lunes, 12 de diciembre de 2011

LA IMPORTANCIA Y LA VOLUNTAD


EL NACIONAL - Sábado 10 de Diciembre de 2011 Cultura/4
PREMIO Obtuvo 10.000 bolívares
Gustavo Ott ganó el Salvador Garmendia

Ella no merece ninguna piedad triunfó en la sexta edición del galardón convocado por la Fundación Casa Nacional de las Letras Andrés Bello

La primera novela de Ott es Yo no sé matar, pero voy a aprender
Gustavo Ott, dramaturgo y narrador nacido en Caracas en el año 1963, ganó el VI Premio Salvador Garmendia de Novela, dotado con 10.000 bolívares, con el manuscrito Ella no merece ninguna piedad.

Luis Alberto Crespo, director de la Fundación Casa Nacional de las Letras Andrés Bello, hizo el anuncio el jueves, en un acto celebrado en la sede de la institución.

El jurado, integrado por Julián Márquez, Carlos Noguera y María Alejandra Rojas, destacó que el escritor mostró en la obra un eficaz uso del lenguaje que se evidenció en la recurrencia de la ironía y el humor y la utilización de ingeniosas técnicas narrativas con una estructura que tiende a perdurar en la memoria del lector.

El autor de Notará que llevo un arma (estrenada en 2008) agradeció el galardón, que es el primer reconocimiento que recibe como novelista: "Además, me permite relacionar el nombre de nuestro admirado Salvador con mi obra". Dijo que al enterarse del veredicto se puso a escribir, luego de varios meses sin producir. "Fue como si el premio fuera el grito de un jefe que, luego de verme sin hacer nada, me exige que me ponga a trabajar o si no me echa a la calle".

Ella no merece ninguna piedad es una historia épica sobre dos hermanos que emprenden un viaje en la búsqueda de un paisaje. Un territorio que el autor definió no como biográfico sino como un paisaje de la memoria: "Un paisaje afectivo y una versión cuántica de la realidad".

En abril, Gustavo Ott publicó con Monte Ávila su primera novela, Yo no sé matar, pero voy a aprender, sobre el asesinato de una Miss Universo.

EL NACIONAL - Sábado 10 de Diciembre de 2011 Cultura/4
LITERATURA Gina Saraceni convirtió en metáfora el hogar
Un canto al arraigo se llevó el Transgenérico
La autora de Casa de pisar duro , el manuscrito premiado, vive una forma de pertenecer incluso cuando se siente fracturada
MICHELLE ROCHE RODRÍGUEZ

La inspiración consigue sus asideros hasta en situaciones casuales. Para la exhibición Los cielos de Madrid, en la que collages fotográficos representaban el paisaje aéreo de la capital española, Luis Lizardo pidió a amigos textos de cualquier género que reaccionaran ante su propuesta plástica.

Gina Saraceni le entregó el poema "21-31", titulado así por el nombre de las dos piezas que le llamaron la atención. El texto destapó en su interior una intensa voz que se había mantenido en silencio durante casi una década y que la motivó a seguir explorando la lengua que se le había revelado y a entregarse a la escritura constante del poemario Casa de pisar duro, con el que ganó la edición más reciente del Concurso Transgenérico de la Fundación para la Cultura Urbana.

No es la primera vez que son reconocidos los versos de la autora italiana nacida en Caracas en 1966. Hace una década triunfó en la Bienal internacional Elías David Curiel con Salobre y, hace 15 años, obtuvo el Premio Víctor José Cedillo con Entre objetos respirando. El galardón del Concurso Transgenérico llega a manos de la licenciada en Letras de la Università degli Studi di Bologna cuando ha logrado hacerse una sólida carrera como crítica de la lírica nacional.

Pisar el poema. Tres son las inquietudes que atraviesan el manuscrito: el contraste entre arraigo y desarraigo, el lenguaje como herramienta para nombrarlo y la experiencia del afecto en relación con las dos anteriores.

"Entendí que la casa, como símbolo de la pertenencia, está siempre atravesada por una zona que no te termina de arropar. El hecho de estar divida en dos lenguas, dos hogares y dos países me hace sentir que la pertenencia es absolutamente imposible. También se pertenece cuando uno siente que está fracturado", explica la autora que en 2012 publicará La soberanía del defecto, una extensa reflexión sobre la poesía venezolana. La crítica contribuyó a destapar su voz lírica pues, al ocuparse del análisis de la obra de Miyó Vestrini, Hanni Ossott, Margara Russotto y Yolanda Pantin, no pudo evitar que algo se colara a la propia intimidad de sus creaciones literarias; como evidencia de ello, muchos reconocerán en "Casa de pisar duro" un verso de la autora de El próximo invierno (1975).

En cuanto a la creación del lenguaje en el manuscrito premiado, Saraceni explica que se preguntó cómo nombrar eso que queda después de una experiencia, sea amorosa o familiar, la propia pertenencia o un viaje, y enfatizó que su mayor apuesta fue la construcción del lenguaje específico para la obra. El proceso esconde su propia inseguridad como escritora bilingüe, que no se encuentra en su primera lengua, el italiano, y camina vacilante sobre el español.

"La escritura se funda en un trabajo que combina la impotencia y la voluntad. La palabra es aquello que no puede decir. Nunca termina exactamente de decir lo que uno quiere y con esa insuficiencia hay que trabajar y nombrar a la realidad de una manera distinta", concluye.

Fotografía: Manuel Sardá.

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