martes, 6 de diciembre de 2011
CENTENARIO DE MENESES
El Nacional, 20 de Septiembre de 1998 PAPEL LITERARIO
Meneses y sus jueces
JESUS SANOJA HERNANDEZ
"La mano junto al muro" constituyó una sorpresa en la narrativa de Meneses, pero no de tipo temático o ambiental, sino por el tratamiento temporal, sometido a vaguedades e imprecisiones, como aquella citada por Balza en torno de los tres marineros, "si es que son tres los marineros". En la cárcel Modelo lo discutieron ampliamente tres jóvenes escritores, si es que eran escritores, animados por una apreciación de Uslar, quien lo señalaba como "cuento antológico".
La premiación de El Nacional, aquel agosto de 1951, antecedió en dos años a la de su novela del gran vuelco, El falso cuaderno de Narciso Espejo, que marcaría época. Recuerdo que en México, en la casa de Gallegos, cierto miembro de su partido llegó con la noticia y el halago: "Don Rómulo, ¿leyó usted que a Meneses, un servidor de la dictadura, le otorgaron el Arístides Rojas, mientras a La brizna de paja en el viento ni siquiera la miraron?". Gallegos calló durante un rato y luego contestó: "Yo no escribo para concursos". Y aquello lo dijo sin amargura ni resentimiento.
Más tarde -entre 1958 y 1959- los de Sardio tuvieron muy en cuenta al Meneses de "La mano junto al muro" y El falso cuaderno de Narciso Espejo, y en lo que podría llamarse el nuevo país literario se desató la reacción contra la narrativa de marca galleguiana. Meneses creció entre los que se abrían paso, y el fortalecimiento de su prestigio fue mayor al fundar la revista CAL, en la que colaboraron muchos de quienes adquirían renombre en la narrativa venezolana. A mi modo de ver, Balza fue, entre todos, el que más hizo para otorgarle puesto de privilegio a Meneses dentro de la literatura venezolana.
Liscano, a quien en 1949 le oí comentarios obsesivos acerca de El mestizo José Vargas, escribió después en Panorama de la literatura venezolana actual que con El falso cuaderno... Meneses alcanzó su culminación creadora, mientras que con La misa de Arlequín involucionó, y tanto, que llegó a catalogarlo como su peor libro; "inflado, con un regreso a la retórica verbalista de El mestizo José Vargas, al criollismo, al hampa urbana, a los despliegues discursivos y adjetivantes".
En cambio, Pérez Perdomo (Revista Nacional de Cultura, N°183, enero-marzo de 1968) opina que La misa de Arlequín es una novela síntesis donde Meneses se muestra como "escritor maduro, en plena posesión de su escritura y que ha decantado sus experiencias". Y va más allá: "en este libro la metáfora, la imagen poética, se elabora con cuidadoso sentido de la austeridad, de la sobriedad".
Criterios opuestos, como se ve.
Recoge Arlette Machado en su libro Asedio a Guillermo Meneses lo que González León piensa acerca de la narrativa menesiana, con exaltación "La mano junto al muro" y algunas observaciones críticas acerca de El falso cuaderno... y La misa de Arlequín: "Insisto que si Meneses pasa a la posteridad literaria del país y del continente se deberá fundamentalmente a una pieza única y de antología como 'La mano junto al muro'. Aún más, creo que con eso basta".
Características de la narrativa de Meneses son la traslación de personajes de una obra a otra; la teoría especular o "del espejo"; la contraposición de sueño (futuro) y recuerdo (pasado) y las trampas del tiempo; el juego entre lo verdadero y lo apócrifo; y explícitas o implícitas referencias autobiográficas.
Irónico, a veces agrio con los de su generación, y abierto con los jóvenes, su aventura con CAL resultó extremadamente positiva. Cuando Carlos Moros elaboraba el inventario de colaboradores de la revista, como parte de la tesis de licenciatura que nunca llegó a presentar porque la muerte lo sorprendió en Tacoa, me dijo en una tarde de consulta: "Aquí están todos los que ahora mandan en las batallas literarias". Quien lo dude, que busque y hojee CAL.
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Guillermo Meneses,
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