Cita a ciegas
Ox Armand
Como todo el mundo sabe, Maduro
fue a la Asamblea Nacional. Me quedan algunos amigos de las direcciones de los
partidos, por cierto. Digo esto porque fue una cita a ciegas para la oposición
en el parlamento. Tengo amigos entre ellos. Se presentaron sin saber qué diría
y cómo enfocaría el mandatario nacional (quiérase o no, lo es) el asunto de
Guyana. Por una vez más, no hubo dirección nacional de los partidos de la
oposición que se declarara en sesión permanente y deliberara sobre el asunto,
reafirmándose la MUD sólo como un frente electoral. Está bien, habría que ser
adivinos pero antes eso no hubiera ocurrido: una discusión de los escenarios y
un inmediato pronunciamiento de la dirigencia política y, precisamente, lo
político indica que hay un colectivo afectado que está atento y deliberante. Excepto algunas voces que están
individualmente trabajando el tema, por muy doctas que sea, el caso está que a
los flechazos presidenciales se suma los de las organizaciones opositoras.
Fue, dijo y se retiró. No ocurrió
cualquier cosa. El Twitter se llenó de pareceres. Pregunté a dos o tres
reconocidos especialistas y ninguno me dijo que hubiesen sido requeridos para
reunirse con la colegiatura de los partidos. Al día siguiente, el secretario de
la MUD fijó postura. La Causa R y Vente fijaron postura. El resto de los
partidos medio dijeron una cosita. COPEI sigue en su rollo con Ecarri. Está demás concluir que no debe ocurrir de nuevo
tal cosa. La política no debe depender de las individualidades a veces osada y
esperar que los hechos ocurran para ver qué se dice. Unas veces la pegan y
otras, no. Hay que estar atentos. ¿Y si el gobierno hubiese propuesto alguna
locura de la que no se atrevió?
Por cierto, la historia es útil.
O, mejor, el consenso histórico. Hay versiones que ruedan desde la escolaridad.
Pero también éstas cambian según convenga al gobierno que no le quedó más remedio que reconocer el
significado del Acuerdo de Ginebra de 1966. Claro, confunde lo de país con un
tratado cuando fue un laudo (algo diferente), en los finales del XIX. Ya es
tiempo de reivindicar esa historia. Reivindicación que añade el Protocolo de
Puerto España en su extenso catálogo, porque Calvani no lo suscribió por amor
al arte. Es decir, una historia que necesita de defensores políticos. Así de
simple.
Fuente:
Reproducción: Congreso Nacional, Caracas (a mediados de la década de los '40 del XX).
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