sábado, 11 de mayo de 2013

NOTAS SOBRE EL FASCISMO (15)

EL NACIONAL - Jueves 10 de Abril de 2008     Economía/3
La quinta columna
JUAN BARRETO

Un nombre a veces no nos dice nada. La misma ocurrencia la tienen las palabras. ¡Cuidado cuando se mezclan, entrecruzan y hacen metonimia con los prejuicios! Once de abril de 93. La reunión no terminó tan tarde. Como de costumbre se despidió de sus camaradas y se marchó por el camino de siempre. Fue sólo en el instante del disparo cuando supo que estaba irremediablemente en manos de la muerte. El informe forense indica que Chris Hani recibió cientos de golpes y un tiro en la cara antes de abandonar este mundo. Horas después, sus asesinos fueron capturados celebrando, borrachos, en un bar de Pretoria, frecuentado por militantes de la juventud apartheid de Suráfrica. En su defensa argumentaron que lo hicieron porque se trataba de un comunista. "Negro y comunista, entonces merecía morir". Comunista: un nombre que no es cualquier nombre común. Término que para algunos resulta temible, doloroso, y por ello también abominable. Pudo haber sido judío, musulmán, o qué se yo... Chris Hani había decidido abandonar el CNA y con ello cualquier cargo o prebenda para consagrarse de por vida al peligroso oficio de darse a los demás por entero, haciéndose comunista, lo que en la Suráfrica del apartheid era igual que jugar con la muerte. A eso de las 4:00 pm del 11 de abril de 2002, Yesenia Fuentes se encontraba en las inmediaciones de Puente Llaguno, en una manifestación pacífica permitida en respaldo al presidente Chávez. Recibió un disparo en la cara. Paradójicamente, Yesenia corrió con más fortuna que Chris, pues ese día decenas cayeron muertos o quedaron gravemente lesionados de por vida por ser bolivarianos. Otros tantos, del lado de la oposición, también resultaron heridos o muertos, por prestarse a la aventura de la intolerancia, de manos de alguno de aquellos involucrados en el golpe de Estado. Las transmisiones de radio de la PM de entonces decían: "Dispárenle a la chusma", y los canales de TV satanizaban hasta la condena a muerte a todo aquel que simpatizara con Chávez. Demostración para la historia y la memoria de que aquí también hay fascismo para rato. Luego las cosas se fueron aclarando poco a poco y los que gritaban furibundos: "¡Prohibido olvidar!" se dieron a la fuga y se sumieron en las aguas profundas del olvido instantáneo. Diría el maestro Derrida que la vida y la muerte, siempre únicas, son un paradigma, más que un símbolo. "Y es esto lo que un nombre propio debe nombrar". De cuando en cuando me topo con Yesenia. Ahora consagra su vida a un apostolado. Es miembro de Asovic, la organización que agrupa a las víctimas del 11 de abril. En esos encuentros no puedo evitar la emoción. La recuerdo con el rostro ensangrentado, en la madrugada del 12 para amanecer el día 13, en las afueras de Miraflores, exigiendo el retorno de Chávez. No se confundió, no se escondió. Dejó a sus muchachos con su mamá, pasó por varias funerarias y se vino a la calle con los que no tienen privilegios ni rostro ni voz, mientras otros, tal vez los asesinos, celebraban borrachos en la quinta La Unidad. ¡Qué valor y qué entrega la de Yesenia! Para Chris hubo justicia. Aquí Yesenia sigue esperando. Algunos nombres comunes contienen fechas y acontecimientos que son como tatuajes en el alma. Al respecto, Derrida nos dice: "Alguien, como usted o como yo, se adelanta y nos dice que quisiera aprender a vivir por fin. Hay que contestarles: ¿Qué aprenderías? ¿Y de quién?".
Composición gráfica: Erik Johansson.

No hay comentarios:

Publicar un comentario