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domingo, 14 de agosto de 2016

(DES) PRENDIMIENTOS

Evangelio Dominical: Fuego
José Martínez de Toda, S.J.

Comentario dialogado al Evangelio que se proclama el 20° Domingo del Tiempo Ordinario, Ciclo C, correspondiente al domingo 14 de agosto 2016.  La lectura es tomada del Evangelio según San Lucas 12, 49-53.

"He venido a prender fuego en el mundo"

Jesús en este evangelio es exigente, celoso y provocador. ¿Qué le preocupa?
Le preocupa el fracaso del plan divino sobre la humanidad.
En el Antiguo Testamento Dios se escogió un pueblo – Israel – para que fuera como modelo de la humanidad. Quería que tuviera la justicia como norma de vida y así aniquilara la injusticia dentro del ser humano y en las estructuras de la sociedad.
Pero Israel no fue fiel a esta vocación.
Por eso el planteamiento de Jesús es muy distinto.

¿En qué se distingue el planteamiento de Jesús?

Él predica el amor, la solidaridad, el respeto, la atención a los más necesitados, y anima a destruir el deseo de dominar a los demás.
Con esto todos los poderes judíos se veían directamente amenazados, afectados y cuestionados por los planteamientos de Jesús.
Así que, no es que Jesús provoque o declare la guerra, sino que su mensaje es signo de contradicción: es buena noticia para los pobres y mala noticia para los explotadores, para quienes dominan, y para los que abusan de su poder; más bien, son éstos los que empuñan la espada y matan a Jesús y sus seguidores (cfr. Ex 5, 21).

Con la frase "Fuego vine a traer a la tierra y qué quiero sino que arda", ¿qué nos quiere decir Jesús?

El fuego tiene varios significados positivos:
Primero: El fuego simboliza el entusiasmo con que hablamos y actuamos. El entusiasmo es "un fuego que enciende otros fuegos". Uno desea que el Espíritu arda y brille en el corazón de todo creyente.
Segundo: Necesitamos el fuego del Espíritu para quemar todo lo que nos estorba, y para liberarnos de todo lo que nos ata a la basura de este mundo. Por eso Juan Bautista dijo que el Mesías "les bautizará en Espíritu Santo y fuego" (3:16).

Pero el fuego también sirve para la destrucción...
Pero Jesús nunca quiso el fuego de la destrucción. Por ejemplo, Santiago y Juan querían hacer caer fuego del cielo sobre los samaritanos, que rechazaron a Jesús, y no querían que entrara en su pueblo; pero Jesús no se lo permitió (9:54).

También habla Jesús del bautismo, que tiene que recibir. ¿De qué bautismo habla?
Es una referencia encubierta a su muerte. Así ocurrió también cuando Santiago y Juan le pidieron a Jesús sentarse a su derecha e izquierda en el reino. En aquella oportunidad Jesús les dijo: "No saben lo que piden. ¿Pueden beber del cáliz que yo bebo, o ser bautizados del bautismo de que yo soy bautizado?" (Marcos, 10:38).
'Bautizo' en su sentido original es sumergirse; y esa inmersión representa la muerte.
El cáliz y el bautizo son metáforas que indican el sufrimiento y la muerte de Jesús.

¿Siente Jesús miedo ante lo que le espera?
Así lo expresa Él mismo: "Y ¡cómo me angustio hasta que se cumpla ese bautizo!".
Estas son palabras fuertes de un hombre comprometido con una misión difícil, y angustiado por lo que puede ocurrir de inmediato. He aquí algunos ejemplos parecidos:
Es lo que siente un soldado antes de entrar en batalla.
O un policía cuando va a enfrentar a unos narcos, bandidos o secuestradores,
O un paciente esperando el momento de su operación.
Ésta es la angustia de Jesús, cuando en el Monte de los Olivos, ve su sudor "como grandes gotas de sangre que caían hasta la tierra" (22:44).

También dice Jesús que ha venido a traer división. ¿Qué trae Jesús: paz o guerra?
No es una guerra contra otras personas, sino una guerra contra el mal, contra el pecado y la corrupción. Es una guerra sin sangre ni represión.
Es una guerra, por ejemplo, contra los Siete Pecados Capitales: Orgullo, codicia, lujuria, ira, glotonería, envidia, pereza. A estos males podemos añadir la madre de todos ellos: la injusticia, fruto del egoísmo.
Esta guerra trae consecuencias graves, hasta entre amigos y familiares: enemistades, persecución, muertes...
"Porque estarán cinco en una casa divididos; tres contra dos, y dos contra tres".
¡La palabra 'división' perturba! Hasta las familias serán divididas a causa de Jesús.
Porque el amor verdadero elige luchar a favor de los más débiles, y esto puede traer discriminación y persecución por parte de los poderosos.
Muchos de los primeros en este mundo serán los últimos en el reino de Dios (13:30), pues perseguirán a los buscadores de la justicia y del respeto a los débiles.
Eso le pasó primero a Jesús. A lo largo de su ministerio Jesús experimenta conflicto, culminando con la cruz. Ya Simeón predijo este conflicto cuando Jesús era todavía un infante. Simeón le dijo a María: "He aquí que éste tu hijo es puesto para caída y para levantamiento de muchos en Israel. Y una espada traspasará tu alma de ti misma" (Lucas 2:34-35).

¿Y pasa eso también hoy día?
Eso le está pasando a muchos de nuestro tiempo: a los seis Jesuitas asesinados de El Salvador, al jesuita Vicente Cañas y a la Hna. Dorothy Stang asesinados por defender los derechos de los indígenas de la Amazonia.
La fidelidad a Jesús ha de superar cualquier otra fidelidad, incluso la familiar; porque, lejos de discriminar, dará su verdadero sentido a todas las demás fidelidades.

Fuente:
http://radioevangelizacion.org/noticia/evangelio-dominical-fuego
Cfr.
José Enrique Galarreta: http://www.feadulta.com/anterior/Ev-JE_55_lc-12-32-48.htm
Isabel Vidal de Tenreiro: http://www.elimpulso.com/opinion/buena-nueva-division-la-familia
Ilustración: Lena Emmertz.

domingo, 18 de agosto de 2013

EXIGENCIA

NOTITARDE, Valencia, 18 de agosto de 2013
Jesús, causa de división (Lc.12, 49-53)
Pbro. Lic. Joel de Jesús Núñez Flautes

Jesucristo es el camino, la verdad y la vida. Él como Maestro auténtico y verdadero, como aquel que dice la verdad y es la verdad misma, no podía dejar de ser en su tiempo un signo de contradicción; porque muchos, como sucede todavía hoy, no lo reconocían como el Dios verdadero; sus palabras llenas de autenticidad eran incómodas para los oídos de los que lo escuchaban. Por eso, el mismo afirma en su vida pública: “¿Piensan que he venido a traer al mundo la paz?, No, sino división”, incluso en el seno de una misma familia. No porque Cristo haya pretendido o pretenda la guerra, sino porque su mensaje causará desconcierto, incomodidad, apelo a la conciencia, radicalidad, seguimiento, fe, amor; pero otros muchos que quieren y querrán vivir siempre lejos de Dios, en el pecado, en la vanidad y la mentira, en el camino del mal o que simplemente no entiendan a plenitud las exigencias del evangelio o que no tengan una experiencia profunda de Dios; Cristo será para ellos fastidio, incomodidad, obstáculo y por eso surge la división entre aquellos que aceptan el mensaje y lo tratan de vivir y aquellos que no valorizan lo dicho por Jesús en los evangelios. Así como, lamentablemente, una familia cae en odios, rencores, divisiones, por una bandera política; el mensaje de Cristo que es más sublime, el seguimiento de su persona que es seguir a Dios mismo, trae también división de una familia, de una comunidad, de un país, de religiones y dentro del cristianismo el surgir de infinidades de sectas o grupos que dicen tener la verdad o afirman que presentan al verdadero Cristo.
Pero la realidad expuesta por Jesús es exigencia para el cristiano, porque el seguidor auténtico de Cristo, que es fiel a su palabra de vida, no puede menos que esperar, como su Maestro, el ser piedra de tropiezo y signo de contradicción; porque su forma de vivir, a la luz del mensaje del evangelio, desentona o contradice la forma de vivir nuestra sociedad actual.
Por supuesto, Jesucristo es la paz; pero su presencia en el mundo que va en contra de las injusticias, muerte, violencia, faltas de amor, egoísmos, vanidad, el relativismo, el consumismo depredador, la corrupción, la mentira; denunciadas con firmezas desde el mensaje bíblico, causa rechazo y molestia. Por eso, para alcanzar la paz que Cristo trae y nos promete en su palabra y es la paz que no puede dar el mundo, sino sólo Dios; se necesita luchar contra el mal, hace falta una división entre la gracia y el pecado, entre la luz y las tinieblas, porque el cristiano que sigue a Cristo, Dios y hombre verdadero, que vino al mundo a traernos el mensaje de la Salvación, no puede pactar con el mal, y al no hacerlo crea incomodidad, se convierte en presa del odio y es rechazado por muchos.
El cristiano o el discípulo auténtico de Nuestro Señor, Jesucristo, no debe desanimarse por las adversidades, incomprensiones, dificultades, atropellos, rechazos, calumnias, señalamientos y burlas que le vengan por causa de su fidelidad al evangelio o por ser coherente con el mensaje que predica. Todo lo contrario, el seguidor de Cristo debe saberse refugiar en el Señor, pedir su fuerza, la Gracia del Espíritu Santo para emprender la lucha contra las fuerzas oscuras del mal y el pecado que sacuden al mundo; con la convicción que siempre Dios saldrá al frente para protegerlo, rescatarlo y alcanzar el triunfo.
Nuestra sociedad actual, nuestra Venezuela del Siglo XXI, está reclamando testigos valientes y perseverantes que llevan la bandera del evangelio, la luz de Cristo para sembrar la semilla de la fe, de la esperanza y sobre todo del amor en el corazón de tantos hermanos que están sedientos de un mensaje de esperanza, de palabras verdaderas, de ayuda sincera; hombres y mujeres que denuncien como profetas aquellas situaciones contrarias a la verdad del ser humano, que atentan contra su vida, que lo esclavizan y pervierten y mostrarles el camino de la liberación auténtica. Los cristianos católicos tenemos que ser discípulos misioneros allí donde realizamos nuestras tareas, llevar almas a Cristo, trabajar por la paz.
IDA Y RETORNO: Entre Fundauc y Nuestro Seminario de Valencia, se acaba de firmar un convenio para que profesores y alumnos de nuestra Casa de Formación puedan estudiar a profundidad el idioma inglés y obtener el título de bilingüe. Damos gracias a Dios por el avance en la dimensión académica de nuestra Institución, buscando favorecer la formación integral de los futuros sacerdotes y contribuir a la formación permanente de quienes nos apoyan en dicha labor. Con éste convenio, en el futuro inmediato, se avanzará en otros aspectos y se contará siempre con el aval de la Universidad de Carabobo.

Pieza: Rafael Barrios.

APASIONADOS

Sin fuego no es posible
José Antonio Pagola

En un estilo claramente profético, Jesús resume su vida entera con unas palabras insólitas: "He venido a traer fuego a la tierra, y como quisiera que ya estuviera ardiendo!". ¿De qué está hablando Jesús? El carácter enigmático de su lenguaje conducte a los exegetas a buscar la respuesta en diferentes direcciones. En cualquier caso, la imagen del "fuego" nos está invitando a acercarnos a su misterio de manera más ardiente y apasionada.
El fuego que quema en su interior es la pasión por Dios y la compasión por los que sufren. Nunca podrá ser revelado este amor insondable que anima su vida entera. Su misterio no quedará nunca encerrado en fórmulas dogmáticas ni en libros de sabios. Nadie escribirá un libro definitivo sobre él. Jesús atrae y quema, turba y purifica. Nadie podrá seguir con el corazón apagado o con piedad aburrida.
Su palabra hace arder los corazones. Se ofrece amistosamente a los más excluidos, despierta la esperanza en las prostitutas y la confianza en los pecadores más despreciados, lucha contra todo lo que hace daño al ser humano. Combate los formalismos religiosos, rigorismo inhumanos y las interpretaciones estrechas de la ley. Nada ni nadie puede encadenar su libertad para hacer el bien. Nunca podremos seguir viviendo en la rutina religiosa o el convencionalismo de lo "correcto".
Jesús enciende los conflictos, no los apaga. No ha venido a traer falsa tranquilidad, sino tensiones, enfrentamiento y divisiones. En realidad, introduce el conflicto en nuestro propio corazón. No es posible defenderse de su llamada detrás del escudo de ritos religiosos o prácticas sociales. Ninguna religión nos protegerá de su mirada. Ningún agnosticismo no nos librará de su desafío. Jesús nos está llamando a vivir en verdad y a amar sin egoísmos.
Su fuego no ha quedado apagado al sumergirse en las aguas profundas de la muerte. Resucitado a una vida nueva, su Espíritu sigue ardiendo a lo largo de la historia. Los primeros seguidores lo sienten arder en sus corazones cuando escuchan sus palabras mientras camina a su lado.
¿Donde es posible sentir hoy este fuego de Jesús? ¿Donde podemos experimentar la fuerza de su libertad creadora? ¿Quema nuestros corazones cuando acogemos su Evangelio? ¿Donde se vive de manera apasionada siguiendo sus pasos? Aunque la fe cristiana parece extinguirse hoy entre nosotros, el fuego traído por Jesús al mundo sigue ardiendo bajo las cenizas. No podemos dejar que se apague. Sin fuego en el corazón no es posible seguir a Jesús.

http://www.luisaleman.es/evangelio.htm
Cfr. http://elimpulso.com/articulo/buena-nueva-cristo-divide-la-familia#.UhC7jn8TkhM