jueves, 15 de julio de 2010

licencia para un sillón poético


EL NACIONAL - Lunes 12 de Julio de 2010 Cultura/3
El foro del lunes
JOAQUÍN MARTA SOSA Ocupa desde hoy la silla marcada con la letra E en la Academia Venezolana de la Lengua
«La Academia debería ponerse a tono con la tecnología»
El autor de Oscuro sol de los puertos (1998) y Territorios privados (1999) sustituye al semiólogo y crítico literario Manuel Bermúdez, de quien desea conservar para la institución el énfasis en la literatura nacional y los usos populares de la cultura
MICHELLE ROCHE R.

La Academia Venezolana de la Lengua recibirá hoy a uno de sus miembros más recientes, Joaquín Marta Sosa, quien leerá su discurso de incorporación a las 11:00 am, el cual le será contestado por un ensayo firmado por otro académico, Rafael Arráiz Lucca, que ha estudiado ampliamente la obra lírica del autor de Oscuro sol de los puertos (1998) y Territorios privados (1999) ­poemario con el que obtuvo la primera mención en el Premio de Literatura del Ayuntamiento de Caracas­.

Marta Sosa ocupará la silla marcada con la letra E, que perteneció al semiólogo y crítico literario Manuel Bermúdez, autor de los libros Cecilio Acosta, un signo de su tiempo (1984) y La ficción narrativa en radio y televisión (1984), quien falleció en diciembre.

Otros trabajos líricos del también profesor titular de la Universidad Simón Bolívar ­además de abogado con una maestría en Educación­ son Las manos del viento (2001) y El río solitario (2004). Columnista de El Nacional y antiguo director del Diario de Caracas, el oficio en el cual siempre se ha mantenido es el cultivo de la rima.

"La palabra poética es sólo aquella que descubre", señala el académico, que tiene en imprenta dos libros: Gangia, un relato poético de su viaje por la India, y Campanas de Nogueira, una memoria y cuenta de la infancia.

"No creo que sean poemas aquello que a la gente le ha dado ahora por hacer, que es la poesía que relata la experiencia urbana, inspirada en cierta poesía estadounidense narrativista. Descreo de ese tipo de poesía, así como de la conversacional, de la meramente exteriorista; la poesía debe ser capaz de crear un atmósfera reveladora, si no lo hace y se trata de poesía está empobrecida y no es suficientemente intensa", indica.

A la postre, el proyecto más importante de Marta Sosa es la coordinación ­junto con Arráiz Lucca, Luis Miguel Isaba y Arturo Gutiérrez Plaza­ del Canon de la poesía venezolana, en el cual exponen 42 poemas y poemarios que han sido decisivos para la lírica venezolana desde sus orígenes hasta 1990: "Nos dimos cuenta de que la pauta lírica en el país la marcaron los poemas o poemarios, no sus autores".

--¿Cuáles son hoy los retos de la Academia Venezolana de la Lengua? --El primero es cómo encarar las transformaciones que sufrirán el habla y la lengua con los nuevos sistemas de comunicación cibernéticos, que crean sistemas lingüísticos prácticamente soberanos; esta revolución solamente es comparable a la que sufrió el castellano en el paso de la lengua medieval a la moderna.

--¿Tiene miedo de tal cambio? --¿Qué haces con amedrentarte o envalentonarte si sabes que ocurrirá? Lo único que puedo hacer es tratar de entender esos procesos y tratar de hacer que las nuevas tecnologías se conviertan en una nueva forma de comunicación que ayude a las tradicionales.

--¿Existe otro reto? --Está vinculado con el primero y se refiere a los nuevos formatos para depositar, organizar y formalizar la escritura (como el libro electrónico y otras formas de ese mismo carácter), que a van a romper con el soporte de papel.

La Academia debería ponerse a tono con las nuevas tecnologías para que el futuro no la sorprenda desnuda. Tenemos que acostumbrarnos al dicho de Heráclito: lo único que siempre ocurre es que las cosas siempre cambian, éste es el eterno combate con el tiempo.

--¿Qué cosas del trabajo de Manuel Bermúdez le gustaría impulsar en la Academia, ahora que ocupa su silla? --Lo que está menos cerca de mi espíritu es aquello por lo que injustamente se le conoce más: sus trabajos de semiología. Me atrae más el Bermúdez interesado por el mundo de los personajes y las costumbres populares y de la calle, así como por el periodismo. A veces uno tiene la impresión de que la Academia se dedica mucho, y debe hacerlo, por la gramática, la lexicografía y la semántica, y se interesa menos por otras formas capitales para el enriquecimiento de la lengua, como por ejemplo la literatura y lo que debería hacer para publicitar y difundir obras literarias.

--¿Cómo puede la Academia ayudar a la literatura venezolana? --A mí se me ocurre una manera, que he comentado con varios académicos. Creo que debemos crear cursos, talleres, seminarios, conferencias y mesas redondas en los liceos del interior y de Caracas para que los académicos se declaren en campaña electoral a favor de la literatura y logren que los niños y jóvenes vean que la literatura vale la pena, que cuenta historias y que puede ser maravillosa en cuanto a desarrollar la imaginación y la sensibilidad. He hablado sobre poesía en liceos y, según mi experiencia, es sobrecogedora la forma en que los adolescentes responden a la poesía, como si encontraran de pronto una mina de piedras preciosas para ellos inimaginable. La idea de la literatura pesadota, de libracos que-quién-se-va-aleer, les desaparece de la cabeza, y se dan cuenta de que las obras literarias tocan cosas que son de su vida cotidiana y ordinaria, de su mundo. Eso, para ellos, es una revelación.

--¿Dónde traza la línea entre la lengua y el idioma? ¿Cuál es la patria, la lengua o el idioma? --La diferencia se traza social y culturalmente: en el país se habla el idioma castellano, pero tiene una lengua, que es la modalidad del idioma que hablamos los venezolanos.

El modo no es sólo el uso de palabras, por ejemplo el diccionario de americanismos o de venezolanismos. Los compendios corresponden apenas a una parte; la otra tiene que ver con la fonetización, con la verbalización e incluso con los complementos de la lengua, como la gestualidad. Los venezolanos tenemos corporeidad al hablar, que se suma al énfasis, a las entonaciones y a las expresiones de la cara como una cierta socarronería en el uso del sobreentendido.

Todo eso forma parte de la manera de hablar la lengua. El idioma real es la lengua, que es una especie de maelstrom de todos esos factores. Yo nací en Portugal y, de niño, cuando tuve que aprender palabras en castellano que no conocía, también tuve que aprender modos de cantar la lengua, tuve que cambiar mi sistema fonético.

--¿Qué dice de la identidad de los venezolanos su lengua? --Que somos muy desinhibidos, como es la gente de los países solares.


Fotografía: Emiliano Barreto

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