lunes, 26 de julio de 2010
corta entrevista telefónica
EL NACIONAL - Domingo 18 de Julio de 2010 Al Dia/2
Ping Pong
EDUARDO MARTURET, CONCERTISTA CLÁSICO
"La mano izquierda desafina la orquesta"
JOLGUER RODRÍGUEZ COSTA
¿En qué son anda el país? En tono menor.
¿Hay poca tocata y mucha fuga en el talento venezolano? Hay tanta fuga como tocata.
¿Algún flautista de Hamelin que haga regresar a los idos? No hace falta, Venezuela es musicalmente del primer mundo, cuenta con los mejores músicos del mundo. Hay un excedente de esa producción. Sólo falta que el país se consolide para que sea una potencia en ese sentido.
¿Se ha sentido más valorado aquí o en el exterior? Me siento profeta en ambos mundos.
¿Cuál instrumento desafina la orquesta que dirige el país? La mano izquierda.
¿La traba del movimiento musical venezolano? La carencia de buenas salas de conciertos.
¿Llevaría los conciertos a los cerros? Más bien los cerros a los conciertos.
¿Extraña Venezuela cuando está en el exterior? Claro, y me preocupa Venezuela.
Y cuando está por acá, ¿qué extraña? La seguridad que disfrutamos en una época.
¿El discreto encanto de aquella burguesía? El gran sentido del humor que se perdió.
¿Y de esta revolución? La carencia de ese humor.
¿Se considera maestro de maestros? No me toca otorgármelo.
¿Su maestro? Tengo muchos, vivos y de otras épocas.
¿Ganan bien los músicos en Venezuela? Podrían ganar mejor.
Por fin, ¿el músico nace o se hace? Nace, pero tiene que haber una reconfirmación en todo sentido.
Venezuela es un concierto de...
Angustias y tensiones.
¿Su nota personal? La noche.
¿Su primer recuerdo musical? El "Gloria al bravo pueblo".
¿La mejor ovación? La del público que paga por su entrada.
¿Qué le quedó de los salesianos? Mi devoción por María Auxiliadora y su apoyo a mi vocación musical.
¿Adaptaría salsa y merengue a lo clásico? Ya existe, de Pérez Prado hacia acá.
¿Rockero? Desde niño.
¿Entre hip-hop, reguetón y pop? Pop.
¿Nunca le atrajo la tradición bancaria de su familia? La veo con admiración.
¿Qué puede hacer su melodía por el sistema bancario? Siempre ha estado en armonía con la empresa privada, especialmente con la banca.
¿El animal musical? Mi perra Gaia, que jura ser cantante de ópera.
¿La inspiración animal? El Carnaval de Saint-Saëns.
¿Entra en trance? Sí, siempre. Es inevitable.
¿Influencias extraterrestres? Creo mucho en ellas. La gente las ignora con demasiada frecuencia.
¿Soñó con alguna melodía desconocida para el oído humano? Sí, muchas veces, y ha sido parte de mi inquietud el tratar de convertirlas en una realidad.
¿Algún tema para mitigar el ratón? La Noche transfigurada, de Schoenberg.
¿Y para el guayabo? La Sinfonía inconclusa, de Schubert.
¿Alguna vez se le pegó una fan tipo obsesión fatal? En mis años mozos, en el Teresa Carreño.
¿Una locura en el escenario? Una vez en Amsterdam a alguien del público le dio un infarto y yo intenté parar la música, pero entre camillas, médicos y enfermeras la solista siguió tocando. Nunca supe si el infartado fue por éxtasis o porque no le gustó el concierto. ¿Le haría las piezas a una campaña electoral? Más bien haría campaña electoral por la música.
¿Qué sería del mundo sin orquestas sinfónicas? Sería más sencillo pero mucho más pobre.
De no ser músico...
Sería músico.
¿Ideológicamente? Demócrata.
¿El lugar para inspirarse? El mar.
¿Baila como dirige? No, dirijo como bailo.
La mujer...
Es como un cello.
¿En qué lugar de la orquesta pondría al Presidente? En el coro.
¿Su referencia musical universal? Brahms.
¿Con quién compartiría un concierto? ¡Uf!, con todos si pudiera.
Dudamel en dos palabras...
Talento indudable.
¿A quién ha mandado con su música a otra parte? A los arbitrarios.
¿Ha compuesto marchas militares? No, nunca.
¿El instrumento del amor? La guitarra.
¿Y el del buen humor? El fagot.
¿Compondría algo con el fagot para la revolución? Una marcha militante, más no militar.
¿El instrumento acorde con Pudreval? Las graves notas de un corno francés.
¿Con los Ni-Ni? El acordeón.
¿Otra pieza para calmar el estrés de 5 millones de caraqueños? Canto llano, de mi autoría.
¿Un fondo musical para las sesiones de la Asamblea? La oda al silencio, aun sin autoría.
Según sus proyecciones, ¿qué melodía sonará la madrugada del 27-S? El triunfo de la democracia, también sin autoría.
¿Qué tal un director de orquesta en Miraflores? Si es buen director sería un buen gerente, y ambos lados lograrían conducir talentos en armonía.
¿Un pasaje clásico que concuerda con la actual situación venezolana? El aprendiz de brujos, de Paul Dukas.
¿Qué pasaría en Venezuela si el Gobierno impone en los conciertos el himno socialista del PSUV? De permitirlo, no nos quedaría sino vestirnos todos rojorojitos.
Etiquetas:
Eduardo Marturet,
Jolguer Rodríguez Costa
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario