que se encargaba de cobrar los impuestos para el imperio romano, lo cual le causaba un gran reproche y odio por parte del pueblo judío, ya que eran vistos como ladrones y corruptos y porque obligaban a dar sus tributos a un pueblo pagano. Jesús estuvo cerca de los publicanos y pecadores, tuvo amistad con muchos de ellos, como en el caso de Zaqueo y uno de sus discípulos fue cobrador de impuestos, como lo fue Mateo. Sabemos el porqué de la predilección de Jesús por este grupo de personas: "No he venido para los que están sanos, sino para los enfermos". "No he venido a buscar a los justos, sino a los pecadores".
En la parábola que nos ocupa, en la lógica humana, si nos tocara optar a nosotros, quizás nos hubiésemos puesto del lado del fariseo y no del publicano, por el "currículum vitae" que describe a cada uno. Sin embargo, es sorprendente cómo Jesús afirma que Dios escuchó la oración del publicano y no la del fariseo. De entrada, el evangelio de Lucas nos deja ver que también los fariseos, como cualquier ser humano, eran pecadores. No solo eran pecadores los publicanos, también los fariseos, los saduceos (que era otro grupo religioso de entonces) y es ésta una de las cosas que le criticaban y aborrecían estos grupos de Jesús, porque les echaba en cara su actitud hipócrita, su incoherencia de vida, su vivir de apariencias, pero no de cumplir y vivir la esencia de la palabra de Dios. También deja ver el evangelio que no es el ritualismo, el conocimiento intelectual de la escritura, los títulos los que nos salvan, sino el llevar a la práctica, a la vida diaria aquello que predicamos o profesamos como nuestra fe. Es aquello que un día dijo el recordado y Beato Papa Juan Pablo II: "El mundo está cansado de maestros, necesita testigos". Es decir, necesita personas que con su vivir diario, con sus actuaciones coherentes, con su forma de pensar, sentir y actuar den testimonio de cuál es la verdad y el camino que nos salva y hace felices. Los fariseos recibían el título de maestros y exigían ser llamados así por la gente, pero su vida estaba lejos de aquello que predicaban.
Jesús en el evangelio deja ver que Dios Padre escucha la oración y se muestra misericordioso con el humilde, con aquel que reconoce sus pecados y hace un esfuerzo por cambiar, por ser diferente, por convertirse a Dios. El Señor es categórico al afirmar que el fariseo no salió justificado; es decir, no estaba en sintonía con Dios, no salió lleno de gracia, no fue atendida su oración por su soberbia, por creerse más que los demás y por su actitud mercantilista ante Dios, pensando que él tendría algo que pagarle por sus "buenos" actos o rituales. En cambio, el publicano, a pesar de su pecado, pedía perdón, buscaba misericordia y la encontró.
El mensaje es claro para nosotros: tenemos que vivir la humildad, reconocer nuestro pecado, nuestra fragilidad, para que Dios pueda escuchar nuestra oración y tenga misericordia de nosotros. "Porque todo el que se enaltece será humillado, pero quien se humilla será enaltecido" y Jesús dijo esta parábola por aquellos que creyéndose justos, despreciaban a los demás.
IDA Y RETORNO: El 9 de noviembre en la Iglesia Nuestra Señora de Los Dolores de la Redoma de Guaparo serán ordenados tres nuevos sacerdotes para nuestra Arquidiócesis de Valencia que se han formado en nuestro Seminario. Ellos son los diáconos: Wilfredo González y Luis Pérez de la parroquia Nuestra Señora de la Medalla Milagrosa de Yagua y Luis Méndez de la parroquia San Juan Apóstol de Negro Primero. Damos gracias a Dios por bendecir a nuestra Iglesia valenciana con nuevos pastores y le pedimos que siga otorgando la perseverancia y fidelidad a nuestros seminaristas para que lleguen a ser sacerdotes santos.
En nuestras parroquias se está llevando a cabo la venta de los bonos "Apoya a tu Iglesia" con el fin de recaudar fondos para el sostenimiento económico de nuestra iglesia. Dios les recompense.

Intervención: Beatriz Olano.

No hay comentarios:

Publicar un comentario