martes, 27 de julio de 2010

algo más que un pin


NOTITARDE, Valencia, 25 de Julio de 2010
Jesús y la oración (Lc. 11, 1-13)
Pbro. Lic. Joel de Jesús Núñez Flautes

El evangelio de este domingo nos presenta a Jesús enseñando a sus discípulos a orar. Uno de sus discípulos, que lo había visto orando (Jesús no emprendía ninguna acción, si antes no dialogaba a solas con su Padre Dios), le pide que le enseñe a todos a orar como Él lo hace y la respuesta de Jesús fue enseñarles el Padrenuestro, oración por demás conocida por nosotros y que tantas veces rezamos. Lo primero que hay que decir, que sólo Mateo y Lucas tienen en su escrito esta oración que es la oración central del cristianismo y que cada domingo recitamos en la misa. Entre el relato de Lucas y Mateo hay pequeñas variantes, Mateo agrega dos aspectos más: "Hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo" y "líbranos del mal".

Si vamos a la respuesta de Jesús, vemos que Él no les enseña a sus discípulos una oración mecánica, vacía, mercantilista; les enseña más bien una relación y los invita a una actitud de confianza total y de persistencia; veamos cómo es esto. La oración es un diálogo íntimo con Dios, un encuentro entre dos personas; una perfecta comunicación desde la fe. Por eso, Jesús les dice a sus discípulos, cuando oren digan: "Padre"; es decir, sepan que Dios no es un extraño, no es alguien distante, no es cualquier persona; es nuestro Padre, el mejor de los papás, aquel que está atento a las necesidades espirituales y materiales de sus hijos, el que presta oídos y corazón a nuestras súplicas, el que también nos habla a través de su Palabra y de muchos signos. La oración debe llevar al cristiano a una actitud de confianza total, de esperanza, al saber que si está delante de Dios, jamás quedará desamparado, porque Dios es el Todopoderoso, quien gobierna cielos y tierra y por encima de Él no hay nada ni nadie. Por eso, en la parte final del evangelio de hoy Jesús dice: "si ustedes que son malos saben dar cosas buenas a sus hijos, cuánto más les dará el Padre el Espíritu Santo (es decir, la plenitud de Dios) a quienes se lo pidan". Ésta es la razón por la cual el cristiano debe orar confiado, sabiendo que lo que pida a Dios Padre, le será concedido, si sirve para su bien. La oración, que es ese diálogo confiado con Dios, necesita ser un diálogo persistente, continuo; porque por experiencia humana sabemos que cuando amamos a alguien y nos agrada estar en su compañía buscamos no un momento, sino varios momentos para hablar y compartir; pues bien, Jesús mismo dice que tenemos que insistir como el amigo que toca a la puerta de otro amigo cuando tiene una necesidad; no le importa si pasa por inoportuno; va confiado e insiste y agrega el Señor categóricamente: "Pidan y Dios les dará; busquen y encontrarán; llamen a la puerta y se les abrirá…".

Para muchos hoy, la oración les puede resultar algo innecesario o sin ningún sentido; pero para un verdadero cristiano, que quiere vivir al estilo de su Maestro, sabe que la oración es la fuerza que nos impulsa cotidianamente a la acción; es ese espacio donde nos encontramos a solas con Dios y le planteamos nuestras necesidades, angustias, tristezas, alegrías, triunfos, fracasos, metas, proyectos, esperanzas, ilusiones; es ese momento donde le pedimos perdón por nuestros errores y debilidades, donde le contamos de nuestro día a día y el trabajo que vamos a realizar; es ese encuentro donde le pedimos fuerzas para luchar contra el mal y que nos aleje de los peligros del maligno y sus seguidores; es ese rato donde le alabamos y reconocemos como el Único que merece gloria y alabanza. Por eso, le decimos: Padre, que tu nombre sea glorificado por encima de otro nombre; venga tu reinado de amor sobre el mundo, para que el mundo viva en tu voluntad, para que sepamos esperar en Ti; danos lo que cada día necesitamos para vivir, lo espiritual y lo material; danos el pan de la Eucaristía, que sepamos compartir nuestro pan con los más necesitados; perdona nuestras ofensas, como perdonamos las ofensas de los demás; no nos dejes caer en la tentación que nos pueda apartar de Ti y de los hermanos, permite que seamos fieles y líbranos de todo mal que podamos cometer nosotros o del que podamos ser víctimas; líbranos del demonio que nos quiere apartar de tu camino.

Necesitamos buscar espacios para estar con Dios, para dialogar con Él; no permitamos que el estrés de la vida nos aparte de estos momentos de intimidad con el Señor.

IDA Y RETORNO: El próximo domingo, los seminaristas de nuestra Arquidiócesis, junto a los formadores del Seminario, comenzarán las misiones en la parroquia Nuestra Señora de la Medalla Milagrosa de Chirgua. Pidamos al Señor y a la Santísima Virgen María que estas jornadas evangelizadoras traigan muchos frutos espirituales para los futuros sacerdotes de nuestra Iglesia y para todas aquellas personas que recibirán la Palabra de Dios.

Oremos desde ya por los jóvenes que en el próximo año académico ingresarán a nuestra Casa de Formación, para que Dios les conceda perseverar en su vocación.

Ilustración: Antoni Conejo (http://www.tonielpintor.es)

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