lunes, 12 de diciembre de 2011
SANTORALES
El comunismo como fe
Héctor Abad Faciolince
El lugar común dice que las Farc son una banda terrorista dedicada al narcotráfico y al secuestro, que ha hecho de estos crímenes un modus vivendi, y que ya la ideología comunista no tiene ninguna importancia dentro de su accionar armado, como no sea en un discurso de dientes para afuera.
Esta semana, contradiciendo este estereotipo, Mauricio García sostenía en Twitter que, por el contrario, “es el exceso de ideología (dogmática y fundamentalista) y no la falta de ideología, lo que les impide a las Farc negociar”.
Bien pensado, el comunismo marxista debe ser visto como la última religión surgida en Occidente, una religión fanática, con millones de fieles, “científica” y sin dioses, pero con toda una escatología llena de paralelismos con el cristianismo. En el libro Marxismo y cristianismo, Daniel Chirot y Clark McCauley resumen así las imágenes religiosas de la fe comunista:
“En el principio había un mundo perfecto, sin propiedad privada y sin clases, sin explotadores ni alienación: el Jardín del Edén. Vino luego el pecado original, la propiedad privada, y con ella la explotación del hombre por el hombre. La Humanidad fue expulsada del Paraíso para sufrir desigualdades y necesidad. (…) Llegó finalmente el profeta verdadero con su mensaje de redención, Karl Marx, que predicó la ciencia verdadera. Prometió la salvación, y sus discípulos, de la mano del proletariado, los depositarios de la fe genuina, con ayuda de algunos elegidos (los líderes del Partido), se unieron para perfeccionar el mundo. Al fin una gran revolución borrará el capitalismo de la faz de la tierra, acabará con la alienación, la explotación y las desigualdades. Tras lo cual terminará la historia porque llegaremos a la perfección en este mundo, y todos los creyentes se salvarán”.
La fábula de la fe comunista, en la que tantas buenas gentes han creído con ingenuidad, al perseguir un fin de infinita bondad, igualdad y hermandad entre todos los hombres, ha hecho que se cierre un ojo ante el terror y los sacrificios que hay que soportar mientras se llega a esa luminosa meta soñada. Las purgas de Stalin (con decenas de millones de muertos), los genocidios de Mao (con más muertos aún), los paredones de Castro, el mismo desmoronamiento de la Unión Soviética, no son sino pequeños baches en el camino de la redención. Como se persigue el bien supremo del Paraíso sobre la tierra, qué importancia tienen unos cuantos miles de secuestrados, unas cuantas pipetas en iglesias y escuelas, o una tonelada de más o de menos de cocaína exportada al Imperio. Un paso adelante, dos atrás.
La paz con las Farc es tan difícil, precisamente, porque ellos se creen los últimos representantes heroicos de la secular religión marxista leninista. La misma crisis económica europea, o los bajos índices de crecimiento en EE.UU., son los más recientes anuncios de que la profecía es verdadera: el capitalismo está a punto de colapsar. Los estertores finales del capitalismo financiero anuncian la alborada del paraíso comunista. Y el que no quiera ver esto es porque es un bobo de cucurucho.
Lo típico de una fe religiosa es que ésta (a diferencia de la ciencia) no se siente tocada por ningún contraejemplo factual. Si el comunismo trajo más miseria que bienestar, qué sé yo, en Lituania o en Corea del Norte, eso es por desviaciones y errores de sus dirigentes, no por fallas en la doctrina. Así como un puñado de obispos pedófilos no demuestran nada contra la Iglesia Católica, no serán un Kim Il Sung o un Pol Pot quienes hagan renegar de la fe verdadera en el marxismo leninismo. Es mucho más fácil convencer a un cristiano de que no hay Paraíso celestial, que convencer a un comunista de que su receta no lleva al Paraíso terrenal. Por esta ideología ciega y totalitaria es que es tan difícil negociar con las Farc. Son fanáticos de su fe, convencidos dueños de la Verdad, y no será la marcha de “un puñado de burgueses” lo que los haga cambiar de opinión.
Fuente:
http://www.elespectador.com/impreso/opinion/columna-315876-el-comunismo-fe
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