EL NACIONAL - Lunes 10 de Febrero de 2003 A/3
Los trenes del fascismo
Gustavo Tarre Briceño
Juan Nuño solía decir que “hay fascismo y fascismos”.
En singular el término se refiere al partido fundado por Benito Mussolini, y el plural alude a un conjunto de movimientos totalitarios.
Es posible que la pobre formación teórica de Hugo Chávez le impida entrar en estas sabias distinciones, pero como nuestro Presidente usa y abusa de la palabreja, no es malo hacer algunas precisiones.
Daría por seguro que así como monsieur Jourdan hablaba en prosa sin saberlo, Chávez piensa y actúa como fascista sin percatarse de ello.
Nadie puede olvidar que en sus propuestas constitucionales se encontraba un poder legislativo estructurado de manera corporativa, con representantes patronales, sindicales, estudiantiles, campesinos y militares. Muy parecido al Gran Consejo del Fascio.
En 1994, Chávez admitió haber leído Mein Kampf y encontrado en esa lectura “cosas interesantes” (revista Zeta, 21–4–94).
Muy propia del fascismo es la nostalgia por los episodios más gloriosos de la historia. El Duce quiso revivir el Imperio Romano. Aquí se ha pervertido a Bolívar para cubrir con su nombre cualquier disparate de la “revolución”.
Pero es en la acción donde vemos con más fuerza los rasgos fascistas del chavismo.
En primer lugar, la jefatura máxima, absoluta, omnímoda y caprichosa del caudillo. Il Duce a sempre ragione, decían los seguidores de Mussolini; los nazis tenían el Fuhrerprinzip ; Aquí tenemos algo más criollo: Chávez puede hacer lo que le da la gana. Puede cambiar e incumplir la Constitución; ignorar las leyes; despilfarrar y malversar los recursos; encadenar los medios; destruir bancos, industrias; comercios y reputaciones; someter a la prensa, la radio y la televisión; dar instrucciones a todos los poderes públicos; condenar inocentes y absolver criminales; mentir tanto hasta que la mentira se convierta en verdad; prostituir la Fuerza Armada; otorgar dólares preferenciales; y tapar el sol con el dedo. En fin, cualquier cosa que su delirio le sugiera.
Italia padeció el terror de los Fasci di Combatimento, Alemania tuvo las Secciones de Asalto y aquí tenemos los círculos bolivarianos. En el fondo se trata de lo mismo:
Armar y pagar, con los recursos del Estado, a unos malandros para amedrentar impunemente y con violencia a los opositores.
Los discursos interminables, el gusto por el uniforme, la división del país entre buenos y malos, entre patriotas y enemigos de la Patria, larga puede ser la enumeración de los rasgos fascistas de nuestro “Duce de pacotilla”. Pero lo que más puede dejarnos estupefactos es que Chávez llame fascista a la oposición. Otra prueba de su ignorancia:
¿Quién ha visto fascistas pidiendo elecciones? ¿Cuándo los fascistas recogieron firmas?
Nunca los fascistas fueron los agredidos sino los agresores. Nunca marcharon por las calles con la única fuerza de pitos, banderas y pancartas.
Pero sería poco objetivo dejar de resaltar que sí hay una gran diferencia entre Chávez y el fascismo. El fascismo encontraba justificación en los resultados exitosos de la gestión gubernamental.
Mussolini decía: “el fascismo es que lo trenes lleguen a la hora”. Los trenes de Chávez no existen y si existieran jamás cumplirían con el horario.
Fotografía: http://eltrabajadormetro.blogspot.com/2009/03/estacion-protesta-030309_02.html
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