NOTITARDE, Valencia, 18 de agosto de 2013
Jesús, causa de división (Lc.12, 49-53)
Pbro. Lic. Joel de Jesús Núñez Flautes
Jesucristo es el camino, la verdad y la vida. Él como Maestro auténtico y verdadero, como aquel que dice la verdad y es la verdad misma, no podía dejar de ser en su tiempo un signo de contradicción; porque muchos, como sucede todavía hoy, no lo reconocían como el Dios verdadero; sus palabras llenas de autenticidad eran incómodas para los oídos de los que lo escuchaban. Por eso, el mismo afirma en su vida pública: “¿Piensan que he venido a traer al mundo la paz?, No, sino división”, incluso en el seno de una misma familia. No porque Cristo haya pretendido o pretenda la guerra, sino porque su mensaje causará desconcierto, incomodidad, apelo a la conciencia, radicalidad, seguimiento, fe, amor; pero otros muchos que quieren y querrán vivir siempre lejos de Dios, en el pecado, en la vanidad y la mentira, en el camino del mal o que simplemente no entiendan a plenitud las exigencias del evangelio o que no tengan una experiencia profunda de Dios; Cristo será para ellos fastidio, incomodidad, obstáculo y por eso surge la división entre aquellos que aceptan el mensaje y lo tratan de vivir y aquellos que no valorizan lo dicho por Jesús en los evangelios. Así como, lamentablemente, una familia cae en odios, rencores, divisiones, por una bandera política; el mensaje de Cristo que es más sublime, el seguimiento de su persona que es seguir a Dios mismo, trae también división de una familia, de una comunidad, de un país, de religiones y dentro del cristianismo el surgir de infinidades de sectas o grupos que dicen tener la verdad o afirman que presentan al verdadero Cristo.
Pero la realidad expuesta por Jesús es exigencia para el cristiano, porque el seguidor auténtico de Cristo, que es fiel a su palabra de vida, no puede menos que esperar, como su Maestro, el ser piedra de tropiezo y signo de contradicción; porque su forma de vivir, a la luz del mensaje del evangelio, desentona o contradice la forma de vivir nuestra sociedad actual.
Por supuesto, Jesucristo es la paz; pero su presencia en el mundo que va en contra de las injusticias, muerte, violencia, faltas de amor, egoísmos, vanidad, el relativismo, el consumismo depredador, la corrupción, la mentira; denunciadas con firmezas desde el mensaje bíblico, causa rechazo y molestia. Por eso, para alcanzar la paz que Cristo trae y nos promete en su palabra y es la paz que no puede dar el mundo, sino sólo Dios; se necesita luchar contra el mal, hace falta una división entre la gracia y el pecado, entre la luz y las tinieblas, porque el cristiano que sigue a Cristo, Dios y hombre verdadero, que vino al mundo a traernos el mensaje de la Salvación, no puede pactar con el mal, y al no hacerlo crea incomodidad, se convierte en presa del odio y es rechazado por muchos.
El cristiano o el discípulo auténtico de Nuestro Señor, Jesucristo, no debe desanimarse por las adversidades, incomprensiones, dificultades, atropellos, rechazos, calumnias, señalamientos y burlas que le vengan por causa de su fidelidad al evangelio o por ser coherente con el mensaje que predica. Todo lo contrario, el seguidor de Cristo debe saberse refugiar en el Señor, pedir su fuerza, la Gracia del Espíritu Santo para emprender la lucha contra las fuerzas oscuras del mal y el pecado que sacuden al mundo; con la convicción que siempre Dios saldrá al frente para protegerlo, rescatarlo y alcanzar el triunfo.
Nuestra sociedad actual, nuestra Venezuela del Siglo XXI, está reclamando testigos valientes y perseverantes que llevan la bandera del evangelio, la luz de Cristo para sembrar la semilla de la fe, de la esperanza y sobre todo del amor en el corazón de tantos hermanos que están sedientos de un mensaje de esperanza, de palabras verdaderas, de ayuda sincera; hombres y mujeres que denuncien como profetas aquellas situaciones contrarias a la verdad del ser humano, que atentan contra su vida, que lo esclavizan y pervierten y mostrarles el camino de la liberación auténtica. Los cristianos católicos tenemos que ser discípulos misioneros allí donde realizamos nuestras tareas, llevar almas a Cristo, trabajar por la paz.
IDA Y RETORNO: Entre Fundauc y Nuestro Seminario de Valencia, se acaba de firmar un convenio para que profesores y alumnos de nuestra Casa de Formación puedan estudiar a profundidad el idioma inglés y obtener el título de bilingüe. Damos gracias a Dios por el avance en la dimensión académica de nuestra Institución, buscando favorecer la formación integral de los futuros sacerdotes y contribuir a la formación permanente de quienes nos apoyan en dicha labor. Con éste convenio, en el futuro inmediato, se avanzará en otros aspectos y se contará siempre con el aval de la Universidad de Carabobo.
Pieza: Rafael Barrios.
No hay comentarios:
Publicar un comentario