lunes, 19 de diciembre de 2011

SENTENCIA CONDENATORIA

EL NACIONAL - Lunes 19 de Diciembre de 2011 Cultura/3
El foro del lunes
JORGE HERRALDE El editor dejará la dirección de Anagrama en cinco años
A pesar de la crisis financiera que vive Europa y especialmente España, el sello catalán se mantiene publicando una centena de títulos al año y aumentó en casi 10% sus ventas en América Latina
"Las editoriales independientes están condenadas a la excelencia"
MICHELLE ROCHE R.

Jorge Herralde es uno de los semidioses del mundo editorial en castellano. Y él lo sabe, aunque trata de no demostrarlo. Y no es para menos, porque en los más de 40 años que tiene Anagrama, su editorial, ha construido un catálogo de autores que definen el canon de la literatura contemporánea. Los dos premios que patrocina, el Anagrama de Novela y el Herralde de Ensayo, están entre los de más reputación y tienen la particularidad de develar o consagrar autores.

A pesar de la crisis financiera europea, que ha afectado sobre todo a España, Anagrama publica, igual que hace 3 lustros, aproximadamente 100 títulos al año, una verdadera proeza para una editorial independiente.

"Cerca de 75 títulos de nuestra edición normal y otros 30 de bolsillo es la cantidad máxima para poder trabajar bien cada libro y ocuparme de la promoción, que se ha mantenido incluso con la crisis", indica el director del fondo de más de 3.000 obras repartidas en 9 colecciones, entre las que destacan Panorama de Narrativas y Narrativas Hispánicas.

El año pasado, el editor que se graduó como ingeniero industrial por presión familiar cerró un trato con Carlo Feltrinelli: le vendió 10% de Anagrama y se comprometió a un aumento de su participación hasta llegar a 49% en 2015. El editor catalán nacido en 1935 se siente viejo y como no tiene descendencia que pueda continuar con su legado volvió la mirada a una empresa con una trayectoria similar a la suya, que empezó siendo progresista de la izquierda heterodoxa y también ayudó a escribir la historia de la vanguardia cultural en Europa.

--Resulta raro que al acercarse a la literatura alguien se decida por la edición y no por la escritura. ¿Cómo supo que quería dedicarse a publicar los libros de otros? --Es una vocación singular, pero hay mucha gente que la tiene. En estos momentos de crisis, de superconcentraciones en grandes grupos editoriales, surgen muchos sellos independientes. Se trata, entre otras cosas, de compartir entusiasmos por lo que a uno le gusta, buscar lectores cómplices y tener idea para construir un buen catálogo, que al final es lo más importante para una editorial. Ésta debe saber qué tipo de libros quiere publicar y, más aún, los que no quiere publicar. Un editor es como un escultor: en el enorme bloque de cosas de posible publicación escoge unas determinadas para construir una pieza que sería el catálogo de una editorial.

--¿Qué es lo más difícil de su trabajo? --Primero, tener una idea muy clara de lo que se quiere publicar. Un editor literario debe aspirar a que un lector se fíe de su empresa, que entre a una librería y decida comprar un libro de un autor desconocido porque pertenece a una colección de su casa.

Esto significa que él sabe que esa obra se escogió con criterios de calidad. Segundo, hay que ser tenaz, trabajar mucho y con las antenas desplegadas full time, non stop. Por último, también se necesita la ayuda de la suerte, pues se producen muchos best sellers inesperados. A nosotros nos pasó en muchas ocasiones.

Hasta Ébano (el quinto libro que publicamos) Ryszard Kapuscinski había sido un autor de mucho prestigio y pocas ventas, pero de repente se disparó. Igual ocurrió con Antonio Tabucchi hasta Sostiene Pereira, que vendió más de 100.000 ejemplares; con Seda de Alessandro Baricco y El Danubio de Claudio Magris.

Luego, a muchos lectores, como les ha gustado el autor, vuelven y buscan sus libros anteriores.

--¿Cree que el mercado se ha ido cambiando de editoriales trasnacionales a las independientes? --Últimamente, los lectores se sienten atraídos por propuestas con frescura en las que se adivina un proyecto.

Pero desde el punto de vista cuantitativo, de las cifras y los tirajes, estas editoriales son pequeñas, más aún con la crisis que azota a Europa.

--Frente a la crisis, ¿cuáles son los retos para las editoriales independientes? --Las editoriales independientes están condenadas a la excelencia: publicar buenos libros e irse construyendo un perfil determinado para conseguir una fiabilidad con respecto a los lectores. Hay empresas españolas que gracias a su perfil tienen muchos seguidores y se ayudan con las redes sociales, que impusieron un cambio de paradigma en la relación del lector con las editoriales.

--¿Cree que con los problemas financieros de Europa, Latinoamérica se ha convertido en la utopía del editor independiente español? --Para los jóvenes sí. Este año Anagrama aumentó el número de importaciones en América Latina, pero no de forma aparatosa, entre 8% y 10%. Utopía es una palabra mayúscula, pero sí que hay un cierto sosiego económico en esta región. Esperemos que continúe, porque en Argentina, con las variaciones que ha tenido la moneda cuando justamente estaban en un buen momento, ahora amenaza la inflación.

--En otras entrevistas ha dicho que los escritores viajan más que sus libros. ¿Qué hace que muchos títulos se puedan conseguir en unos países y en otros no? --Cierto. Eso lo he dicho mucho. Los países, desde el punto de vista de los lectores, son compartimientos estancos. Desde hace diez años publicamos a los autores en su país y en España, así como en otras naciones. Por ejemplo, la novela Rating de Alberto Barrera Tyszka, que es nuestro autor venezolano en ficción, está publicada simultáneamente en España, Venezuela, México y Colombia.

Pero, aunque estén los libros incluso al mismo precio que las ediciones nacionales, al argentino le cuesta más leer a escritores mexicanos que de su país, excepto los consagrados como Mario Vargas Llosa o Alfredo Bryce Echenique.

Sin hablar de los escritores españoles, que venden más en España y luego en América Latina les cuesta. Es una cuestión de hábitos. Hay ciertas palabras que resultan más exóticas o directamente incomprensibles para los lectores de otros países.

--¿Por qué decidió vender Anagrama? --Es que llegó el momento de pensar en el futuro de la editorial, aunque le iba muy bien. Las opciones eran acabar en un gran grupo, como ha pasado en casi toda España, o buscar algo más imaginativo y coherente con la historia de Anagrama. Soy amigo de los Feltrinelli y este grupo italiano es importante porque además tiene 104 librerías que determinan la salud cultural y literaria de los italianos. Su catálogo tiene similitudes obvias con Anagrama; incluso tenemos autores en común, como Baricco, Tabucchi, así como Alan Pauls y Antonio Ungar. El cambio no será inmediato, porque durante cinco años seré el accionista mayoritario y el director general.

--¿No tiene miedo de que, luego del cambio, Anagrama deje de publicar autores latinoamericanos? --Feltrinelli siempre tuvo una gran vocación por la literatura latinoamericana, incluso publicó los primeros libros de Mario Vargas Llosa y Gabriel García Márquez en italiano, también al Che Guevara y a Fidel Castro, en aquellos tiempos. Creo que seguirá la relación con Latinoamérica, o incluso la aumentará. Ahora estamos en constante intercambio de información entre las compañías. Como la relación es excelente, se mejoran ambos programas literarios.

Dentro de tres años empezaré a buscar un director editorial de forma consensual con ellos.

--¿Cómo será su vida sin Anagrama? --Primero falta que llegue. Y que las neuronas aguanten.

No hay comentarios:

Publicar un comentario