De un evidente contraste
Luis Barragán
La larga controversia con Guyana ha dado ocasión para exhibir un patrioterismo desbordado y, suele ocurrir, oportunista y escamoteador, aunque también al más sensato, comprensible y necesario. Nada tonta la diferencia, en uno destaca el oficialismo estridente que oculta sus omisiones respecto al reclamo territorial, y, en el otro, apunta a una oposición responsable que es tributaria de una Política de Estado que, en el pasado cada vez más remoto, desarrolló Venezuela, necesaria de recobrar.
El nuestro, sensato y, por lo demás, realista, no pretende atropellar ni liquidar al vecino país, sino hallar soluciones al diferendo con la paciencia extrema que hemos exhibido en más de un siglo. E, incluso, reconocida nuestra titularidad sobre el Esequibo (o, mejor, Esequivo), no niega fórmulas mancomunadas de aprovechamiento futuro de los recursos en el marco de una integración regional que ha sido una cara bandera histórica de estirpe genuinamente bolivariana. Empero, llegar a ésta fórmula significa – insistimos – la previa aceptación por Georgetown de nuestro justo y legítimo reclamo, sustentado en irrefutables credenciales históricas y jurídicas, pero no al revés como temerariamente pueda insinuarse.
El régimen actual intenta engañarnos con su patrioterismo de ocasión, cuando no ha cumplido – sencillamente – con todas las diligencias necesarias, como lo hicieron los gobiernos democráticos que lo precedieron. Por ejemplo, denuncia del Laudo Arbitral de París de 1899, en la Conferencia Interamericana de Bogotá, en 1948, invocada por el canciller Marcos Falcón Briceño en las Naciones Unidas, con respaldo parlamentario, en 1962; la suscripción del Acuerdo de Ginebra y a ocupación venezolana de la Isla de Anacoco, 1966; la conveniente firma del Protocolo de Puerto España que evitó el atenazamiento que el resurgente diferendo con Colombia prometía, en 1970, no ratificado en 1982; la propuesta rechazada de una negociación directa con Guyana, en 1983; o la aceptación del mecanismo de los Buenos Oficios, en 1987, marcan hitos importantes que rápidamente contrastan con la eliminación de la materia en el marco de las relaciones bilaterales, expresamente señalada por Chávez Frías en 2004.
Los voceros parlamentarios del gobierno en la Asamblea Nacional, en las escasas oportunidades que aluden al tema, traslucen esa hipoteca ideológica que los lleva a identificarse con el vecino país, aunque sea otro el elenco dirigencial seguidores de una reconocida tradición de pragmatismo político. Por cierto, poco o nada conocen de las realidades internas de la República Cooperativa y sus más amargas contradicciones, por lo menos, como nos llega por reconocidos especialistas como Andrés Serbin y Sadio Garavini.
Quienes acusan a la oposición de vende-patria, entreguista y lacaya del imperio, carecen de toda autoridad moral cuando le abrieron las puertas a los cubanos comprometida nuestra seguridad y defensa como nación, incluyendo el manejo de servicios claves del Estado y el virtual ejército de ocupación que fuerza a nuestros médicos y enfermeras a huir del país, por no mencionar la dependencia que no se tenía con China o los contratos en la Faja Petrolífera del Orinoco, sin control parlamentario alguno. Del contraste se ha dado cuenta la población que, faltando los insumos básicos como los alimentos y medicamentos, los cuales traman importar y distribuir solamente en la fecha electoral, por el camino que transitamos le faltará también país donde territorialmente asentarse.
Fuente:
http://www.opinionynoticias.com/opinionpolitica/23163-de-un-evidente-contraste
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