La Razón, Caracas, 12 de julio de 2015
PALESTRA
La cruz de Evo
Juan José Monsant Aristimuño
El rostro del sacerdote se alargo sin transmitir una mueca de expresión, solo un pequeño rictus labial que denotaba estupor, enojo, sorpresa, desagrado o quizás desconcierto, que logró captar la cámara del fotógrafo, cuando el Papa Francisco con los brazos caídos a sus costados observó el singular crucifijo que, a manera de regalo y bienvenida, le ofrecía Evo Morales a su invitado.
En esos microsegundos, cuando escuchaba las explicaciones del origen de la singular talla de madera donde se encontraba yacente el Jesús de los cristianos, ha debido pensar cómo responder ante tamaño despropósito, sin dejar entrever desagrado. Ofendido no ha debido sentirse, su fe y el significado de la cruz va más allá de una imagen o talla, es solo un símbolo que recuerda al cristiano el significado de su fe y su compromiso con la Palabra. Lo demás es liturgia, ritualismo, adornos de identificación externa que ayudan a mantener el compromiso de vida libremente aceptado, una manera de alabar al Señor en comunión con otros peregrinos.
Pero el ser humano tiende a respetar en el otro, lo que considera le hacen particular. Por ejemplo la bandera de una nación, el escudo del Barsa o del Real Madrid, el goleta del Magallanes, la estrella de David o la cruz para el cristiano. Es una manera de compartir al ser miembro de algo más allá de su individualidad. Difícilmente uno representaría al Buda sentado sobre un buey degollado, más que una broma de mal gusto o de humor negro, sería una falta de respeto al otro, a su dignidad como ser humano, a sus creencias, etnia o modo de vida. Claro, esta es una reflexión que parte de la aceptación de la pluralidad, la libertad, la democracia y la convivencia basada en el respeto. Cuando cayó la dictadura comunista checa, y el pueblo clamaba venganza, Vaclav Havel se encargó de apaciguarlo solo con esta frase: “No les hagan daño. “No somos ellos”.
También el mal tiene otros símbolos que le identifican, por ejemplo la cruz gamada de los nazis, el fascio para los fascistas y, la hoz y el martillo de los comunistas.
Y precisamente el crucifijo que le entregó Morales al Papa Francisco estaba incrustado en una hoz y un martillo de madera. De allí el rostro adusto del Papa, que se limitó a recibirlo y pasarlo a su asistente. El objetivo de su viaje iba más allá de caer en la primera provocación del singular presidente. ¿Hizo Evo Morales esto por diferenciarse, ubicarse, alertar, humor negro, irrespeto o por ser gracioso? Pueden se una o todas ellas juntas. Pero la ignorancia estaba presente, porque después de la vida el más preciado don para el cristiano es la libertad. Y el comunismo es la negación de la libertad. Pero así son ellos.
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