miércoles, 7 de diciembre de 2011

TIEMPOS HA ...


EL NACIONAL - DOMINGO 6 DE DICIEMBRE DE 1998 / SIETE DIAS
Las elecciones de 1944: Del fracaso electoral a la aventura golpista

En 1944, las elecciones municipales y de asambleas legislativas que debían celebrarse en octubre eran vistas con mucha atención, pues su resultado determinaría la composición del Congreso que, de acuerdo al sistema de elecciones indirectas, debía elegir en abril de 1946 al Presidente del período 1946-1951, que sucedería al presidente Medina. Para ese momento, era un secreto a voces la aspiración del general López Contreras a ser reelegido, así como era visible la oposición del presidente Medina a ello. El asunto no era fácil ni cómodo para nadie. A pesar de la enorme popularidad de Medina, los partidarios de López Contreras eran muchos y muy importantes, y se movían activamente para ubicar a su gente en las asambleas y concejos, con un propósito negado públicamente pero indudable. En bando opuesto, el secretario de la Presidencia, Arturo Uslar Pietri, actuaba como el centro motor de las gestiones que se hacían en sentido contrario. Aun cuando se guardaban apariencias, era público y notorio que el general López Contreras se había distanciado del general Medina por el cambio radical que a su política éste había impulsado desde 1941, la cual había permitido y auspiciando la fundación de partidos políticos, había dejado actuar libremente a los comunistas, sin acosarlos ni perseguirlos, y había respetado una irrestricta libertad de prensa. A pesar de ello y de los enormes avances que en todos los terrenos se habían operado por el presidente Medina, muchos pensaban y otros temían que el lopecismo estaba en capacidad de llevar al Congreso a suficientes simpatizantes para lograr su propósito de reelegir al viejo general. Todos reconocían que López Contreras tenía mucho prestigio, nadie negaba su autoridad en el Ejército, y muchos sabían que su popularidad era mayor que la de los nuevos partidos AD y UPV. En todo caso, para mantener vivo todo ello, López Contreras contaba con el vociferante apoyo del diario La Esfera, en cuyas paginas se fustigaba duramente al gobierno de Medina y se criticaba constantemente su política de abrir camino para la legalización de los comunistas y otros partidos considerados de izquierda, a quienes se atacaba sin cuartel.

En esto, La Esfera y el lopecismo coincidían con el diario El País, órgano de Acción Democrática, dirigido tras corrales por Rómulo Betancourt. Desde su regreso de Chile y la fundación de Acción Democrática en 1941, Betancourt no perdía oportunidad para pelearse con sus antiguos camaradas comunistas y lavar un pasado que veía como un lastre para su desaforada ambición de poder. Con esa política, Acción Democrática iba a contracorriente de la política de Medina, que procuraba abrir cauces de participación a todas las ideologías, en especial la de quienes se confesaban comunistas y quienes tenían que ocultarlo, pues estaba vigente una disposición constitucional que lo prohibía. La política de Medina se había materializado en la reforma de la Constitución, que, aprobada hacía dos meses por el Congreso, estaba pasando en ese momento por el lento trámite de su ratificación por las asambleas legislativas. Esa reforma borraba de la Constitución el famoso "Inciso VI", que prohibía ser o hacer propaganda comunista y dotaba al Ejecutivo con la facultad de declarar unilateralmente, sin fórmula de juicio, como "traidor a la patria" a todo a quien calificara de comunista. Pero además de esa reforma, aprobada mayoritariamente por el Congreso con la sola oposición de algunos lopecistas y del diputado Rafael Caldera, se le otorgaba el derecho a voto a las mujeres y se establecía que la elección de los miembros de la Cámara de Diputados se haría por elección uninominal, universal y secreta.

Los marxistas codiciados
Ante la inminencia de las elecciones municipales, en las cuales se determinaría la composición del Congreso elector de 1946, La Esfera, sin importarle los ataques sistemáticos que le hacía casi a diario a los comunistas, lanzó abiertas sugerencias para integrar un frente con Acción Democrática para oponerse al Gobierno. De lograrse ese acuerdo, el lopecismo tendría mayoría en el Concejo Municipal de Caracas, que debía elegir a los Diputados al Congreso en enero de 1945. Los comunistas, agrupados en el partido Unión Popular Venezolana (UPV), interpretando esa posibilidad como un peligro para los grandes pasos de avance democrático que se habían dado desde que Isaías Medina había sido elegido Presidente en 1941, invitaron a su vez al partido Acción Democrática y al Partido Democrático Venezolano (PDV), del Gobierno, a un entendimiento con el propósito de impedir que los candidatos de lo que llamaban la "reacción" ocuparan posiciones en los concejos municipales y asambleas legislativas que podían llevar a la reelección de López Contreras.

En su diario Aquí está del 23 de agosto de 1944, la UPV propuso que el acuerdo podía lograrse alrededor de tres puntos fundamentales: una estricta vigilancia del proceso electoral, una adecuada selección de los candidatos, "descartando los que sean reconocidamente reaccionarios o antipopulares" y la "elaboración de una plataforma de reivindicaciones urgentes que, sin descartar la posibilidad de que las diferentes organizaciones lancen sus programas separados, sea la expresión de consignas antifascistas, propugnando el apoyo eficaz a las actuaciones positivas del actual Gobierno y ofreciendo claras perspectivas de lucha por la honradez de la administración pública".

La invitación de los comunistas a Acción Democrática fue interpretada como un acto de cortesía. En el curso de ese año, los choques entre comunistas y adecos habían sido frontales. En marzo, Acción Democrática había saboteado deliberadamente la Convención Nacional de Trabajadores, provocando una abierta violación a la Ley, lo cual llevó a su disolución por el Gobierno. La crónica de Miguel Otero Silva publicada en El Nacional del 26 de marzo de 1944, cuenta con claridad y en detalle lo que sucedió. La maniobra de boicot divisionista, orquestada por Betancourt, provocó una feroz polémica con Gustavo Machado y Juan Bautista Fuenmayor. En ella, el dirigente comunista de Costa Rica Arnoldo Ferreto publicó, el 5 de abril de 1941, un artículo que decía que Betancourt, como premio al boicot de la Convención de Trabajadores, había merecido el "privilegio" de la primera plana "de uno de los órganos reaccionarios más caracterizados de la prensa burguesa nacional", el diario lopecista La Esfera. "La explicación de tan señalado privilegio", decía Ferreto, "es el rudo ataque que el señor Betancourt se permite formular contra nuestro partido, con la evidente intención de lavarse de los pecados de su pasado comunista", contando que "durante los años en que militó en nuestro partido en Costa Rica, Betancourt representó siempre la tendencia más intransigente y más sectaria. Las diatribas más fuertes lanzadas contra todos aquellos que no fueran nuestros camaradas, aunque mantuvieran una actitud progresista frente a los más importantes problemas nacionales, fueron escritas por él. Nadie como él fulminó contra toda posible colaboración con otros partidos o tendencias de la izquierda moderada. Su lema era: `La revolución no se hace con cuentagotas".

Por todo ello y algo más, nadie esperaba que Acción Democrática respondiera favorablemente a la invitación de UPV. Cuando, tres días después de la invitación de los comunistas a formar un bloque antilopecista, se reunió la II Convención de Acción Democrática, nadie esperaba un pronunciamiento a favor de la unión antilopecista. A esa Convención concurrieron los fundadores del pequeño partido, que sonaba más por el prestigio literario de su presidente, Rómulo Gallegos, y de su vicepresidente, el querido poeta Andrés Eloy Blanco, que por su escuálida militancia. A esa Convención asistieron, entre otros, los jóvenes adecos Orestes Di Giácomo, Luis Vera, Eligio Anzola Anzola, Enrique Crassus, Guillermo Salazar Meneses, Rigoberto Henríquez Vera, Luis Augusto Dubuc, Antonio Leidenz, Francisco Olivo y Augusto Malavé Villalba. El Comité Ejecutivo Nacional estaba formado por Rómulo Gallegos, Luis Beltrán Prieto Figueroa, Rómulo Betancourt, Raúl Leoni, Gonzalo Barrios, Carlos D'Ascoli, Luis Lander, Valmore Rodríguez, Luis Troconis Guerrero, Cirilo J. Brea, Pedro B. Pérez Salinas y Alberto López Gallegos. Instalada la Convención, Rómulo Betancourt leyó su informe político, que fue aprobado por unanimidad. Pero el asunto que produjo más intervenciones fue la renuncia que al partido había hecho Inocente Palacios, mediante una carta pública en la cual acusaba a la dirigencia de Acción Democrática de derivar hacia un entendimiento con las "fuerzas reaccionarias" del lopecismo. Ello era secuela de lo que había sucedido, precursor de lo que habría de suceder.

La noticia bomba
El 12 de septiembre, el popular tabloide Ultimas Noticias -fundado y dirigido por el comunista Kotepa Delgado y el cual se vendía al pregón por una puya-, hizo público el acuerdo concluido entre los comunistas de la UPV y el PDV del Gobierno. El anuncio cayó como una bomba. Para explicarlo, el joven dirigente del PDV Alirio Ugarte Pelayo declaró que "la suprema autoridad del partido había acordado ese pacto porque el Partido Comunista (UPV) había prestado decidido apoyo al presidente Medina contra la reacción". Ugarte Pelayo se refería, sin mencionarlo, a Arturo Uslar Pietri, tenido con razón como la cabeza política del Gobierno y de su partido. El acuerdo era sencillo: UPV lanzaría en Caracas candidatos en cuatro parroquias; el PDV, en quince; y las tres restantes parroquias serían asignadas a candidatos independientes, seleccionados de común acuerdo.

La reacción de La Esfera fue tal como se la esperaba. Aseguraba que de todos los horrendos errores de Medina, "la alianza con los marxistas es quizás el más grave error, y habrá de tener fatales resultados para quienes la gestionaron". El diario dirigido por Ramón David León argumentaba que con ello, el PDV se había confesado sin fuerzas, pues "ha tenido que apoyarse en los comunistas", y agregaba que los "sovietizantes declaran también su impotencia, cuando se ven forzados a cubrirse bajo la tienda electoral del oficialismo". No carecía de razón. El lopecismo tenía una presencia importante en los concejos municipales. Refiriéndose a Uslar Pietri, decía que "el público se preguntará si un sector que se decía nacido en una fuente decorosa de ideales democráticos y patrióticos, es honesto y cree realmente en sus principios, o si sólo se trata de una amalgama temporal de apetitos que no vacila en sacrificar los principios doctrinarios ante la necesidad de conquistar las posiciones de mando, sin cuidarse mucho de la compañía, ni de los ideales opuestos que se unen para una simple campaña de politiquería parroquial".

Por su parte, El Tiempo, vocero del PDV dirigido por Mariano Picón Salas, respondió diciendo que "el diario que invitó melifluamente a una alianza al Partido Comunista, ahora se horroriza de que Unión Popular Venezolana haya llegado a un entendimiento con una organización realmente democrática". Refiriéndose a una visita del presidente Medina a la sede del PDV, decía: "Nunca antes se había visto tanta gente. Nunca antes se manifestó con tanto entusiasmo y con tanta decisión un espíritu partidista. Nunca antes se expresó con tanta claridad un ánimo de luchar contra todas aquellas fuerzas que se opusieron al desarrollo de una política dictada por los viejos anhelos venezolanos", para rematar diciendo que: "Nunca antes se presenció una noción más clara en las masas sobre el sentido y la negra significación del enredijo de zancadillas que están tratando de tejer las fuerzas acorraladas en los mismos repechos naftalinados donde se guardan los archivos destinados a la extorsión y al terrorismo moral".

El País, vocero de Acción Democrática, que ahora se veía acorralada a la esquina de la reacción, intentó sembrar cizaña informando que "esta alianza ha motivado que se hayan enviado algunas solicitudes de baja al directorio seccional del PDV y que estén gestándose otras, quizás masivamente", y asegurando que "la escogencia de ciudadanos independientes, de prestigio personal, fue motivo de controversia".

Los candidatos
Los nombres y el peso personal de los candidatos de la coalición UPV-PDV lo desmentían. Entre los nominados estaban hombres como Rafael Vegas y Antonio Arráiz, director de El Nacional, quien sería contendor de Andrés Eloy Blanco, el candidato de Acción Democrática. En su carta de aceptación, Arráiz escribió: "No tengo necesidad de manifestar una vez más cuán antiguos, profundos e inconmovibles son los nexos de amistad, y aun diré de hermandad, que me ligan al gran poeta nacional. A lo largo de toda la vida hemos estado juntos en las mismas posiciones literarias, políticas, intelectuales, sentimentales. La presencia de Andrés Eloy garantiza a todos los votantes que la lucha electoral en San Juan alcanzará esa altura en los postulados y esa limpieza en los procedimientos que es el ambiente más adecuado al libre ejercicio del sufragio. Considero que un triunfo o una derrota ante Andrés Eloy Blanco serían honrosos para mí".

Los candidatos del PDV eran, entre otros, Rafael Vegas, Alirio Ugarte Pelayo, Felipe Massiani, Manuel Malpica, Armando Castillo Plaza, Martín Pérez Matos, Leopoldo Martínez Olavarría. Una Asamblea de UPV aprobó como sus candidatos a Rodolfo Quintero, Eduardo Gallegos Mancera, Carlos Augusto León y Rafael Heredia. Los candidatos de Acción Democrática eran Luis Beltrán Prieto, Juan Pablo Pérez Alfonzo, Gonzalo Barrios, Augusto Malavé Villalba, Alberto Ravell, Antonio Bertorelli, Valmore Rodríguez, Rómulo Gallegos, Rómulo Betancourt, Andrés Eloy Blanco, Angel Bajares, Raúl Ramos Giménez, Luis Lander y Raúl Leoni.

Ello evidenciaba que las elecciones municipales de Caracas eran muy importantes para el PDV, pero una cuestión de vida o muerte para Acción Democrática. Toda su plana mayor fue llevada a presentarse como candidatos, de Rómulo Gallegos para abajo. El boicot a la Convención de Trabajadores los había malquistado con la clase obrera, y la polémica con los comunistas no les había ganado la simpatía de la burguesía, y los había aproximado al lopecismo y a La Esfera, que no ocultaba su apoyo a los candidatos adecos. Por su parte, el embajador de Estados Unidos, Frank P. Corrigan, quien -por la política que le imponía la alianza de su país con la Urss en la guerra que se estaba librando en Europa- se cuidaba mucho de expresar al gobierno de Medina ningún reparo por su alianza con los comunistas, informaba con entusiasmo al Departamento de Estado acerca de las cualidades anticomunistas de Betancourt.

La contienda electoral
En el mitin celebrado en el Nuevo Circo el 22 de septiembre, Rómulo Betancourt pronunció un discurso en el cual denunció los fraudes del censo de electores: "El cúmulo de fraudes y chanchullos que atesora el censo electoral, fue hecho bajo el control del PDV", dijo, y aseguró que "son innumerables las dobles y triples inscripciones, los votantes paracaidistas trasladados `a juro' de una parroquia a otra y los habitantes del Cementerio General del Sur, a quienes, con irrespetuosa irreverencia, se les ha rescatado de su definitivo sueño de las fosas para incorporarlos al censo en calidad de votantes-fantasmas", lo cual fue coreado con risas y aplausos. Seguidamente dijo que la "escaramuza" electoral de octubre era el preludio de la batalla del 46 por la Presidencia; que la alianza del PDV con los comunistas había sido obra de Arturo Uslar Pietri, que aspiraba a ser el candidato indiscutido para el próximo periodo constitucional. Como prueba de ello, Betancourt decía que los ataques del diario comunista Aquí esta a Aurelio Arreaza y a Manuel Egaña, que apoyaban a López Contreras, eran parte de ese acuerdo, pues así los comunistas decían lo que Uslar quería pero no podía decir. Tratando de desvincularse de la alianza de hecho que tenía con el lopecismo reaccionario, Betancourt decía que Acción Democrática "no ha adquirido compromisos políticos, ni directa ni indirectamente, para apoyar en el 46 la candidatura de López Contreras ni la de ningún otro posible candidato oficialista". Los hechos se encargarán de desmentirlo. Quejándose de que la campaña electoral contra Acción Democrática era "agresivamente personalista", pidió que el debate fuera alrededor de ideas, principios y programas, "y no se desgarite hacia el terreno del subalterno personalismo". Pero haciendo lo que criticaba, Betancourt atacó a la prensa que lo adversaba, acusándola de estar subvencionada por el oficialismo y diciendo que para "esos ganapanes, insultar, difamar y mentir es la única forma, de llevar el pan a sus hogares". Precisando su alusión, dijo: "Este llamado va dirigido a la prensa upepista, y especialmente a su diario de choque: El Nacional". A Mariano Picón Salas, director de El Tiempo, le advirtió que "a las primeras de cambio vamos a citar el nombre del intelectual venezolano a quien se expulsó en 1936 de un partido democrático por sus actitudes `doriotistas' contra el movimiento popular". Volviendo a atacar a El Nacional y a la familia Otero, les dijo: "Dejen de estarnos acusando de andar de braceros con especuladores y hambreadores del pueblo, porque en la punta de la lengua tenemos el nombre del condueño de ese diario, y propietario de 20.000 acciones de la Compañía productora y distribuidora de luz eléctrica de Barcelona", para concluir diciendo que "así contestamos nosotros a los tímidos que no conciben cómo nos atrevemos a enfrentarnos a una coalición donde conjúganse dinero abundante, recursos de poder y demagogia desenfrenada". Betancourt cerró su discurso asegurando que vencerían en las elecciones de octubre de 1944, "duplicando, cuando menos, los votos que obtuvo nuestro partido en anteriores justas eleccionarias".

Unos días antes de las elecciones, La Esfera repitió, en un editorial, que apoyaba a Acción Democrática "porque en los momentos actuales simboliza el desligamiento honesto de las influencias burocráticas y la posición anticomunista responsable que reniega de los internacionalismos y coloca la Patria por encima de todo". La Esfera se quejaba de que López Contreras se hubiera negado a la creación de un gran partido "que acogiese en su seno a los millares de elementos honestos y conscientes" y argumentaba que "por falta de esa cohesión de energías cívicas en una intensa lucha ideológica, Acción Democrática ha conquistado un terreno al cual tiene derecho por su independencia, pero del cual podría hacer uso erróneo en el mañana".

Los resultados
Los resultados fueron catastróficos para Acción Democrática. En La Guaira, Luis Beltrán Prieto fue derrotado por el comunista García Salazar; en Altagracia, Alirio Ugarte Pelayo triplicó los votos de Gonzalo Barrios; en Candelaria, el comunista Carlos Augusto León le ganó a Luis Lander por 40 votos; en Catedral, Rafael Vegas sacó siete veces y medio más votos que el candidato adeco; en El Valle, Eduardo Gallegos Mancera triplicó los votos de Manuel Martínez. Antonio Arráiz duplicó la votación de su amigo Andrés Eloy Blanco; en Santa Rosalía, el desconocido Augusto Domínguez le ganó a Rómulo Gallegos, y Felipe Massiani triplicó los votos de Juan Pablo Pérez Alfonzo; y por último, en San Agustín, Rómulo Betancourt le ganó a duras penas a Rodolfo Quintero por 68 votos. Así, Rómulo Betancourt pudo entrar a ser concejal en octubre de 1944. Un año mas tarde, sería presidente de la Junta Revolucionaria de Gobierno.

Refiriéndose a la elección de Rómulo Betancourt, Aquí está decía que ello había sido posible "por los votos de la caverna, expresados a favor del comunista renegado, el más agresivo de los demagogos adecos, el niño mimado de La Esfera, de Pérez Dupuy y de todos quienes pretenden alcanzar el poder, por cualquier procedimiento, para poner en práctica sus torvas intenciones antivenezolanas". Dándole un poco de la medicina sarcástica que él repartía con tanta generosidad, decía que "el sapito retrechero, con humos napoleónicos, estará ahora en mejores condiciones para prestarle sus servicios y su colaboración a las negras fuerzas de la reacción, que hicieron posible su triunfo, pagándoles así los servicios prestados, al colaborar con ellas contra los intereses de la Patria".

Las elecciones de 1944 fueron atípicas. Lo tradicional, desde 1936, habían sido las alianzas de las izquierdas: Acción Democrática y Unión Popular Venezolana, en contra las fuerzas representativas del Gobierno, primero de López y luego de Medina. Eso los había llevado a tener más de 40 miembros en el Congreso. Los cambios impuestos por Medina en los tres años anteriores, llevaron a que los comunistas de UPV estuvieran aliados con el Partido Democrático Venezolano, enfrentados a Acción Democrática, aliada con la reacción lopecista representada en La Esfera, con Acción Nacional, de Rafael Caldera y Pedro José Lara Peña, y con los lopecistas más empedernidos. Ello reduciría a Acción Democrática a un único y solitario diputado.

Si la derrota adeca había sido tan aplastante como evidente, el triunfo político del gobierno de Medina era indiscutible. Su autoridad salió fortalecida a los ojos de la Nación, por la forma ecuánime, respetuosa y limpia como se comportó en todo el proceso.

Acción Democrática explicó su derrota culpando a la abstención, "debida a la escasa fe que se tiene en la eficiencia del comicio, bajo la tutela actual de un ejecutivismo incontrolado". Otra parte de la culpa le fue atribuida al sistema electoral: "Con el estatuto vigente, la democracia es un mito en Venezuela", dijo, y anunció que su fracción parlamentaria -que quedaría reducida a un solo representante, Andrés Eloy Blanco- presentaría al Congreso un proyecto de reforma electoral que "eliminara las trabas antidemocráticas, pediría el voto directo, la representación proporcional y la concesión del derecho de voto a los analfabetos y a la mujer", olvidándose que ello ya había sido establecido en la reforma constitucional aprobada, que le otorgaba el voto a la mujer y establecía la elección uninominal de la Cámara de Diputados. Betancourt escribió en El País: "Métodos electorales viciados y ley de elecciones inaceptable ya para un país en su mayoría de edad ciudadana, son los dos factores determinantes de esta hora incierta que vive el país. En las vísperas mismas de la renovación presidencial del 46, Venezuela tiene los ojos y la angustia volcados sobre el juego de las camarillas. Porque en definitiva son ellas las que, por sí y ante sí, se han arrogado la función de decidir quién va a gobernar al país en el quinquenio 1946-1951".

La Esfera coincidió en esto y examinó el sistema electoral venezolano de elección indirecta de tercer grado, en el cual los electores elegían diputados a las asambleas que elegían a los senadores, y concejales que elegían a los diputados, y ambos constituidos en Congreso elegían al Presidente. "Es el voto popular, directo en la etapa original de nuestro proceso eleccionario, el que elige presidente de la República", para de seguidas decir que "apartando una reducida camarilla que usufructa las ventajas del Poder, tanto las clases populares, como la clase media y la pudiente, desean un cambio de sistema en la dirección de los destinos públicos, ya que ninguna de las tres representaciones enunciadas está satisfecha con los métodos gubernamentales, ni con los hombres que vienen detentando la personería del Estado". Ignorando los cambios hechos, a los cuales el lopecismo se había opuesto, y que permitían la participación abierta de comunistas, le daban el voto a la mujer y establecían el voto directo y uninominal a la Cámara de Diputados, La Esfera decía que "resulta pueril esperar que la minoría, en voraz alianza de intereses y apetitos egoístas, renuncie por sí misma a una situación en la cual basa su poderío, su influencia y su opulencia".

El diputado frustrado
La victoria de la alianza PDV-UPV no era suficiente para garantizar la elección por el Concejo Municipal de unos diputados del Distrito Federal que fueran afectos a esa corriente. El lopecismo, que tenía mucha fuerza, se alió con Acción Democrática y el pequeño partido Acción Nacional, de Rafael Caldera, para producir un empate que de acuerdo a la Ley debía decidirse por la suerte. En juego estaban las diputaciones de Arturo Uslar y Rafael Vegas, enfrentadas a las de Rómulo Betancourt y Lorenzo Fernández. Esa debía ser la última vez que los diputados se elegirían por una votación de segundo grado. Por la reforma constitucional, en las elecciones venideras, el pueblo estaría facultado para elegir sus representantes al Parlamento con el voto libremente emitido, en forma directa y uninominal. Cuando todo parecía indicar que la suerte decidiría, se supo que el concejal de AD Cirilo Brea había pasado una carta retirándose de Acción Democrática, a la cual acusó de estar aliada a la reacción. Eso rompía el empate. Brea era el concejal impar y decisivo. El Comité Ejecutivo Distrital de AD, cuyo secretario general era Domingo Alberto Rangel, publicó un "comunicado" acusando a Brea de haberse vendido, pero sin poder negar el pacto con el lopecismo y Acción Nacional. Como consecuencia de eso, el Concejo Municipal de Caracas eligió como diputados de Caracas al Congreso a Arturo Uslar Pietri (PDV), Carlos Irazabal (UPV), Leopoldo Manrique Terrero, Inocente Palacios, Martín Pérez Matos y Cirilo Brea. Quedaron derrotados, entre otros, Rómulo Betancourt, Rafael Caldera, Lorenzo Fernández, Gonzalo Barrios, Raúl Leoni y Carlos D'Ascoli. Todos los derrotados llegarán al poder el 18 de octubre de 1945, con el golpe que para ese momento ya estaba preparando Marcos Pérez Jiménez. Ello llevó a la aprobación de un Estatuto Electoral que anuló la elección directa y uninominal y la reemplazó con la "tarjeta pequeña", con lo cual se fundó la democracia de partidos.

En mayo, mientras Medina firmaba el ejecútese a la Reforma de la Constitución, en la casa del capitán Mario Vargas se constituía formalmente la logia militar Unión Militar Patriótica (UMP), integrada por los mayores Marcos Pérez Jiménez y Celestino Velazco, los capitanes Edito Ramírez y Martín Carrillo Méndez, los tenientes Miguel Nucete Paoli, Martín Carrillo Méndez, Francisco Gutiérrez, Horacio López Conde y Carlos Morales, y el subteniente Martín Márquez Añez. Todos eran andinos. Un mes más tarde, el teniente Horacio López Conde hizo contacto con Rómulo Betancourt, por intermedio de Edmundo Fernández. En su residencia se realizó la primera reunión entre Pérez Jiménez y Rómulo Betancourt y Raúl Leoni. Pérez Jiménez, después de exponer sus ideas y planes para derrocar al gobierno de Medina, le dijo a Betancourt: "Y hemos pensado en usted, señor Betancourt, para presidir el gobierno provisorio".

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