jueves, 15 de julio de 2010
... no es tiempo para medias tintas e indiferencias
NOTITARDE, Valencia, 11 de Julio de 2010
"Anda y haz tú lo mismo" (Lc. 10, 25-37)
Pbro. Lic. Joel de Jesús Núñez Flautes
El evangelio de este domingo nos presenta el diálogo de un maestro de la ley con Jesús, que para ponerlo a prueba le hace dos preguntas: ¿Qué tengo que hacer para tener en herencia la vida eterna? y ¿Cuál es mi prójimo? A la primera pregunta Jesús, como buen maestro, que sabe penetrar los corazones, le responde con otra pregunta: ¿Qué está escrito en la ley? y el legista responde diciendo que hay que amar a Dios sobre todas las cosas y al prójimo como a ti mismo y Jesús le dice que ha respondido bien, que si vive de esa forma alcanzará la vida eterna. Pero no conforme con esto y queriendo aparentar con sus conocimientos de la ley le hace la segunda pregunta, ante la cual Jesús responde con una parábola; que ningún maestro judío se hubiese atrevido a formular. Un hombre que fue asaltado y dejado mal herido cuando iba de camino de Jerusalén a Jericó, pasó un sacerdote judío, un levita (que era un estudiante de las escuelas rabínicas), y viendo al hombre siguieron de largo (por la ley eran los que más estaban obligados a practicar la caridad); en cambio pasó por aquel lugar un samaritano (para los judíos los samaritanos eran considerados impuros y no se podía esperar de ellos más que odio), que detuvo su camino, curó las heridas de aquel hombre, lo llevó a una posada, cuidó de él, pagó por él y le dijo al posadero que lo cuidara y que si a su regreso debía cobrarle algo más lo pagaría. Ante este relato, Jesús le hace una nueva pregunta al letrado: ¿cuál de los tres se portó con aquel hombre como su prójimo? El hombre le respondió que el que había practicado la misericordia con él y Jesús le dice: "Vete y haz tú lo mismo".
El cristiano, que sigue a Cristo y, por tanto, es su discípulo, no sólo debe vivir el anuncio del mensaje (como lo escuchamos y leíamos en el domingo pasado), sino que, al estilo del buen samaritano, necesita vivir el amor sin fronteras, sin hacer diferencias de personas y sabiendo que todo ser humano con quien entra en contacto a lo largo del camino de la vida es su prójimo y viviendo así, por amor a Dios, podrá alcanzar la vida eterna. Sin amor concreto, sin actos concretos de caridad, el mensaje del discípulo misionero corre el grave riesgo de perderse o quedarse en el vacío. Nuestro modelo es Nuestro Señor, Jesucristo, el Buen Samaritano; que vino al mundo, siendo todos los hombres pecadores, no siendo de la estirpe sacerdotal, se presenta como el verdadero Maestro delante de los suyos, se acerca a los despreciados, marginados y más necesitados de su sociedad y es capaz de padecer y morir por toda la humanidad; pagar con su sangre el rescate por nuestros pecados. Él vino a sanarnos de las heridas que el mal había hecho y hace en nosotros; nos da la posibilidad de alcanzar la vida eterna y todo lo hizo por amor. Jesús coloca el amor sin fronteras al centro de la vida cristiana y así enseña al maestro judío y ahora a nosotros que el amor es lo más importante en la vida de un discípulo suyo. Sin amor, el cristiano no es verdadero discípulo. El cristiano necesita hacerse prójimo del otro, del hermano pobre y necesitado, compañero de camino de todo hombre, mujer, niño, joven, anciano que necesite de él; ya que todo ser humano es hijo de Dios y, por tanto, hermano suyo. Por eso, la pregunta no es ¿quién es mi prójimo?, al estilo del letrado que pensaba que su caridad tenía límites o dependía de personas, sino que la pregunta es ¿quién necesita de mi amor y servicio para ir a atenderlo?
La Venezuela y la sociedad que nos toca vivir a los cristianos necesitan de un testimonio coherente de parte de los que seguimos a Jesús; testimonio que no se debe quedar en discursos vacíos, sino que necesita llevar la fuerza de la caridad. Pidamos al Señor que nos enseñe cada día a ser buenos samaritanos de aquellos que nos encontremos necesitados por el camino, que son muchos.
IDA Y RETORNO: Nuestro total apoyo y consideración a quien fuera nuestro segundo arzobispo y ahora Cardenal Jorge Urosa Savino; que no ha hecho otra cosa que como ciudadano y pastor hablar con la verdad ante las dificultades que vivimos los venezolanos y sobre todo ante las pretensiones totalitarias y de tendencia marxista-comunista (afirmadas, declaradas y defendidas por todas las esferas del gobierno y demás poderes del Estado) a las que se quiere llevar al país. Como en una familia, Venezuela necesita de pluralidad, de respeto a la diversidad, a la opinión y sentir del otro, que se facilite el encuentro y se busque el bien de todos en democracia y garantizando los derechos de todos los que habitamos en este hermoso país. Que cada quien decida y juzgue en su conciencia: Si a alguien le parece y cree que el actual gobierno lo está haciendo bien, que la Asamblea Nacional nos representa a todos, que vote por esa tendencia, pero si por el contrario juzga que Venezuela necesita un cambio, equilibrio de poderes, pluralidad y que en once años no se han hecho las cosas bien, que vote por la oposición. Eso sí, que luego no se arrepientan de sus decisiones. El 26S no es tiempo para medias tintas e indiferencias.
Ilustración, María del Carmen Cruciani:
http://pic80.picturetrail.com/VOL2045/12629714/22674611/377116684.jpg
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