lunes, 5 de diciembre de 2011

MAQUINACIONES


EL NACIONAL - LUNES 05 DE DICIEMBRE DE 2011 CULTURA/3
El foro del lunes
COLETTE CAPRILES Afirma que la lógica del Gobierno está construida para la parálisis
"La sociedad venezolana vive en permanente castración"
En La máquina de impedir, el libro que reúne las columnas de opinión que la psicóloga social ha publicado entre 2004 y 2010, señala que el sistema de dones y privilegios es el fundamento del poder en el país

A pesar del deterioro de la calidad de vida y de la impotencia que, como la violencia, es lo único que ataca a todos por igual en el país, algunos opinan que el clima político nacional, por fin, comenzó a aclararse. Así lo supone Colette Capriles, psicólogo social y analista de los procesos democráticos y tiránicos. Su optimismo es legible en La máquina de impedir (Alfa, 2011). El título evidencia su preocupación ante la pérdida del lenguaje común en la sociedad venezolana, mientras que el Ejecutivo fomenta la sistemática destrucción de las instituciones para consagrar el poder en manos del presidente Hugo Chávez, a través de la multiplicación de leyes y ministerios que engordan el aparato burocrático y detienen la gestión pública.

La obra se presentará el próximo jueves, a las 7:00 pm, en la librería Alejandría del centro comercial Cada, en la Avenida Principal de Las Mercedes.

El libro puede leerse como una secuela del anterior, La revolución como espectáculo (2004), en el que describe cómo se construyó la revolución bolivariana como aparato mediático. En el reciente título, Capriles estudia cómo este andamiaje propagandístico, al no ser suficiente para asegurar el poder al proyecto revolucionario, fue reemplazado por una máquina burocrática de producir frustraciones.

A pesar de que reúne sus columnas publicadas en la prensa entre 2004 y 2010, La máquina de impedir puede leerse como una gran crónica de los años difíciles de la revolución bolivariana, cuando el poder del Gobierno comenzó a sustentarse sobre un sistema de privilegios. Para la autora, mientras los ciudadanos adquieren más madurez, la revolución está dando sus últimos estertores. Así, aunque los relatos y las comparaciones del libro de Capriles sean turbadores, su ánimo es positivo, como de quien observa, a través de los rugidos y las heridas de la bestia, sus huesos.

"En el Gobierno vemos hoy el aparato de poder desnudo, que incluso conspira contra sus propios valores con tal de mantenerse constituido", señala la autora antes de comenzar a desmembrar las piezas de la maquinaria que construye el poder en el país.

--¿Dónde el Gobierno muestra este aparato del poder desnudo? --En la ineficiencia de la gestión pública, evidenciada en la sensación que tiene la gente del deterioro de su calidad de vida. Como en estos regímenes no cabe la falta de eficiencia, construyen teorías alternativas para explicarla, sin embargo, como sus causas son políticas, intentan solucionarla con un aparato paralelo. Así la máquina burocrática se repite de forma interminable. Esto me hace pensar que, aunque lo llamemos ineficiencia, no lo es; parece más bien parte de una máquina, justamente diseñada para obstaculizar. De allí viene el título del libro, del poder como prohibición. La sociedad venezolana vive en permanente castración.

--En su libro hace varias veces alusión a otras experiencias del siglo XX con proyectos de poder que se vuelven absolutos. ¿A qué proyectos se refiere? --El régimen nazi enseñó al mundo el poder de estas máquinas de impedir a través de un sistema legal increíblemente complejo, que no sólo suponía leyes sino también instituciones que competían entre sí (a pesar de que se articulaban como una estructura piramidal que terminaba en el Führer) y dividían el poder de tal manera que impedían su traspaso natural a la sociedad. No digo que vivamos en un régimen nazi, pero hay una lógica burocrática que se le parece y por eso vemos la permanente creación de ministerios y legislaciones.

--¿Cómo encaja Chávez en esta máquina de impedir? --Es otro elemento en la gran tela de retrasos que es nuestro gobierno. Se refiere a la tradición del líder carismático y revela la relación difícil con la institucionalización.

La imagen nos vincula con el resto de América Latina. Como nuestra cultura pública y privada están disociadas, reconstruimos nuestras relaciones públicas a partir de la personalización de las relaciones.

En otras palabras: las normas existen pero nadie las respeta, pues en la sociedad hay una serie de incentivos para saltárselas.

--Entonces no tiene sentido que el Gobierno se afane en seguir sancionando leyes.

--La lógica de gestión pública del Gobierno está construida para la parálisis. El Gobierno se ha encargado de estimular nuestra idea de que las normas no funcionan. Cuando digo que nuestras transacciones públicas se sostienen sobre la personalización me refiero a las relaciones de amiguismo, palancas, relaciones personales y la cercanía con el poder.

El poder político en Venezuela se define por la impunidad para saltarse las normas.

--En este contexto, ¿qué sentido tiene discutir sobre las leyes? --Allí es donde está la paradoja. Estos regímenes necesitan la ley porque ésta les permite controlar, excepto a quienes quiere beneficiar. Para que exista el privilegio que le permite mantener el control social tiene que haber ley.

Privilegio, etimológicamente, significa "ley privada". La sobreproducción legal tiene que ver con el afán de crear, con la norma, el privilegio.

--¿Pero esto no atenta contra la civilidad? --En Venezuela tenemos desde hace muchos años una crisis de las instituciones, un caos que atenta contra la estructura de nuestra sociedad. Precisamente la figura de Chávez apareció por eso.

Sus dos promesas que lo llevaron al poder, y que además dan cuenta de esta falta de institucionalidad, fueron acabar con los partidos políticos y la Constituyente. Fueron bien recibidas porque no había un orden establecido frente al cual esas promesas se estrellaran. Estamos en un momento en el que hay que reconstruir institucionalmente el país y eso lleva tiempo. Pero, a pesar de nuestra impaciencia, detecto un proceso de maduración en la sociedad.

--¿Y dónde se ve esto? --En la reconstrucción institucional del juego político. La maduración es un conjunto de traumas de los cuales uno sale bien parado. Volvemos a una normalidad política en Venezuela. Ahora tenemos instituciones en la oposición que antes no teníamos. En la diversidad de temas que trato en el libro hay dos que me parecen capitales. Una es la normalización de la política.

Es el momento de preguntarnos qué entendemos por la normalidad política, porque nuestra relación con esta definición está deteriorada. Creo que en cuanto el contexto político cambie, en términos de la reordenación de la autoridad, vendrá la voluntad de recuperar lo normativo. El otro tema se refiere a cómo vivimos la política y cómo será en el futuro. Cada vez son menos los elementos mágicoreligiosos de nuestra política y creo que hay más atención a los hechos de la realidad.

--Parece suponer que usted ve próximo el final del régimen...

--Creo que lo vemos todos, el problema es aceptarlo.

--El problema es en qué términos será ese final...

--Hay dos cosas que conspiran con la clara visión de las ideas: la inercia y el miedo.

Ambas reacciones son frecuentes en estos procesos políticos. Hay quienes sienten que el costo del cambio es muy grande, porque ahora existe una distribución de privilegios que desaparecerán.

En los sistemas autoritarios, además, la inercia se acompaña del miedo, no sólo al cambio sino al caos violento.

--¿Cuál es el aprendizaje de estos años? --A vivir con el dolor. Nos hemos visto de la manera más dura: hay un retrato de lo peor y de lo mejor en estos años.

Fotografía: Leonardo Noguera

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